Cuddling - Park Jimin

Capítulo 6

Jimin se levantó, sin apartarse de mis labios. Sus manos me rodearon la cara, apoyando las palmas en las mejillas mientras, inclinado hacia mi, unía y separaba, sin parar, su boca y la mía. Suspiró, haciéndome abrir los ojos, encontrándome con los suyos oscuros, mirándome fijamente.

Apretó los labios, levantando los dedos para echar mi pelo hacia atrás, acariciándolo y colocándolo tras las orejas. Besándome de nuevo.

Los labios esponjosos de Jimin cubrían los míos y se movían suavemente sobre ellos, intentando que el beso fuera profundo pero sin dejar de ser suave. El ritmo cambiaba antes de que pudiera acostumbrarme y saber realmente qué era lo que llevábamos haciendo todo este rato.

- ¿A dónde vas? – pregunté, en voz baja. Porque estaba de pie por alguna razón pero no terminaba de alejarse de mí.

- Vamos a la cama. – Parpadeé mientras él me acariciaba de nuevo el pelo, metiéndolo otra vez tras las orejas a pesar de que no se había movido de ahí.

- Jimin...

- Tranquila. – Volvió a besarme, en la boca primero, posando sus labios después en mis mejillas y en mi frente.

Se separó, incorporándose, agarrando mis manos y tirando para que me levantara del sofá yo también. Apagó la televisión antes de guiarme a paso lento hacia la habitación. Solté aire por la nariz, siguiéndole, intentando no comenzar a darle vueltas a la cabeza.

Llegamos a mi habitación y él pasó primero, soltándome y avanzando hacia la cama, deshaciéndola ¿Me arrepentiría de esto mañana? Ya sabía ahora que no era una buena idea pero no estaba dispuesta a alejarme de él.

La lluvia se estrellaba contra el cristal de la ventana que había sobre la cama.

- Solo vamos a dormir – susurró, después de que él se subiera al colchón y yo me quedara frente a él, mirándolo sin saber qué hacer. – Ven. – Suspiré, agachando la cabeza y obedeciéndole, apoyando las rodillas antes que nada.

Jimin se echó hacia un lado, abriendo las mantas, pegándose a la pared y dejándome un hueco a su lado. Me tumbé bocarriba y dejé que él me tapara, mordiéndose el labio inferior, estirándose sobre mí para poder apagar la luz antes de esconderse conmigo entre las sábanas y pegarse a mí.

Sus manos se envolvieron en mi cintura y buscó enredar sus piernas y las mías. Me removí, girándome hacia él, quedando de lado. Cerré las manos en la tela de la sudadera, arrugándola, preguntándome para mí misma si sería cómodo dormir con eso, aunque no me atrevía a sugerirle que se la quitara, porque sabía que no llevaba nada debajo.

Pasé una de las manos por su costado, abrazándole. Él tenía una de sus manos encajada en mi cintura y subió la otra, apoyándola en mi barbilla, acariciando mi mejilla con el pulgar. Se inclinó hacia delante, hasta que sus labios rozaron los míos.