- ¿Qué?
Inuyasha no podía creer lo que acababa de escuchar salir de sus labios. Eso era imposible... todos estos años él había esperado el momento de vengarse. No podía estar equivocado, era imposible, ¿cierto?
Inuyasha había sido un niño con problemas de obesidad infantil hasta su adolescencia gracias a los cuidados de sus padres, con dietas estrictas y ejercicio diario, junto con el trabajo de los médicos que estuvieron con él desde su diagnóstico.
Los primeros años de su enfermedad los pasó en su ciudad natal, ya que para sus padres era imposible llevarlo a ver mejores médicos, no por ello el cuerpo sanitario hizo peor trabajo, pero sí causó que con 10 años tuviera que mudarse a la capital para tratarse.
Hasta esa edad, en aquella pequeña ciudad, Inuyasha era objeto de las burlas de sus compañeros a excepción de una niña que siempre lo defendía. Ni siquiera estaban en la misma clase, dudaba incluso que cursaran el mismo año, pero la cosa es que se había conocido en el hospital ya que el hermano de la niña sufría de anorexia y estaba tratándose.
No consiguió reunir el valor de mantener una conversación con esa niña hasta que, en una visita a su doctora, su madre confesó que se mudarían en un mes. Fue entonces cuando Inuyasha Taisho la conoció y averiguó lo de su hermano, además de su nombre: Kagome.
Las últimas semanas de su estancia en aquella ciudad habían sido más amenas gracias a la amistad que había entablado con la tal Kagome. Él día de su última revisión antes de irse Kagome ya no apareció por los pasillos del hospital pues su hermano había sido dado de alta. Por tal motivo, decidió dar un paseo por el barrió para encontrarla, despedirse y, si el nudo en su garganta lo permitía, declararle sus sentimientos.
Cuan sorprendido quedó cuando, al acercarse al parque la encontró jugando en los columpios con otras niñas, que hablaban muy mal de él, insultándole, criticando su físico, su personalidad e incluso contando mentiras sobre su supuesta mala higiene o su pelo de extraño color plateado. Más sorprendido se quedó al no escuchar a Kagome defenderle y por ello, con el corazón en un puño decidió salir de allí lo más rápido que sus piernas lo permitiesen para no volver jamás.
O al menos eso fue lo que el Inuyasha de 10 años pensó al alejarse de la ciudad que lo vio nacer. Lo que no sabía ese niño es que su yo adolescente idearía un plan para vengarse de todas las chicas presentes en aquel parque, incluyendo a su única amiga en aquel lugar, Kagome.
Inuyasha había dejado atrás sus malos hábitos y bastantes kilos de más mientras crecía para transformarse en todo un adolescente. Se había convertido en el más alto y atlético de su clase, estaba apuntado en un club de voleibol profesional y en otro de atletismo con varios compañeros de clase de manera amateur.
Se había dejado crecer el pelo y ya no trataba de esconderlo por su color. Gracias a su entrenamiento diario y a su dieta se había convertido también en uno de los chicos más fuertes.
Pero, aunque él no quisiese, su lado emocional siempre salía a flote cuando se encontraba con una persona débil psicológicamente o con poca autoestima, además de en sus clases de literatura donde dejaba perplejos tanto a alumnos como a profesores con sus sentidos poemas o con sus reseñas de libros.
Pero su verdadera pasión era la asignatura de Física y Química, y por ello terminó estudiando una carrera relacionada con ella.
Durante todo su tiempo en la secundaria no había pasado para nada inadvertido a los ojos de las estudiantes quienes se dedicaban a adularle y beber los vientos por él. Pero, por cierto motivo con nombre, Inuyasha era incapaz de mantener alguna relación larga con una chica, ya que su mente tenía grabada a fuego la imagen de una chica de pelo negro como la noche y ojos almendrados e inocentes.
Al convertirse en adulto pudo por fin cumplir con su plan de venganza. Con su cuerpo de dios mitológico y su rostro cincelado y masculino sabía que su plan le saldría a la perfección. Lo único que tenía que hacer era volver a su ciudad natal por cinco días, uno por cada niña del parque, para encontrarlas a cada una de ellas y poner así en marcha su plan.
Decidió quedarse finalmente una semana para instalarse mejor y poder encontrar a esas chicas con más facilidad.
A la primera que encontró fue a la chica rubia de pecas que siempre afirmaba que los chicos de cursos superiores querían hablar con ella. Ahora sus pecas se veían difuminadas con maquillaje y su pelo rubio estaba adornado con algunos reflejos claros y con un alisado permanente. Esta chica se encontraba trabajando en el supermercado del barrio, así que no tardó en encontrarla, y mucho menos en camelarla. Solo bastó con alguna mirada insinuante y ella hizo el resto con frases de doble sentido y varios cumplidos hacia su físico antes de guiarlo hacia el almacén para comenzar a besarlo y a desnudarse para él. Inuyasha solo se quitó lo necesario antes de sacar un condón y adentrarse en ella con rapidez y brutalidad, casi haciendo daño a la rubia con uñas de gel que gemía agarrándose a una pila de cajas. Al salir del almacén Inuyasha solo dijo la palabra "Taisho", dejando a la chica con una cara de sorpresa.
La segunda fue más difícil de cortejar ya que se había casado sin acabar el instituto al haberse quedado embarazada del guaperas de la época, que también era uno de los acosadores particulares de Inuyasha; aunque se habían divorciado al poco tiempo de que el niño naciera. Pero el joven se las apañó para adentrarse en su casa, y en su cama, con la pequeña mentira de ser el nuevo vecino y necesitar ayuda con algunas cosas de su nueva casa. Con leves caricias y miradas ardientes, la morena confesó que era un hombre guapo y embriagante antes de llevarlo al sofá y hacer que se sentara mientras ella se arrodillaba frente a él y comenzaba a acariciar su erección antes de sentarse sobre él hasta llegar al orgasmo justo antes de que le escuchara decir que era Inuyasha Taisho.
No se acordó de que la tercera y la cuarta chica que había opinado sobre su físico diciendo que nadie querría estar con él cuando fueran adultos eran hermanas que lo hacía todo juntas. Las encontró en una de las discotecas de la ciudad después de que publicaran su ubicación en Instagram. Cabe decir que, en realidad, él fue encontrado por ellas, quienes no le quitaron el ojo desde que se acercó a la barra a pedir un trago. Después se acercaron ella poniéndose una a cada lado, agarradas de sus brazos mientras contoneaban sus caderas en aquellos vestidos tan pegados a sus cuerpos. Sus cabellos oscuros se balancearon con sus movimientos de baile toda la noche hasta que lo llevaron a su casa y, en la habitación de los padres se desvistieron los tres y disfrutaron de la noche lo que duran dos polvos hasta que Inuyasha cogiera su ropa y las dejara allí aun cuando clamaban que se quedara, a lo que solo respondió que se llamaba Inuyasha Taisho.
Para la cuarta noche su plan ya estaba casi acabado, solo le quedaba la quinta chica, Kagome. La había dejado la última no por los sentimientos que se mezclaban con sus recuerdos si no porque había sido la más difícil de encontrar en redes sociales por tener todos los perfiles en privado y con menos seguidores que las otras chicas. Fue así como consiguió también conocer su apellido, lo que le facilitó saber dónde estaba su casa en el barrio.
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Plan Taisho [InuKag]
أدب الهواةTwo-Shot dedicado a mis seguidores. Inuyasha Taisho considera que tiene un gran cuerpo y está orgulloso de ello. Pero antes, cuando sufría de obesidad, ya había conocido a alguien que lo apreciaba tal y como era sin importarle su físico, Kagome. O a...