Capítulo 2 -!Hola Desconocido! (parte 1)

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Siempre me toca ir de pie en el autobús pero hay un hombre muy extraño, un peliverde que siempre me deja su sitio mientras me mira disimulando no hacerlo, o quizás sea yo quien quiere que me mire.

Me dijo que se llama Roronoa Zoro y siempre que le hablo él responde con monosílabos, como evitando la conversación. Hoy le pedí que viniera a mi restaurante, que le invitaría a comer por ser tan gentil, pero él no aceptó y pensé que por hoy había sido suficiente, mañana lo intentaría de nuevo pero, al día siguiente, no apareció.

Esa noche le conté a Law y Luffy la historia del chico del autobús mientras comíamos.

-¡Woow! ¿No aceptó comida gratis?- Preguntó Luffy muy sorprendido.

-Parece interesante, que pena que no lo vayas a ver más- dijo Law como si nada.

Pasaron un par de semanas en los que me olvidé por completo del peliverde y me enfoqué en mi trabajo en el restaurante hasta que un día recibí una visita inesperada.

-¡Sanji! En la entrada preguntan por ti- Me gritó Daisy, una camarera del restaurante, desde el otro lado del local.

Cuando lo vi mi corazón dio un vuelco. -"joder que me está pasando"- pensé. Me acerqué a él y le indiqué que me siguiera a una de las mesas disponibles. Le ofrecí un menú pero lo rechazó diciendo -Quiero probar la especialidad de la casa.-

Yo simplemente asentí y me retiré para volver unos minutos después con uno de mis mejores platillos. Él lo aceptó pero dijo que no lo comería si no era conmigo así que le dije que se esperara, que en media hora acabaría mi turno, entonces él accedió a comerlo mientras me esperaba. Cuando por fin terminé me cambié rápidamente y nos fuimos a tomar una copa.

De camino a casa él me dijo -intenté olvidarte pero no salías de mi cabeza. Llevo dos semanas buscando ese dichoso restaurante.- Yo reí y él besó mi mejilla despidiéndose de mí.

-Ya es muy tarde pero mañana volveré por ti- dijo. Yo me sonrojé y él sonrió y me miró con esos ojos penetrantes de color gris. Pude notar como en ellos destellaban unas motas doradas, al igual que sus tres pendientes.

Al día siguiente, como lo había prometido, apareció en el restaurante unos minutos antes de que yo saliera. Fuimos a cenar juntos en pequeño puesto callejero. Mientras caminábamos me besó en la mejilla y yo pensé que se iba a ir otra vez sin darme un beso de verdad. Desde la primera vez que hablé con él ansío probar esos labios carnosos.

De repente, empezaron a tirar fuegos artificiales cerca de ahí. Sorprendido por el estruendo, cogí su mano para que no se fuese y él entrelazó sus dedos con los míos. Entonces seguimos nuestro camino, nuestra intención era ir a tomar unas copas pero empezó a llover y salieron los malditos truenos que tanto odio. Sin previo aviso me aferré a su brazo y él me envolvió con su chaqueta y sus brazos -¿Todo bien?-

Me sentía ridículo, asustarme por algo como eso. Sin duda me sonrojé y más al sentir cómo sus manos empezaron a bajar peligrosamente hacia mi cintura -Sí, todo bien.- Noté que mi voz tembló, en parte por el trueno y en parte porque su toque me estremecía.

Bajo la luz de la luna, el frío intenso y la maldita lluvia cogió suavemente y levantó mi barbilla y entonces, por fin, me besó. Poco a poco el beso se trasformó a más cuando por fin encontramos su coche, yo me quejé por separarnos y él sonrió dándome un beso corto.

En el coche empezó a decirme lo bueno que estaba, que le gustaban los chicos así, delgados, y que se había fijado en mi culito respingón al abrir la puerta. Aquellas palabras me calentaron. Su mano tocó mi muslo y me puse rígido del propio nerviosismo.

Pronto aparcó y subimos a su piso. En las escaleras me hizo ir adelante mientras él, de vez en cuando, me sobaba el culo o me daba una palmada y todo eso me ponía a mil. Mi pollita iba a reventar. No soy muy dotado, unos 16 cm y delgada.

Entramos en su apartamento. Me acercó a él pasando su mano por mi cintura y pegando mi culo a su vientre me dijo al oído -Cómo me pones nada más verte. Estaba deseando follarte desde que hablamos la primera vez.- Al mismo tiempo que sentía un enorme bulto pegado a mis nalgas. Yo estaba aturdido pero ahora, en estas circunstancias, me hacía sentirme una puta, como a una mujer que convencen para follarla después de trabajarla durante meses.

Me desnudó rápidamente mientras que él quedó con el pantalón y me llevó al baño. Ahí me duchó y comenzó a sobar mi culito. Yo estaba muy duro pero, cuando me tocaba, él me quitaba la mano mientras me decía -Tranquila putita, te voy a hacer correr como una loca... en su momento.-

Seguía tratándome como a una mujer y yo estaba que explotaba pero era incapaz de desobedecerle. Me limpió a fondo mi ano utilizando la regadera de mano de la ducha y sentí correr el agua tibia por mis intestinos. Aquello aumentó mi calentura (si podía aún más) y me dio cierto placer.

Mientras me hacía aquello me dijo que él se había duchado antes y me sacó de allí. La verdad yo estaba entregado, me llevaba dónde quería y cómo quería y sentirme así había hecho que yo perdiera la cabeza, sin voluntad propia.

Llegamos al salón y pude darme cuenta que tenía en la mesa unas braguitas. Me las colocó. Eran negras, muy insinuantes (no una tanga) y me puso de espaldas a él. Su mano acariciaba mi culo y mi vientre apretándome a él. Su otra mano metía los dedos en mí boca y yo los chupaba hasta que me sentó en un cómodo sillón y él se arrodilló.

Cuando sentí su lengua en mi culo casi me corro de gusto, mi mano se fue a mi pollita pero él volvió a quitármela sin dejar de comerme el culo. Empecé a gemir y a culear hasta que él dejó de comer y comenzó a meter un dedo. Mirándome empezó a sacarlo y meterlo mientras yo daba quejidos flojos de gusto.

Sentía un enorme placer totalmente desconocido para mí. Podía sentir cómo mi culo se cerraba y abría atrapando su dedo en él y dos veces más intenté agarrarme mi pollita, mismas dos veces que él me lo impidió, entonces me pareció que hablaba otro pero era yo el que le decía -Por favor, fóllame.-

Se incorporó tras desabrocharse el pantalón sin dejar que su dedo saliera de mi culo. El pantalón cayó y en su slip había un enorme bulto. Se pegó un poco a mí alzando mi culo para no dejar salir su dedo hasta que me pegó su pollón a mi cara. Mi mano bajó su slip y se liberó aquella herramienta dura, gorda y venosa.

Noté como su dedo salía de mi culo y él agarró su verga y mi cabeza y la tragué. Empecé a mamarla con ganas mientras él dejaba escapar unos quejidos. Sólo había mamado una polla antes que esa, sólo por unos segundos y sin que llegara a correrse. Me quité enseguida pero ahora la deseaba. Esa polla me hacía sentir feliz teniéndola en mi boca y deseaba idolatrarla.

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Con la ayuda, opinión y corrección de mi editor @Madkitten_

C.O.M.E.N.T.A

o

V.O.T.A

Dame una señal de que no voy tan mal.

GRACIAS POR LEER.

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