San Valentín Heylin

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Aquel día no era especial para el genio del mal, carecía de amigos y su amor ni si quiera era correspondido, no era más que un día en donde su animo seria humillado y pisoteado como todos los anteriores. Por esa razón se había encerrado en su laboratorio, quedándose ajeno al mundo e intentaría no meterse en redes sociales, todo aquel que tuviera dos dedos de frente sabia que Internet estaría lleno de esos mensajes de amor e imagines realmente cursis. Suspirando pesadamente mirando a sus maquinas quietas y frías, era un genio y nadie se daba cuenta de ello y sabia que nunca recibiría ningún halago respecto a sus creaciones... no era de extrañar que la soledad inundara cada rincón de su ser si no tenia a nadie con quien compartir sus logros ni hablar con alguien sobre ese tema referente al amor. Pero si lo pensaba fríamente posiblemente era lo mejor pues detestaba un poco el contacto físico a consecuencia de su frágil piel, era demasiado sensible y el mínimo golpe le producía un enorme moratón que tardaría días en irse por completo.

El sonido metálico era lo único que acompañaba a su solitario corazón y las chispas creadas por sus herramientas ante el contacto del metal, serian las únicas que verían el vació de aquellos orbes rojizos como los rubís.

Al joven monje le habían explicado durante toda la mañana que era el día de San Valentín, sin embargo aun no lo había terminado de entender del todo, según Raimundo era el día perfecto para ligar con las chicas más hermosas. Por otro lado a Clay no le entendió nada pues nuevamente estaba hablando haciendo referencias a su vida como vaquero pero si logro sacar en claro algo de un establo y una familia de vacas. Se había decantado por la idea de Kimiko respecto a ese día, la cual consistía en regalar chocolate pero no solo a esa persona especial de tu corazón sino que también a todas tus amistades. Fue eso lo que le motivo a hacer pequeños corazones de chocolate para TODO el mundo y cuando decía todo el mundo, era para todos incluyendo a sus enemigos. En cuanto los repartió por todo el templo incluyendo a sus enemigas las ardillas, tuvo la osadía de ir hasta la ciudadela de Chase y darle también una pequeña bolsa de dulces. Ignoraba por completo el peligro al que se exponía y su inocencia le hacia pensar que en aquel día incluso los malvados mostraban su pequeño corazoncito.

Había notado una gran perturbación en su hora de meditación, haciendo que se preguntase quien habría podido ser capaz de desequilibrar la balanza del bien y el mal. Se vio obligado a usar sus poderes mágicos para hacer aparecer aquella esfera que le permitía observar aquello que veían sus sirvientes voladores. La sorpresa apareció en su rostro en cuanto pudo apreciar como el templo de los monjes parecía estar sumergido en el caos absoluto. Desconocía que era lo que había pasado pero su instinto animal le hizo sentir el peligro muy cerca,tanto era el peligro que la bestia yaciente en su interior le comenzó a susurrar en su cabeza que debía irse si quería vivir. No obstante ignoro aquellas advertencias, sobretodo cuando vio como sus sirvientes se acercaban junto con el joven monje detrás de ellos. La sensación de tener ante él, el causante de todo mal surgió en cuanto pudo percatarse de aquellas bolsas llenas de corazoncitos de chocolate y de colorines. Pero debía pensar fríamente, Omi era demasiado bondadoso como para cometer tal maldad ni si quiera su aura era oscura como la de un Heylin, era clara y transparente como el agua.
–¿Qué te trae a mi ciudadela,pequeño monje?– Preguntando con voz seria y autoritaria,algo que pareció ignorar el dragón Xiaolin de agua pues no tardo ni un segundo en acercarse a él.

En cuanto vio a Chase no dudo en acercarse ignorando los gruñidos de aquellos enormes gatos.–Quería darte esto...– Ofreciéndole la penúltima bolsa de dulces que le quedaba.

Tomo aquella ofrenda con una sonrisa,una sonrisa que se desvaneció al notar como la bestia de su interior gritaba para que tirase ese regalo por ser el causante de tanto caos.– ¿Con que fin me das esto?¿Me ves con cara de gustarme los dulces?.–Todo aquel que le conociera sabia a la perfección que odiaba esas cosas a excepción de los dulces orientales como el Tanbgyuan.

San Valentin HeylinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora