Despertar un lunes a las 5:00am después de unas fantásticas vacaciones de navidad era como, lo peor que te podía pasar en el mundo. Y más cuando concideraba los lunes el día más pesado de la semana. Sin embargo mi mejor motivación para separarme de mi cama era, recordar la cara de perro rabioso que puso mi Jefa la última vez que llegue tarde.
Así que con todo el dolor de mi alma aparte mi cómodo edredón y me levanté de la cama para meterme en el baño. Tome una ducha rápida, me cepille los dientes y después de vestirme, me prepare unas ricas y nutritivas tostadas con café.
Había conseguido este trabajo como secretaria de la Directora de FOCUS, hace un año y medio aproximadamente; aunque recuerdo perfectamente que había metido el currículo para ser parte del equipo de fotografía de la revista. Por supuesto termine aceptando el trabajo por el sueldo y sus beneficios, ya que comenzar de nuevo en la ruidosa ciudad de New York no era tan fácil como te lo pintaban. Y más para una persona desastrosa como yo... en todos los sentidos. Realmente ahora que lo pienso lo más estable que he tenido en mi vida aparte de mi familia, es este trabajo, a pesar de que parezca cenicienta en sus peores tiempos.
Termine de arreglarme y salí del apartamento después de tomar mi cartera que tenía el escudo de Superman en la parte de adelante.
Como vivía muy lejos del trabajo, la revista me había asignado un chofer personal, solo para llevarme y traerme de regreso, y con el fin oscuro de mejorar mi puntualidad.
-Hola Harry.- salude al chofer apenas lo vi.
-Hola Helen, ¿Qué tal tus navidades?- me pregunto con una gran sonrisa mientras me abría la puerta.
-Genial.- contesté devolviéndole la sonrisa -. Este año mi madre preparó su maravilloso pollo a la española.- le conté mientras lo recordaba - ¿Y las tuyas?- indague después de volver a la realidad.
-Puedo decir que fueron las mejores.- dijo con orgullo.
-Eso suena ¡estupendo!- dije al montarme en la camioneta.
-Lo sé.- repuso antes de cerrar la puerta.
Harry era un hombre mayor como de 50 años muy carismático y encantador, y estaba casado con una mujer muy hermosa, a la que tuve oportunidad de conocer el año pasado.
Cuando Harry se detuvo frente al edificio de FOCUS, me baje de la camioneta y me despedí de él antes de entrar. Busqué mi carnet para pasar por los sensores y corrí con la suerte de agarrar uno de los ascensores vacío. Marque el último piso y corrí a mi escritorio apenas las puertas se abrieron. Como era de esperarse ya tenía la famosa carta de todas las mañanas, la cual me indicaba cada una de mis tareas del día.
Un año y medio trabajando aquí y aun me pregunto como hace la Señora Grace para que este estúpido sobre aparezca todas las mañanas sobre mi escritorio, sin falta.
Tome mi celular, la tarjeta de la oficina y regrese al ascensor. Mi primera tarea del día era casi lo mismo de cada mañana, ósea, traerle un café espumoso con canela a la Jefa, solo que esta vez iba acompañado por una petición especial que era comprarle el desayuno a los del sector nueve porque habían pasado toda la noche aquí debido a un nuevo proyecto. Lo único realmente malo de hoy era que tenía que llegar con todo esto antes de que la Señora Grace pusiera un pie en la entrada del edificio, porque hoy tenía una reunión a primera hora con alguien importante.
Para mi fortuna la cafetería quedaba a solo dos calles de la oficina y ya le había mandado un mensaje a Cristo quien era el gerente del lugar, para que me fuera preparando el pedido antes de que yo llegara. Le había pedido el número una tarde después de que casi me despiden por andar de apurada y haber llevado lo que no era.
-Feliz año nuevo chicos.- los salude al entrar a la cafetería.
-¡Igual!- respondieron todos al mismo tiempo.
-Tu pedido ya está listo Helen.- me informo Cristo señalando varias bolsas.
-Gracias.- le agradecí mientras pasaba a la caja para pagar.
Tome las bolsas y el café después de que la tarjeta pasara, y me apresure para regresar a la oficina. Lo que mi astuto cerebro no calculo bien fueron la cantidad de bolsas en mis dos débiles brazos. Debí pedir ayuda cuando pude.
Pase con dificultad por los sensores y ahora mi mayor obstáculo era presionar el ¡hermoso! botón del ascensor. No podía dejar las bolsas en el piso porque si mi Jefa me cachaba no viviría para contarlo; ni pensar en oprimir el botón con mi hombro, y apenas podía mover las manos. Mire el reloj que estaba en la pared y solo me quedaban veinte minutos para que el diablo entrara por esa puerta.
-¡Maldición!- solté, frustrada. «Ok, ok, cálmate Helen, solo tienes que...» Mire la puerta de las escaleras de emergencia y recordé una de esas torturas medievales.
-Señorita ¿utilizara el ascensor?- me pregunto un Señor con amabilidad.
-¡Ah! Si, si, si.- conteste al reaccionar.
Me aparte para que el extraño que cayó como del cielo oprimiera el botón, y me subí apenas las puertas se abrieron.
-¿A qué piso se dirige?- pregunto sin darme tiempo a mirar con odio al panel de botones.
-El nueve.- conteste -. Piso nueve.
-Listo.- dijo al presionar el botón.
-Gracias.- le agradecí.
Él asintió restándole importancia y se bajó en el piso cinco. Personas como ese Señor no se ven en todas partes. Espere unos segundos y cuando el ascensor se detuvo en el piso nueve corrí al dejar los desayunos con la encargada de ese piso y me apresure a subir con el café. Aun iba a tiempo pero aun así salí como un rayo apenas las puertas se abrieron. Lo que no había notado es que había alguien hablando por teléfono frente al ascensor, y sin querer tropecé con él... bueno realmente me caí sobre él y manche su camisa con café... café extra caliente.
-¡Oh, por Dios!- dije apartándome de él -. Lo... lo... sien... to, Lo siento mucho.
-¡Sentirlo no ayuda!- me gritó furioso mientras se desabotonaba la camisa.
-¡Lo sé!- le grite yo sin querer -. Digo... mmm, bueno.- me mordí el labio y busque algo para secar el café pero no encontré nada a la vista así que me quite mi suéter y lo utilice para secarlo sin pedirle permiso, en un intento de tratar de arreglar mi error -. Como lo siento, enserio.- le pase una de las mangas por el abdomen y... se que no debería fijarme en estas cosas ahorita, pero el torso de este hombre era perfecto, se le notaba que hacia ejercicio y sus entradas estaban bien definidas, parecía que te invitaban a...
-Se le perdió algo.- me preguntó con un tono cortante.
-No.- negué alzando la vista avergonzada de mis pensamientos, para después encontrarme con unos profundos ojos de color verde, que me observaban atentamente. No tenía ni la menor idea de quién era este tipo, pero era atractivo, muy atractivo.
-Permíteme.- dijo quitándome el suéter con brusquedad.
Pero lo atractivo no le quitaba lo odioso.
-Que ha hecho Señorita Ross.-la voz parcialmente tranquila de mi jefa, que me indicaba que no estaba contenta, llegó a mis oídos como un trueno.
En definitiva acababa de lanzarme a un precipicio sin paracaídas.
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ENTRE LETRAS Y FOTOS.
RomanceDespués de perder su inspiración, Alexander Berti, un famoso escritor, decide publicar su último libro y para anunciarlo viaja a New York con el fin de asistir a una entrevista de una de las revistas más prestigiosas, FOCUS. Lo que él no esperaba y...