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Capítulo 3: Una Zorra como Jefa

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Capítulo 3: Una zorra como jefa

A veces me preguntaba por qué Winter tenía carné de conducir

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A veces me preguntaba por qué Winter tenía carné de conducir. ¿Quién había sido la persona que la había visto capacitada para llevar un coche? Mi amiga era una conductora temeraria. Le gustaba correr y, cuando la situación lo requería, sacaba ese lado oscuro suyo que provocaba que se transformara en la persona peor hablada del planeta.

—¡Gilipollas! —gritó cuando un coche la adelantó en un semáforo.

Sí, ella era un encanto siempre y cuando no cogiese el coche.

La entendía a la perfección. Conducir por aquellas calles atestadas tanto de vehículos como de transeúntes no era algo que me apeteciera a mí tampoco. Esa era la razón por la que prefería el transporte público: no era tan estresante.

Por fortuna, llegué sana y salva a FosterWords, la editorial en la que trabajaba como traductora de libros. Amaba mi trabajo. Leer era algo que me apasionaba, al igual que los idiomas. Fue por eso que cuando Landon Brooks, uno de mis más fieles amigos de la universidad, me ayudó a conseguir aquel puesto, estuve a punto de besarle.

Hablando del rey de Roma.

—¡Buenos días, Elli! —Landon me vio salir del coche de Winter y se acercó a nosotras. Como buen amigo que era, conocía tanto a Winter como a Genevieve. Así que se agachó y, aprovechando la puerta abierta, saludó a mi amiga con una sonrisa seductora—. Hola, Winter.

—¡Qué pasa, guapo! —lo saludó ella.

Winter le dio un beso en la mejilla a modo de saludo, gesto que repitió él tanto con ella como conmigo.

—¡Disfrutad del trabajo! —nos deseó ella—. Landon, cuídamela.

—¡Eh! Ya soy lo bastante mayorcita como para cuidarme yo sola, ¿no crees, Landon? —Crucé los brazos alrededor del pecho y miré a mi mejor amigo. Su respuesta fue una sonrisa burlona y lo siguiente:

—No, pero has hecho bien en preguntarlo.

Bufé y fingí enfadarme.

—¿Cuántos años dices que tienes?

Winter y Landon tenían la mala costumbre de burlarse de mí en cuanto se les daba la ocasión. A pesar de ser algo molestos a veces, era consciente de que lo hacían con cariño. Además, en ese momento se me haría muy extraño que no lo hicieran, pues era algo habitual en ellos.

—Muy graciosa. ¿Podemos irnos ahora a trabajar? No quiero llegar tarde y que luego mi jefe me riña —dije con ironía.

Winter y yo miramos a Landon sonriendo. Él era mi jefe, el encargado del departamento de traducción de la editorial, un puesto que se merecía. No solo había sido el que más matrículas de honor había conseguido en la universidad, sino el que mejor cualificado estaba de toda la clase. Él, al igual que yo, había estudiado un Grado de Traducción e Interpretación. Además, ambos hicimos un máster universitario en Traducción e Interculturalidad. Eso sí, la mayor diferencia entre él y yo era que él dominaba una cantidad descomunal de idiomas mientras que yo era especialista solo en un puñado de ellos y sabía por encima otros tantos. Mi deseo era profundizar en mi dominio del japonés e hindi.

Palabras Enredadas (Amor Enredado 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora