Manchas de tinta y alma sobre papel

Me rindo

Ya lo he decidido...
No puedo combatir, no más, no contra ti, simplemente estoy vencido...
¡Claudico!, ¡estoy sometido!, me tienes avasallado, gravemente malherido...
Me he desplomado, he sido abatido, completamente derrotado...
Perdí el balance y todo se trastornó en un inmenso desequilibrio...
Todo lo que me hacía resistir a ti yace perdido en los restos de mi armadura...
Mis manos hechas añicos, alzan con debilidad una bandera blanca, aun sin importar cuantos temores queden, el sí tendrás piedad o acabaras conmigo de un solo golpe...
Yo aquí temiendo como un vil cobarde...
Solo puedo decirte casi como una débil suplica...
Que me rindo...
Sí, he caído embriagado en el perfume de tu cuerpo, me he ahogado en la mar profunda de tus ojos...
Me he diluido en tú presencia, ¡tanto que usted señorita puede acabar conmigo con un soplar de sus labios!
Con un empujón, con una sonrisa, un giñar, un inofensivo ¡bou!...
Sí, ya solo eso esa mínima energía es requerida para acabar con lo poco que queda de mí...
Y me doy cuenta que soy tuyo y que quizá siempre fue así...
Que nunca existió tal guerra y esta batalla siempre fue tuya...
Desde antes de que pudiera decir algo, desde que tus dedos rozaron mi piel
Desde que tus besos entraron como un caballo de Troya a lo más profundo de mi corazón...
Así que amor mío... heme aquí, de rodillas... ante tú majestuosa presencia...
Te entrego mi escudo y mi espada...
Yo amor de mi vida...
Me rindo ante ti.