Cielo

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Rodeado de un montón de nubes a simple vista, ese color celeste que lo caracteriza, a veces con esos tonos que aterrorizan con sus nubes grises que proclaman una tormenta, a veces con los mismo rayos y otras con simples amenazas de copos de nieve, muchos son los estados del cielo. Cuando los mortales miran hacia arriba ven como esta, muchas veces los ciega el mismo sol que ilumina todos los días y a veces ese azul profundo y penetrante que tiene la noche, con su luna esa misma que algunos días nos ilumina la cara y otras carecemos de tal iluminación. Estados que  azoran la mente, climas inexplicables para una persona con características comunes, pero para otros entes son muy sencillos de comprender. 

Los ángeles, esos que a veces se nos presentan en nuestro lecho de muerte, esos que nos ayudan a cruzar el umbral para conocer qué hay más allá de nuestras narices, para atravesar el frío penetrante que es la muerte. Pero muchas veces no llegan y nos encontramos solos, perdidos y ahogados en un mar de desesperación inminente, quien sea capaz de decir tal barbaridad contra las creencias del cielo, sería rechazado para entrar en el supuesto paraiso, las personas de la tierra nacen sin conocimiento alguno sobre los casos de las divinidades sin embargo ellos eligen en que creer y si toman la decisión de creer en los dioses, entonces irán por un camino arduo y sacrificado para conseguir llegar al otro mundo, que no es más que una ilusión formada por los mismos mortales, una droga inventada para calmar el suplicio que se vive dia a dia, eso es la religión y las creencias en dioses, apaciguar el dolor de tener que soportar, torturas, muerte desolación y penumbras, pero principalmente el miedo y la angustia. 

Había llegado el momento de elegir después de siglos de espera a un nuevo ángel, los dioses Asmito dios del viento, Krenta dios del agua, Istmo dios de la fortaleza y Gusla dios de la creación. Estos más reconocidos dioses eran los primeros en existir, todos ellos fueron los primeros en partir la tierra, forjarla y hasta usarla de manera próspera, influyendo a las personas, esas mismas que en sus pensamientos los habían creado. Los dioses no eran más que creaciones mortales y existían por ello, si las personas ya no creían en su existencia entonces se convertían en polvo y cenizas, sus vidas en la eternidad solo dependen de esos hombres y mujeres de la tierra, pendían de un hilo, hablando más apropiadamente necesitaban mantenerse en las ideas de los mortales para que su existencia en el reino que habían formado aún tuviera su poderío. Descendieron del infinito hacia el lugar donde los habitantes se encontraban, les habían anunciado la llegada de un niño a la tierra, debían conservar a este puro como un diamante sin pulir, nada lo debía tocar sino no servirá para formar parte del séquito de dioses, solo se podía elegir un ángel, este dependía de muchos factores a tomar en cuenta, no debía ser tocado por los mortales, su primer aliento debía ser en el reino de los cielos y principalmente debía tener la marca. Los dioses fueron informados de este niño que estaba por nacer en el vientre de una madre alcohólica y promiscua, no existía padre para este niño y su madre no estaba en condiciones de cuidarlo, así nacen los ángeles dentro de la existencia más penosa que tiene el ser humano. Ninguno de los nacidos en la tierra tiene poder de elección alguna, tampoco los dioses pueden intervenir por ellos al menos que estos seres crean en los mismos, sin embargo al nacer no tenemos ni siquiera consciencia de quienes somos y simplemente somos una saco de carne y huesos listo para ser amoldado, eso era lo que hacían los dioses al encontrar al próximo ángel, ellos debían formar a ese ente hasta transformarlo en un ser digno de los podemos más extraordinarios. 

Estos cuatro dioses llegaron a la tierra, en un simple pestañeo. Seres inmortales si los hubiera, estos cuatro eran los únicos perdurables en el tiempo y espacio, ellos habian formado a los demás con éxito, se vanagloriaban por ello. Notaron desde su espectro el momento del nacimiento de este niño quien intentaba salir de aquel recóndito lugar que era el vientre de esa madre impúdica, sucia y hasta incapaz. No hay título de madre, sino te sientes una, ella era solo la progenitora del siguiente dios. Notaron el movimiento de aquella sala, la poca eficacia con la que se trabajaba, tomaron cartas sobre el asunto, penetraron las almas de esos médicos y enfermeros, cada uno formando parte de su cuerpo, las personas una vez dominadas por los dioses dejan de ser ellos mismos para ser nada, desaparecen de la vida y no recuerdan nada cuando estos seres abandonan el cuerpo mortal. El nacimiento era un hecho se estaba efectuando, las primeras manos que lo tocaría serían las de Gusla, dios de la creación, era él el primero y más importante, imponente, dominante, sencillamente el jefe de toda la tropa, sus manos se posicionaron en el lugar indicado, tomando la cabeza del niño quien estaba naciendo poco a poco, teniendo dificultades. El primer toque de las manos de este dios con el niño confirmaron que lo antes dicho era verdad, le deparaba un futuro próspero, lleno de momentos en los cuales se jugaría hasta su propia vida, todo aquello fue revelado ante la vista de Gusla sin embargo, el dios de la fortaleza vio algo diferente, este niño traería problemas sino era dirigido por el buen camino. Ambas visiones se podían concretar al tiempo que una suprimera a la otra, un terror infinito acudió al ser de Istmo, en tanto Gusla mantenía la fé ciega en este personaje que formaria parte del reino de los cielos. El dios más importante tomó al niño una vez en sus brazos, para esfumarse en una abrir y cerrar de ojos, no se le permitía a este nuevo ser respirar el aire mortal sino sus pulmones serían invadidos de mezclas impuras, mantuvieron al niño en estado de muerte por unos instantes hasta llegar a más allá del infinito. 

- Puedes respirar.- hablo Gusla a lo que el niño respiro una gran bocanada de aire, sus rasgados ojos se abrieron, pero los cerró al instante al ser cegado por la luz del imperio más grande, sencillamente había perdido la opción mortal del llanto, la única señal de vida ya la tenía, su cuerpo se transformó con esa bocanada de aire haciendo que su aura comenzará a brillar, desperdigando poco a poco un color verde claro. Estos cuatro dioses lo observaron mientras hacían su ritual de contemplación, todas sus manos debian tocar al niño por un tiempo, haciendo que este se transformara en un ángel, pero este tipo de ángel era diferente, no tenía alas ni una aureola como se lo imaginan las personas, lo único que imponía su calidad de ser superior era el aura que se le estaba formando, esta poco a poco tomó la intensidad necesaria quedándose en un color verde, Asmito terminó por formar al niño, su mente no era la de un mortal los vientos huracanados se esparcieron por el interior del ser con aura verde, transformando todo a su paso. El trabajo estaba hecho sin embargo Istmo y Krenta debian unir fuerzas, mientras uno hundia al ser en una constante corriente de aguas sagradas para purificar todo rastro de mortalidad, Istmo le daba la fuerza en el pensamiento para mantenerse en contemplación exacta, imponiendo el mandato en su mente, haciéndole creer toda la información que pasaban desde sus manos a la mente de este pequeño ser. 

El trabajo estaba hecho, no quedaba más que esperar que alguna de las dos visiones se concretara, sus poderes fueron desplegados dentro del angel recientemente adquirido como tal. Ahora las decisiones que tomaría a lo largo de su vida serán por cuenta propia, nada impedía que tomara el mal camino, mas toda la ira de estos dioses caería sobre él. Bastaba con hacer enfurecer a algún dios para concretar el camino a la destrucción, no todo es bueno en el reino de los cielos. 

Una cosa faltaba, elegir el nombre de este ser, quien ahora mismo seguía siendo observado por estos cuatro seres divinos. Todos se miraron sin replicar palabra en absoluto, sabían que pesaban los otros, pero no podían leer la mente de ese niño recientemente llegado, tomaron la decisión. - Guillermo.- dijeron al unísono, mostrando asombro y sonrisa por tener el mismo pensamiento, no habían palabras que decir, al proclamarle con nombre al nuevo ángel, un cristal en este caso verde como su aura se implantaba en el pecho de este ser, ardiendo en el mismo dejando al goce de su máximo esplendor para luego atenuar su color hasta quedar apagado, ese cristal servía luego para su consagración como dios. Ahora mismo era una llave que abría las puertas del paraíso. Una vez elegido el nombre e impuesto el mandato general, con sus pros y contra, el ángel abrió los ojos, dejando ver el mismo color de su aura, el trabajo estaba terminado y la marca de este se hallaba en su pecho, todo estaba alineado, no quedaba más que esperar. Así se dio comienzo a una increíble formación, Guillermo tendría las virtudes necesarias para recorrer el estadio de superioridad, no disfrutaría de ningún placer mortal, los dioses le darían otro tipo de placeres que en el reino donde se encontraban eran comunes y únicos una vez sea un dios.

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by: ivka777

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