La despedida: Parte #1

40 2 0
                                    

Ahí estaba yo, en un frió de esos en los que puedes ver tu aliento escapar de tu boca, de esos en los que escondes tus frías manos dentro de tus bolsillos esperando hallar algún calor de verano, bajo una ligera lluvia que advertía a una tormenta, y daba la posibilidad de esconder mis lágrimas entre gotas de lluvia.
Ahí... frente a ella, observando esos dos ojos cafés que aunque me avergüence admitirlo... aún me tienen loco, como si fuera la primera vez que mi mirada se cruzara con aquel paisaje de sus enormes luceros.
Ahí estaba yo, respirando ese perfume que usa que tanto me encanta, cuyo nombre francés jamás me aprendí, ahí, junto a ella, anonadado en su sonrisa, quieto, sin hacer más que imaginar mis labios junto a los suyos, mis dedos entre cruzando su cabello, para poner detrás de su mejilla ese mechón castaño rebelde que siempre irrumpía cuando la besaba en aquellas noches que compartimos.
Ahí estaba yo...  fascinado de su nuestro mutuo recorrido y más que todo eso, de su presencia a la que le tengo un amor indescriptible... era doloroso pensar que tenía que dejarlo, joder, me dolía saber que estaba a punto de decirle adiós a todo eso, que iba decirle adiós a la mujer que amo.

- Tenemos... tenemos que alejarnos. -Dije soltando ese nudo en la garganta que llevaba más tiempo del que debería asesinando mi retirada- Abril tenemos que dejar de hablarnos.



























DESPIDA versión final



Historia: La despedida

Ahí́ estaba yo, era 23 de diciembre del 1997 en un frió de esos en los que puedes ver tu aliento escapar de tu boca, de esos en los que escondes tus frías manos dentro de tus bolsillos esperando hallar algún calor de verano escondido entre ellos, bajo una ligera lluvia que advertía a una tormenta y me daba la posibilidad de hacer camuflaje de mis lágrimas entre gotas de lluvia.

Ahí... frente a ella, observando esos dos ojos cafés que aunque me avergüence admitirlo... aún me tienen completamente loco, como si fuera la primera vez que mi mirada se cruzara con aquel paisaje de sus enormes luceros.

Ahí estaba yo, respirando ese perfume que usa que tanto me encanta, cuyo nombre francés jamás pude aprenderme, ahí, junto a ella, anonadado en su sonrisa, quieto, sin hacer más que imaginar mis labios junto a los suyos en un lento y eterno beso, imaginando mis dedos entre cruzando su cabello, para poner detrás de su mejilla ese mechón castaño rebelde que siempre irrumpía cuando la besaba en aquellas noches que compartimos.

Manchas de tinta y alma sobre papel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora