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7 meses pasaron. ¿Fue fácil superarla? Por supuesto que no, pero gracias a Freddy, logré hacerlo. No la he vuelto a ver, creo que se fue a vivir a otro país. Salíamos todos los días a cualquier lugar, para divertirnos. Venimos al 1989, desde que me invitó a este lugar, me enamoré completamente del café. 

—¿Qué tienes planeado para hoy?

—Sobre eso, hoy tengo una cita —rasco su barbilla.

—¿Desde cuando? —levante una ceja.

—La semana pasada, en el boliche.

—Bueno, no hay problema.

—¿Quieres venir? Ella llevará a su amiga.

—No me interesa conocer a alguien, y lo sabes perfectamente.

—Jos, la chica es súper buena onda, trabaja aquí.

—¿Y en donde esta?

—Hoy descansa, lo sé porque ayer vine a recogerla junto con mi chica.

Las chicas que me ha presentado no son de mi tipo, no quiero desperdiciar mi tiempo con otra.

—Vamos Jos, me debes una.

—Dile a tu primo, ya sabes que le encanta socializar —rodé los ojos.

—Esta en Querétaro.

—De acuerdo, pero si la chica no es de mi agrado, no quiero que sigas haciendo citas sin mi consentimiento.

—Te vas a enamorar de ella.

—Oh no, ya no caeré en eso.

Pasaron dos horas, ya era hora de pasar por las chicas. Freddy me mando a la parte trasera, no me negué, comprendía que quisiera estar con su cita. El resto del camino hablamos sobre la cena de navidad, en donde estaríamos, con quienes, etc. Ya es  diciembre, no me gusta este mes. Freddy detuvo el auto frente a una casa, las chicas ya estaban ahí, yo me hice el dormido, no quería poner mi cara de malhumorado. Las chicas subieron, supuse que mi cita ya esta aún lado mio. Los dos enamorados comenzaron a hablar, y vaya que cualquier cosa que pasará enfrente de ellos, era tema nuevo. Llegamos a una plaza, los cuatro bajamos de la camioneta. Seguimos a mi amigo, ya sabía a donde se dirigía, al cine, y justamente llegamos a los cinco minutos.

—¿Cuál veremos? —pregunto la pelirroja.

—Una de acción —comento Freddy.

—Me parece perfecto, ¿a ustedes chicos?

—Conmigo no cuenten —mire a otro lado, incómodo.

—Yo iré al local de videojuegos, me hablas cuando todo termine Grecia —dijo la morena y se fue.

Ambos chicos hicieron una mueca, suspire rendido y les dije que iría con ella. Sonrieron y se fueron. Seguí a la chica, me sorprendió que no le interesara acompañarlos.
Bob, el dueño del lugar, me conocía desde hace cinco años, pues venía con algunos amigos. Así que no creo que haya problema en jugar gratis. Llegue justo atrás de ella, comenzó a hablar con Bob, quien le daba precios por hora.

—Hola Bob.

—Pero si es el pequeño Miguel, ¿qué haces aquí? Hace mucho que no caminabas por estos rumbos.

—La escuela y todos esos proyectos por hacer —alce mis hombros— vengo con ella, podrías dejarnos jugar.

—Tratandose de ti, por supuesto. Esperen.

Ella me miro arqueando una ceja, solo me límite a sonreír. Bob nos dejó un espacio libre, e incluso nos dejo escoger cualquier juego, ella tomó tres, que para ser sinceros, son muy buenos. Yo también agregué tres. En ningún momento nos dirigimos la palabra, solo nos dedicábamos a jugar. No solía hacer esto con Rebeca, a ella no le gustaban este tipo de cosas, menos si se tratan de guerras y matar a los enemigos. Terminamos solo cuatro, ambos agradecimos a Bob y nos despedimos. Aún no se su nombre, entonces se me ocurrió una gran idea

—¿Tienes hambre?

—No.

—¿En serio? Yo invito.

—No, gracias.

—¿Segura que no quieres nada? —entramos al área de comida.

—Bueno, solo un refresco —sonrió.

Caminamos al primero, pedí una hamburguesa, dos refrescos y unas papas. Nos sentamos, y ambos nos miramos.

—Tus pestañas están súper largas.

—Me lo dicen seguido.

—Me llamo A...

—¡Yoss! —gritaron, molesto me levante.

—Gracias.

—De nada, guapo.

Hice una mueca, regrese a mi lugar, le entregue su refresco. Ahora, tendría oportunidad de conocerla.

—¿Cuántos años tienes? Yo tengo 23

—22, ¿te gusta leer? A mi si, pero no me considero súper fanática de los libros.

—Digo lo mismo, solo cuando me recomiendan libros. ¿Te gustan las películas?

—¡Claro que si! —exclamo emocionada— excepto las románticas sobre valoradas.

—Supongo que viniste porque tu amiga te obligo.

—Si, lo bueno fue que me libre de ella. No me gusta que decidan por mi.

—Lo mismo me pasó, Freddy suele ser muy terco. Me dijo que trabajas en la cafetería 1989, por cierto, que nombre tan raro.

—Si, trabajo ahí —río— pero hoy descanse.

Pasamos un buen rato conversando, Freddy tiene razón, es muy buena onda. Ya es momento de irnos, el tiempo se fue volando, nos encontramos con los chicos en la entrada de la plaza. Nos contaron la película, aunque yo no les presté atención.

—Nos vemos luego —se despidieron las chicas.

—¿Cómo te fue? —le pregunte a Freddy.

—¡De maravilla! —exclamo feliz— no puedo esperar a la siguiente cita.

—Me alegro por ti.

—¿Y a ti? Parece que te la pasaste bien.

—Me agrado la chica, solo eso.

—Admite que es linda.

—Es linda, pero no quiero nada con nadie por ahora.

The reason is you «Jos Canela»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora