━━✧TRES.

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CAPÍTULO TRES

SU ALTEZA



La máscara que ella solía usar se estaba cayendo, y Chloé Bourgeois estaba muy consciente de ello. Aún así, no era como si realmente le importara, porque en realidad no le importaba a nadie.

Era uno de esos cambios por los que las personas debían atravesar, se aceptaba implícitamente. Había pasado lo mismo cuando su madre la había dejado la primera vez. Al menos eso es lo que todos a su alrededor estaban creyendo al verla sonreír sinceramente, al notar que sus cuadernos tenían los apuntes al día o cuando sin ella misma querer aceptarlo hacía una buena acción. La influencia de Ladybug tenía que ver sin duda. 

En realidad, todo era mucho más complicado, Chloé era consentida, sí; muy fácil de irritar también; además era de prestar poca atención a los problemas que no fueran propios y le encantaba sonreír pícara cuando la ansiedad de Mariantte provocaba que estrellara su rostro contra el suelo. Nada de eso era un acto, su madre una vez mencionó haberse ido dejándola con su padre porque no la soportaba y, claro, un tiempo después se había disculpado, Chloé solo había extendido una sonrisa tratando de quitarle importancia. Pero no importaba cuanto tratara, esas palabras ya le habían roto el corazón. 

Pero Chloé no estaba dispuesta a verse vulnerable ni frente a otros ni frente a un espejo, porque eso la haría ser patética y lo último que quería era eso, lo último que quería era mostrarse débil una vez más, como ya había ocurrido antes cuando estuvo a punto de irse de París al notar que se encontraba totalmente sola y fuera de Sabrina todos la despreciaban —y Adrian, se obliga a recordar, su amigo de la infancia era tan leal a ella como ella a él a pesar de que los años los habían alejado un poco. Era agotador aparentar ser tan perfecta como ella, se decía como aliento cada mañana. 

Por otro lado la frivolidad que siempre mostraba sin duda ayudaba a que las personas a su alrededor creyeran que alguien como Chloé Burgeois era impenetrable, sin sentimientos que dañar. Dejar que los demás sintieran lastima por ella sería ridículo, simplemente ridículo. 

Es mejor pretender tenerlo todo. Incluso felicidad.

Así había sido siempre después de todo Chloé Bourgeois lo tenía todo. No había porque preocuparse siendo más rica que el infierno gracias al trabajo de su padre. Él parecía complacido de que ella sonriera sin importar el motivo. Su madre por otro lado siempre había estado muy distraída volando de un país a otro, entre entrevistas con diseñadores e incluso ahora con su nueva aprendiz Marianette como para preocuparse en voltear a mirar a Chloé por otro motivo que no fuera sentir vergüenza si su comportamiento no era lo que ella esperaba.

Pero dicen que el destino siempre tiene planes para nosotros que apuntan en la dirección contraria.

Chloé destapa el tubo y aplica una ligera capa de rosa brillante en sus labios al mismo tiempo que revisaba no haberse echado demasiado en el espejo de su tocador. 

—Señorita Bourgeois— Llaman a su puerta. Ella espera que le informen de como sus padres la espera en su mesa de siempre del restaurante del hotel, pero el erróneo juego de palabras llegan a ella sin avisar antes de que pueda lograr girar la manija. —Señorita, su padre se comunicó disculpándose porque hoy no podrá llegar a tiempo para almorzar con usted y su el asistente de su madre madre llamó informando que su vuelo se atrasó para mañana en la tarde por el mal clima. Lo siento

Ella abre la boca para responder, pero la vuelve a cerrar cuando las palabras no salen, así que solo asiente, olvidando que no pueden verla.

—E-Esta bien.—  afirma, aclarando su garganta. —Por favor, avisa que almorzaré aquí.

—Como desee, señorita.— responde su fiel mayordomo del otro lado de la puesta, consciente de que es la tercera semana seguida en la que sus padres cancelan cenar con ella, pero no le queda más opción que alejarse. 

Chloé suspira, dejándose caer sobre su cama, hasta que está segura de escucha el sonido del elevador bajar. Solo entonces se levanta para buscar el bolso, último diseño de la temporada de Gabriel Agreste, donde guarda sus libros de la escuela. Sin notarlo logra hacer caer todas sus cosas al suelo, esparciéndolas por toda la habitación.

—Por supuesto— suspira con pesadumbre al agacharse. —, todo se tiene que caer.

Es en ese momento que sus manos llegan accidentalmente a un objeto que nunca antes ha visto: una pequeña cajita de madera con relieves dorados que sin duda despiertan su curiosidad.

—¿Esto es mio?— se pregunta para ella misma durante un momento, pero pronto reconoce la caja de Miraculous que una vez Ladybug ya le ha confiado para combatir los males de París a su lado y el de Chat Noir. —Esto es mio.

Una enorme sonrisa se dibuja en sus labios sin poder contener la emoción sus manos tiemblan cuando abre delicadamente el cofre. Segundos después una intensa luz amarilla le esta cegando.

Y para cuando su mayordomo entra a la habitación con su almuerzo ella ya no está. 





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an; entonces este y el POV de Nat, pero este especialmente, son los caps que máaaaas odio como escribí y que evito re-escribir por el cringe que me da y la pereza así que disculpa desde ya de parte de mi yo de 15-16 años. Algún día re-escribiré todo el fic, especialmente este cap, pero no es hoy. 

𝐇𝐎𝐍𝐄𝐘 ━━━ nathloeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora