-Fue un accidente.- dije al levantarme rápidamente.
-Siento mucho la torpeza de mi secretaria, Señor Berti.- se disculpó mi Jefa en mi nombre -. Si gusta puede pasar a mi oficina mientras Helen le consigue una nueva camisa.- el Señor Berti asintió sin decir una sola palabra y entró a la oficina -. Apresúrate.- me ordena mi Jefa.
-Enseguida.-dije desapareciendo de ahí.
Baje al piso tres por las escaleras porque algo me decía que la Señora Grace no iba a permitirme tomar el ascensor, y al llegar fui al almacén donde la revista guardaba la ropa que era usada para las secciones de fotos. Me recorrí todo el lugar buscando algo que le gustara al fulano Señor Berti, quien en mi opinión era todo un atravesado de primera. Si él no hubiera estado hablando por teléfono frente del ascensor, yo no me hubiera tropezado con él.
Finalmente logré encontrar una camisa de vestir color azul marino, que creo yo combinaba con el traje gris que llevaba puesto. Volví a subir de nuevo al último piso y toque antes de entrar.
-Pase.- oí decir al idiota.
-Aquí está la camisa Señor Berti, espero que sea de su agrado.- dije al entrar.
Pero mi desperdicio de cordialidad no funciono porque mi Jefa no estaba. En su lugar estaba el sexy idiota, que me veía con odio. De seguro dañe una de sus camisas blancas favoritas.
-Déjala Ahí.- me indicó señalando la silla del lado derecho.
Guinde la camisa del respaldo de la silla y me retire. Sabía que no iba a agradecerme, así que para que esperar que lo hiciera. El resto del día me dedique a realizar las tareas que me faltaban, las cuales ¡gracias a Dios! me sacaban de la oficina.
Para cuando regrese no había rastro alguno del Señor Berti; pero me faltaba encarar a mi Jefa por el desastre de esta mañana. Tome unas carpetas con varios documentos que necesitaban de su firma y toque la puerta de su oficina.
-Adelante.- contesto secamente.
Tome un poco de aire y entre.
-Señorita Ross.- dijo al verme.
Odiaba cuando usaba mi apellido.
-Son algunos documentos de administración.- dije dejando las carpetas sobre su escritorio.
-Los firmare después.- dijo apartando las carpetas -. Ahora me gustaría informarle que como castigo del accidente de esta mañana, se tomará parte de su sueldo para reponerle la camisa al Señor Berti.
-Me parece bien.- «Mejor eso a que me despida»
-Entonces, ya puede retirarse Señorita Ross.- me indica mientras hace un leve movimiento con la mano.
Asentí y salí de su oficina. Recogí mis cosas lo más rápido que pude y después de apagar el ordenador me fui. Obviamente Harry me estaba esperando afuera del edificio para llevarme a mi dulce y anhelado hogar, pero le pedí que me dejara en la tienda que estaba en la esquina de mi casa porque tenía que hacer algunas compras o de lo contrario moriría de hambre.
Busque primero los macarrones con queso instantáneos, los cuales serían mi cena de esta noche y la de mañana. Luego metí en el carrito una caja de tampones, una botella de vino, y para hacer chocolate caliente. Después de pagarlo todo camine hacia mi edificio, subí cuatro pisos y entre a mi departamento.
Deje las compras sobre la encimera de la cocina y mi cartera sobre el sofá; antes de hacer nada necesitaba ponerme mi pijama de Bob Esponja. Saque el envase de macarrones con queso de la bolsa y lo metí en el microondas, y mientras esperaba destape la botella de vino y me serví una copa.
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ENTRE LETRAS Y FOTOS.
Storie d'amoreDespués de perder su inspiración, Alexander Berti, un famoso escritor, decide publicar su último libro y para anunciarlo viaja a New York con el fin de asistir a una entrevista de una de las revistas más prestigiosas, FOCUS. Lo que él no esperaba y...