Tercero

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Al interior del local vi que se encontraba bastante lleno, lo cual me decepcionó. Estaba a punto de irme, pero devolví la mirada a las mesas, y me encontré con lo más bello que jamás puse haber visto. Era una dama sentada sola en una mesa, al parecer no la habían atendido, pues no tenía nada en la mesa y estaba mirando a sus alrededores. Solo con verla me sentí lleno, pero era algo que no había sentido antes, solo podía ser una cosa era...

- Emm... pero oye, esto ¿por qué me lo cuentas? – dijo el jefe de policía, un tanto irritado.

- Porque forma parte de mi historia, pero sí así lo prefiere, pues me voy – contesté furioso ante la interrupción.

- No, no, no tranquilo tu sigue – dijo apenado.

- Vale... en que iba ¡OH! ya recuerdo.

Era amor. Entonces me acerque convencido a hablarle, con el infortunio de que al estar a centímetros de la mesa, mi admiración hacia ella me jugó una mala pasada, haciéndome tropezar con una camarera del lugar, y en consecuencia levanto todo lo que la mesera traía al suelo. La dueña de mi corazón rio fuertemente, pero de inmediato se calló al ver que me levantaba embarrado de pastel, café, jugo, soda y demás. Apenado por mi idiotez, me disculpe y estaba dispuesto a irme, pero ella me detuvo, y tendió su mano pidiendo que me sentará. No supe que hacer al oír sus palabras, su mirada me paralizo. Después de los segundos más largos de mi vida, me levante y tome su mano, para que ella me llevara a su mesa. Me saludo diciendo su nombre, se llamaba Mary, y también me dijo que era doctora veterinaria. No podía enamorarme aún más, pero me equivoque, resulto ser que también era artista. Obviamente yo no le había dicho cuál era mi profesión, así que le dije que era desempleado. Ella fingió creerme, y no volvió a hablar sobre el tema. Después de haber hablado alrededor de una hora y media, nos despedimos y ella me dio su número.

Cuando salí me sentía renovado, como sí hubiera vuelto a nacer. Ella tomo un rumbo distinto al mío, mientras yo la veía perderse entre la multitud. Mire mi reloj, ya eran las 7:30, así que me fui a mi casa, claro después de comprar un teléfono y pedir una línea. Supuse que tendría que esperar un largo tiempo, pero al verme no sé porque me hicieron la instalación del teléfono de inmediato (supongo que la mafia se ve). Con la línea ya instalada me pidieron probarla, no quería que ellos supieran de mi amor así que llame al Don. Los tipos de la telefónica se asustaron y se fueron sin cobrar (obviamente la llamada la hice con esa intención). Ya con a casa sola llame a mi amada, con el infortunio de que no contestó, pero después de haber colgado el teléfono timbro, me sentí aliviado, sin saber quien era lo tome y dije:

- Diga...

- ¿Hola con Henry? – pregunto una voz masculina.

- ¿Quién lo pregunta? – repuse.

- ¿Eres o no? – preguntó ya un tanto irritado.

- ¿Quién lo pregunta? – repetí aún más irritado que él.

- ¡Mierda ya basta! ¿vas a cooperar o quieres que tu amiguita muera? – dijo ya muy rabioso.

- ¿Cómo ustedes la tienen? ¿MARY? ¿MARY? ¿ME OYES? ¡ESCUCHENME MALDITOS DESGRACIADOS SUELTENLA O VAN A PAGARLO CARO! – dije con tanta rabia como nunca antes.

- ¿Ah sí? – y colgó.

Rápidamente salí de mi departamento, y del edifico. Ya afuera me detuve y pensé "y ahora qué". Allí sin saber me senté en una banca del lugar a pensar como hallarla, pensé en distintas posibilidades, incluso en ir con la policía (sin ofender, claro). Pero no se me ocurrió nada, y de repente recordé a un viejo colega que quizá me podría ayudar, pues era un hombre recursivo. Así que me dirigí a su casa en la parte sur de la ciudad, pero había un problema que ya era un poco tarde y no tenía auto (cuando iba caminando lo pensé), entonces me fui hacia el bar del Don.

La MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora