La inquietud que siento en este momento hace que pierda el control y no pueda encontrar la llave correcta para abrir la puerta principal de la casa. Fallé 5 y hasta 7 veces sin encontrarla hasta que abrí la puerta con una técnica que mi papá me enseñó: pasar una tarjeta de crédito por la cerradura.
Subí directo a sus habitaciones pero no los ví por ningún lado. Bajé y fuí al patio trasero para pensar en un posible lugar para encontrarlos. La casa de Elvin. Miré hacia la raíz del árbol que está al lado de la mesa y noté que ahí estaba el celular color rosa de mi mamá. Inmediatamente me acerqué para revisarlo. Pero al agarrarlo, me sorprendió ver a Ernest parado justo enfrente de mí.
-¿Qué haces aquí?
La rabía que siento es mayor cada vez que veo a este idiota. Su cabello rubio hace que me den ganas de vomitarle encima. Sus ojos marrones y su cuerpo escultural me hacen querer llevarlo al desierto y que los buitres se lo coman vivo.
-Solo pasaba un rato. Sabía que vendrías y quería invitarte a mi casa. Te aseguro que te encantará la fiesta que hemos preparado para tu familia. -su mirada coqueta y maléfica me daban escalofríos. Mi brazo no pudo quedarse quieto y se abalanzó hacia su cara, pero Ernest es más rápido y detiene mi puño. -Pobre Carolina, pobre sexy y ardiente Carolina. Nunca olvidaré la tarde en que la pasamos juntos en mi casa, junto a Jennifer, hace 6 años. Amé ese día.
Recordé aquella escena. Un cuarto gris, Jennifer y yo acostadas en una cama desnudas, mientras Elvin y Ernest nos violaban. Ernest para ese tiempo, tenía 12 años. Jennifer y yo nos salvamos de no haber salido embarazadas. Mis lágrimas recorrieron mis mejillas y sentí asco por mi.
-Ya, dime, dónde los tienes. Te prometo que haré lo que tu quieras si no les haces daño. -Llegué a arrodillarme en sus pies. Haría lo que fuera para que ellos estén bien. -Lo prometo.
-Bueno, sé mi sumisa. Así dejaré libre y tranquila a tu familia. Sólo te quiero a ti, dulce y sexy princesita. -Sus manos apretaban mis mejillas y me tenía encima de la mesa. Me abrió las piernas para él acomodarse entre ellas. Este tipo es asqueroso. Se acercó a mi cuello y empezó a besarme, me levantó haciendo que yo me sentara en el bulto que estaba en su pantalón. Mis lágrimas no dejaban de caer.
-¿Qué tal si vamos a tu casa, liberas a mi familia y después hago todo lo que quieras? -pregunté removiéndome incómoda para librarme de sus asquerosos besos. Tengo un plan en mente y espero no falle.
Ernest me bajó y me trató de besar, pero lo esquivé. Ernest, ya muy molesto por mi acto, me agarró el cuello y me alzó como una muñeca de trapo.
-Escucha niña, hicimos un trato. Harás las cosas como yo diga o si no, las cosas irán mal para ti y tu estúpida familia. -Ernest estaba tan molesto que me estaba dejando sin aire. Me bajó y me besó fuerte. Mi celular vibraba en el bolsillo derecho de mi pantalón. Seguramente es Hunter.
Caminé detrás de Ernest, con la esperanza de que no se diera cuenta cuando llame a la policía.
-Ah, y una última cosa... -Ernest volteó repentinamente haciéndome saltar del susto. -Dame el celular. No quiero que realices ninguna llamada a la policía o a los detectives o a esas personas.
Ernest me miró directamente a los ojos mientras pasaba una mano por detrás tocándo lo que no debe tocar y sacando mi celular. En sus ojos noté malicia y dolor. Parece que de pequeño sufrió tanto y quiere vengarse. Mi curiosidad por saber lo que pasó con él es grande.
-Ernest, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Dime princesa.
La dulzura con la que me está tratando hace que me confunda. ¿Por qué me trata mal y luego me dice cosas lindas y me trata lindo?
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¿Bailamos?
Novela Juvenil¿Mi pasión? El baile. ¿Como pasó? Pues, cuando tenia 5 años descubrí que mi talento era bailar. Desde ahí comienza mi historia. Una historia llena de amor, tristeza, corage...