Infierno

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Se proclaman entre las tinieblas, fuertes espectros con señales claras de antigüedad, muerte y desconsuelo. Esos mismos que algún momento pertenecieron a la tierra y algunos de ellos al reino de los cielos. Cada castigo se llevaba fuertemente en este lugar, repleto de tinieblas, con aspecto sucios y hasta decadente. Este lugar no fue creado a partir de las ideas de los humanos, más bien fue creado por un dios, también perteneciente al reino de los cielos, donde se disfrutaba de los mayores placeres sin embargo este dios creador de la perdición, se quitó del camino de la rectitud, quería ascender de peldaños con respecto a la importancia de los dioses, llegó a matar a uno de ellos, llamado Troj encargado de ser el dios de la Esperanza. La muerte de este ser dejo a la tierra con lo que ahora se conoce como el nombre de perdición y desesperanza, eso que nos hace conducir por un camino que no es el correcto para llegar más allá del infinito. Así fue como este dios llamado Lucifer conquistó el título mayor, pero con una carga inminente fue expulsado del reino, siendo degradado a una eternidad de experimentos fallidos y al mismo tiempo a perder toda capacidad de reconocimiento divino. Lo que no tuvieron en cuenta los dioses de ese entonces, tanto Istmo, Gusla y los demás, es que Lucifer seguía siendo un dios abandonado a su pesar sobre la tierra. Este corrupto y corrompido personaje creo así el reino opuesto, llamado Infierno. Todo aquel que fuera echado del reino de los cielos quedaría denigrado a este lugar para seguir siendo un mortal pero con la capacidad para sufrir el resto de la eternidad, sin embargo Lucifer al ser expulsado del paraíso, dejó de ser inmortal para convertirse en algo que poco a poco se iba muriendo a causa de enfermedades que desataba, por desastres que ocasiona, pero jamas dejo de ser un dios. Capaz de crear destrucción y perdición, comenzó a tomar fuerza cuando las personas creyeron en él y su figura omnipotente, el poder creció al igual que sus ganas inminentes de concentrar todo el poderío en sus garras. 

Este dios que es el rey único e indiscutido de las tinieblas, eso es lo que quería el primero que llegó a formar esa tierra. Sin embargo pereció como todo el resto de su séquito. Por más creencia que tuviera la gente en su espíritu no era suficiente para alcanzar alguna especie de eternidad, fue condenado y como todo condenado estaba listo para perecer en las llamas humeantes  del infierno. Infierno si existiese, no todo dura para siempre, tenía en sus manos el poder de elegir sobre los humanos de la tierra a quien fuera su próximo predecesor, ese que tomaría su trono, para gobernar con sabiduría y extrema anarquía la vida de quienes llegaban a cumplir con su máximo castigo. Sin embargo algo pasaba todos los antes elegidos habían perecido en las llamas de aquel horno que destruye completamente todo rastro de vida o inclusive puede matar a un dios si así se desea. Ninguno había llegado a ser capaz de concluir su entrenamiento ya que antes de que eso pasara se volvían deseantes de poder, casi locos de atar por conquistar un puesto superior, era una de las condenas que se tenía que llevar a cabo, pasar ese estadío de perdición de todo tipo de pensamiento, para así ocupar el puesto por el cual se les había elegido. 

- El último experimento ya fue desintegrado.- Dijo la mano derecha del mismo dios de las tinieblas, quien se encontraba pensando en su trono, rodeado de sangre y muerte, todo su cuerpo enormemente imponente, con su bastón, este tenia una bola de cristal roja, dentro de ella se encontraban las almas perdidas de miles de condenados, con una luz morada que emanaba del centro producto de los gritos desgarradores de estas almas. El trono construido con partes de cuerpos humanos disecados, la sala de aquel lugar con estacas que contenían cabezas de ciervos que alguna vez no acataron las órdenes, toda muerte que se deseaba él la conseguía. 

- Debemos elegir al próximo.- miro los ojos de su mano derecha llamado Sbymg, estas profundas orbes de color negro, hacían correr al más valiente soldado. Este ciervo asintió, dejando entrever su descontento por tener que soportar nuevamente algo así, sin embargo Lucifer estaba pereciendo, sus fuerzas se agotaban lo unico que lo mantenia aun en el puesto eran las almas de vírgenes que robaba en un suspiro. Observó su cetro las almas le revelaron al próximo que debían traer.  Era un pequeño niño ya nacido, en la imagen que desplegaba esa bola se lo veía feliz y con una familia que lo amaba, se lo podía ver en los ojos de los padres, tanta felicidad causaba descompostura al ser del infierno, no soportaba ver feliz a los demás por eso ese niño tan amado debía ser arrancado de los brazos de esos mortales, quería verlo sufrir y regodearse en su propia crapulencia. -Este.- anuncio en un grito desgarrado, un rayo de luz oscura atravesó los ojos de su sirviente mostrando los pasos a seguir, debía arrebatar a ese ser y traerlo inmediatamente a este lugar, conocería que para él también existiría el castigo. 

Así fue como Sbymg, un fiel ciervo condenado a cumplir órdenes del ser más repugnante desapareció haciéndose niebla, en otro momento el mismo Lucifer se encargaría de hacer ese trabajo, mas no podia por la condición en la que se encontraba, todo poder tiene su parte mala, se estaba consumiendo en su propia inmundicia. Los poderes de este sirviente no eran tan fuertes como los del dios al que le debía su vida, sino no hubiese titubeado para tomar el puesto de dios del infierno. Observó la situación, las almas dentro de la bola en ese cetro habían elegido correctamente, este niño tenía la marca de la muerte en toda su aura, había llegado el momento. Todos se encontraban en la sala disfrutando de la compañía familiar, se presentó como un ente, las personas en ese lugar se asustaron y corrieron para salvar sus vidas, una estrepitosa risa sonora, los dejó sin audición, sus manos se estiraron para llegar al niño que fue arrancado de todo lazo con esas personas, un remolino de aire caliente, con llamas en su interior se abrió en medio del lugar, un último suspiro les arrancó la vida a las personas en esa sala y las arrastro al infierno, el niño fue arrojado a ese agujero llameante y en un parpadeo ya nada había dejado rastros de existencia en el lugar, como si nada hubiese existido nunca. Volviendo de la misma manera, las almas de esos padres entraron en el cetro del Dios de la muerte, arrancando un grito ahogado y profundo antes de que se quedaran selladas en la perdición, su sirviente se presentó de la misma manera en la que se fue, en un movimiento de niebla gris, mostró al próximo experimento que sería criado en las artes oscuras, Lucifer lo observo y simplemente asintió. 

Con el cetro, tocó el centro del pecho de este niño, con piel blanca y los ojos azules como el cielo. Su piel se oscureció hasta tomar un poco el tono de un bronceado pero muy leve, su pelo se tornó oscuro y sus ojos pasaron de ser azules a quedar con un color morado con rasgos fuertemente negros, una pupila penetrante y su cuerpo se transformó, en el mismo momento de transformación de su ser se borraron los recuerdos mortales, ahora tenía la pequeña formación de un semi-dios quien tendría la posibilidad de elegir el escalón superior y ser el dios del inframundo. Su cuerpo quedó marcado por líneas negras que salían de su pecho, formando ramificaciones sobre la piel, sus ojos fuertemente penetrantes ya hacen hincapié en su formación como parte de este mundo, solo faltaba el mandato superior. 

- Así serás uno de nosotros, elegido para ser mi predecesor y capaz de resurgir entre las tinieblas.- Lucifer tomó al niño entre sus garras negras y podridas, elevandolo a este por encima de su cabeza, para luego arrojarlo al estanque de almas y llamas que se abrió en el piso con el chasquido de su lengua en la boca. Arrojó al niño recientemente formado, sobre ese agua, así se pasó el mandato a su mente, estaba siendo penetrado por cada una de las almas, las cuales luego salían de la boca de este pequeño semi-dios, llegando a la profunda perdición del mismo agua, salió despedido de esta, su completud estaba hecha. Lucifer volvió a su trono y el pequeño niño fue traído por una de las almas en pena que se encontraban en el lugar, todo esto valía la pena, ya estaba llegando el fin del dios y necesitaba a quien continuará el legado antes impuesto. - Solo falta tu nombre. Serás Samuel como todos los demás, como yo me llame en algún momento.- Ese nombre significaba que es escuchado por dios, pero fue escuchado por el dios del infierno, quien ahora lo observaba depositado entre sus garras, los ojos de niño se abrieron y una sonrisa siniestra se formó en sus labios, había entendido todo, este experimento estaba listo para demostrar a lo largo de su formación final si era digno de ocupar el trono del dios Lucifer. 

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by:ivka777

TU EL CIELO Y YO EL INFIERNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora