who will love you?

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-Joven Adrian, es hora de levantarse o llegará tarde. Sus hermanos se encuentran ya desayunando -dijo muy despacio la señora Ross, una de las empleadas de la familia Wallace.

-Está bien Nana, bajo en diez minutos -respondió éste, con el apodo que él y sus hermanos usaban con ella, y perezosamente se estiró bajo las blancas sábanas sonriendo. Había tenido una buena noche de sueño y había despertado muy feliz gracias también a la señora Ross, quien se encargaba de despertarlo en vez de una molesta alarma.

-Tendré su desayuno listo entonces - la dulce señora se retiró y Adrian finalmente decidió levantarse.

Caminó hacia el baño que se encontraba dentro de su habitación y abrió la ducha dejando salir el agua y se desvistió antes de entrar. Luego de diez minutos duchándose se vistió con el uniforme de la escuela, pantalones beige, medias oscuras, zapatos negros, camisa blanca y un saco azul marino con el escudo de la institución al lado izquierdo. Se cepilló los dientes y bajó por la escalera izquierda. Frente a la entrada de la gran residencia habían dos escaleras que se unían al ascender abriéndose en dos caminos que te dirigían a las habitaciones del corredor izquierdo y a las del corredor derecho y al resto del segundo piso. Abajo la señora Ross le ofreció su maletín y libros que puso en una de las sillas libres.

Sus hermanos recién bajaban, Adrian rió por la técnica de la señora Ross para hacerlo bajar a tiempo.

-Buenos días -saludó su hermana mayor Amelia seguida por el mayor de los tres, Sebastian. Los tres portaban el mismo uniforme aunque Sebastian prefería siempre usar el sweater mientras que Amelia usaba los dos, el saco encima del sweater gris.

Amelia se había puesto la falda azul un poco más alta de lo normal ese día, usaba un lazo rojo en su ondulado cabello castaño formando con este una media cola. De ella siempre resplandecía un brillo que alegraba a toda la familia, labios rosados, ojos claros y grandes y piel clara y muy cuidada que se contrastaba con el oscuro color de su cabellera.

-Buenos días -saludó también Sebastian sonriendo y Adrian asintió en respuesta mientras mordía un trozo de piña.

Los tres hermanos se sentaron en la gran mesa del comedor en espera de sus padres mientras tomaban su desayuno. Amelia se había levantado para tomar sus vitaminas poco antes de que llegara su padre, Harrison Wallace, vestido formalmente al lado de su estilizada esposa, Cassandra Wallace.

-Buenos días muchachos, ¿dónde está Amelia? -saludó y preguntó esta. Amelia entró aún con el vaso de agua en manos y se acercó a su padre para saludarlo primero.

-Amelia... Ya hemos hablado sobre esto. -La muchacha suspiró, sus hermanos rieron y asintieron dándole la razón a su padre ya que sabían de qué se trataba la conversación. -Por poco ya no usas falda, es como si cada vez que te regaño te esfuerzas en usarla aún más corta. Sabes que una señorita...

-Harrison déjala en paz, -lo interrumpió su madre luego de saludar a su hija y de que esta se sentara -sabes muy bien que Amelia jamás haría cosas indebidas.

Adrian rió en broma dando a entender lo contrario, su hermana bufó descontenta y lo pateó por debajo de la mesa, él levantó las manos con su rostro contraído por el dolor. Vaya que las clases de ballet habían vuelto sus patadas más fuertes. Sabía que su hermana no era esa clase de chica pero le gustaba hacerla enfadar.

-Claro que no, -aumentó Sebastian -pero no te haría mal bajarla un poco.

-Está bien - respondió Amelia sin ganas, sus padres rieron y se dedicaron a sus asuntos mientras sus hijos terminaban el desayuno.

-Chicos esta noche se celebrará la fiesta del aniversario de la empresa, -dijo Cassandra cuando los tres hermanos se levantaron y comenzaban a tomar sus cosas- vendrá gente muy importante y quiero que estén aquí a las 5 en punto para que se alisten. Amelia tú principalmente debes ser puntual, aún debo elegir tu vestido. Vendrán los padres de Christopher y necesito que te veas bien, no podemos quedar mal ante los padres de tu prometido. Sebastián no me importa lo que tengas que hacer, quiero que estén aquí a las 5 en punto. -dijo al saber que de los tres era el más responsable.