XIII

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¿Qué había dicho? Parecía el nombre de una secta extraña. ¿Naser, dijo? ¿o Nacher? Mierda, vaya nombres más raros se inventa la gente joder. Están todos totalmente zumbados. 

-¿Los qué? -pregunté

La chica me miró con un gesto un poco despreciativo hacia mi persona. No pude evitar sentirme algo ofendido. 

-¿Es que acaso no sabes quiénes somos, Eric? 

Me quedé pensando por unos instantes, tratando de buscar en mi mente algún resquicio que me llevara directamente a esta gente. Fueron varios segundos forzando la mente, si resultado.

-No sé. ¿Una secta de fanáticos a los que les encanta el sexo y los tatuajes a traición?

Yo me reía para mis adentros, apenas pude contener el movimiento de mis labios, pero la chica hizo un gesto de exasperación mientras salía cabreada de la habitación. Lo sé, tengo la habilidad de ser bastante repelente cuando quiero. No sé, es algo innato en mí, ha sido desde siempre. Pero me gusta ser así, prefiero echarle algo de risas a todo antes de tomármelo todo enserio. Volví a echarme en la cama a descansar mientras miraba el techo del cuarto. Intentaba recordar qué había pasado el día anterior cuando me capturaron y me enviaron a no sé donde. Estaba alejado de la mano de dios y encima esa especie de laboratorio. Uno de los científicos nombró un número. El 98... Sujeto 98, eso había dicho. ¿Sujeto 98? El 98 sería por lo del Theseus 98 me imaginé... No, tenía que ser otra cosa. Tal vez le hubieran hecho eso a más gente antes que a mí y yo... ¿era la persona número 98? Pero, ¿número 98 de qué? ¿Qué hacía en ese maldito laboratorio? No, mejor dicho, ¿Qué coño es lo que quiere el mundo de mí? Parecía que ahora, de repente todos estaban interesados en mí. Y todo desde que asesinaron a mis padres, todo empezó con eso. Tenía que haber alguna relación con todo esto, no creo que todo haya sido cosa del azar. Recapitulemos. Un ruso tonto del bote asesina a mis padres delante de mí y después me deja a mi en el hospital. Un medicucho me dice que tiene información sobre ese tío, me dice de vernos y cuando salgo del hospital conozco a una chica con tinta de bote que resulta que estaba con el ruso tonto del bote y asesinan al Doctor para después acabar en manos de los buenos para después ser capturado por los malos. No sé, a mí los hilos argumentales nunca se me dieron bien pero es que esto parecía ya una película cutre que ponen por la tele la tarde de los domingos... Echaba de menos a Elena. Hacía días que no la veía, desde que salí solo a buscar al ruso tonto del bote. Maldita sea, no sabía que coño hacer, así que, por hacer algo, me levanté de la cama y salí de la habitación. No sabía si tenía permiso para salir pero oye, yo como si fuera mi casa. Tampoco es que hubiera mucho tras la puerta. No era más que una casa de esas estilo por lo menos victoriano, de altas y finas escaleras de madera con un saloncito y una cocina en la parte de abajo. No era tampoco nada del otro mundo pero oye, a menos era acogedora. Bajé al primer piso buscando la nevera para vaciarla un poco. Joder, estaba hambriento. ¿Cuanto hacía que no comía? Un día fijo. Por suerte, en la nevera había de todo. Pechugas, natillas, yogures, queso... y por fuera, en una bolsita de tela, un jugoso y crujiente pan. No se que hubieras hecho tu, pero yo me hice un bocadillo que ni el Chicote ese podría superarlo. Tras dar el último bocado, oí una voz que susurraba mi nombre a mi espalda. Pensé que sería el dueño que me iba a echar la bronca por chascarme su comida, pero en cuanto me di la vuelta el trozo de pan que estaba bajando por mi garganta se quedó ahí, debido a lo que estaba viendo.

-Hola, Eric -dijo la figura, erguida y con los brazos abiertos.

Solamente pude balbucear, tartamudear, la impresión apenas me permitía poder pronunciar una palabra. Era imposible, no, no podía ser...

-¿Ma...Mamá?


THESEUS 98Donde viven las historias. Descúbrelo ahora