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El dolor de mi espalda no era lo que esperaba, podía sentir el cuchillo pasando lentamente en el lugar donde se unían las alas y mi cuerpo, era ardor del puro, la carne separándose casi por el peso de las magnificas alas que tenía en mi espalda, luego en mi cabeza se sentía una presión que instaba a querer morir, el dolor comenzaba a hacerme retorcer, los choques eléctricos que me recorrían de la cabeza a los pies no ayudaban. 

Pronto todo eso desapareció, ¿cómo?.

Todo se volvió oscuridad y a lo lejos podía distinguir ruidos extraños, mis sentidos me indicaban a duras penas que había gente preocupada y algunas estaban tristes, otras sufrían internamente y otras muy felices, la mezcla de sentimientos en donde me encontraba sólo me causaba desconsuelo y confusión.

Pase así unas horas, o eso creo yo, en donde todo me aplastaba como si tuviera una roca encima, por momentos todo se volvía confuso, se perdían todas las cosas, no percibía nada. Por otros momentos era todo diferente, podía sentir a las personas más cerca que nunca donde poco a poco se iban separando de mi, que odiosos momentos.

(...)

Una luz pegaba contra mis ojos, los traté de ocultar con mi brazo pero algo me impedía hacerlo, asustada me incorporé, luego al instante me arrepentí de ello, mi cabeza comenzó a dar vueltas a más no poder y me obligué a recostarme de nuevo y apretar los ojos fuertemente para que pasara un poco.

  — Veo que al fin está recuperando la consciencia —. La voz algo macabra de un hombre me hizo despertar mis sentidos de alerta y prepararme para cualquier situación de ataque. Nunca había estado en una situación así, menos sé como reaccionar, pero más de una vez junte a alguna pareja de amigos o amantes en una batalla, y por lo que vi sabría como mandar un puñetazo.

  — Sus vitales están correctos, perfectos diría yo, sus exámenes cambiaron drásticamente la última semana y sus heridas finalmente sanaron por completo, como si no hubieran habido cortes profundo hasta el hueso o algún golpe brusco en la cabeza.

  — Un milagro científico que pronto descubriremos — Esa voz, la voz de la chica que dijo aquella cosa de las vitales de no se quien sonaba alegre, feliz, como alguien que vive la vida de la manera buena sin males y sufrimientos, pero la voz del hombre, sonaba sombría y un poco triste, algo ocurre con él y no sabría adivinarlo solo con escuchar su voz.

Inconscientemente y sin yo querer hacerlo, abrí los ojos de golpe, y me abalancé hasta coger la mano de un señor, alto y con canas, su piel era morena y sus ojos eran de un verde opaco por el dolor, sentí que mi vista se perdía por momentos y a lo lejos podía escuchar una discusión.

Jamás estás, ya no lo soporto, si no es por trabajo, es por un viaje con los amigos, si no es por eso es  porque estás muy cansado y prefieres ir al bar a hacer no sé que, lo siento pero de verdad no puedo seguir así, menos los niños, nos iremos un tiempo para ver si recapacitas, no te diré a donde iré, menos creo que te importe  — . Rió sin ganas una mujer quien preparaba un bolso, a su alrededor era todo completamente blanco y tres lucecitas flotaban sobre ella.

  — ¡Enfermera traiga el carro rojo! — Escuché un grito de horror —  No, espere, volvió a tener signos vitales.

  — ¿Pero cómo? — La voz de la chica sonaba estupefacta —, hace un segundo estaba literalmente muerta y ahora tiene sus vitales exactamente cómo unos minutos atrás.

  — Re-recordar... — Susurré, o eso creo haber dicho, ¿me escucharán?. La tensión llenó la habitación, y en mi antebrazo sentí algunos pequeños pinchazos, ¿qué demonios?

 —¿Qué acaba de decir? — Preguntó el señor.

¿Me escuchan?, ¿cómo es posible?,  es tan extraño saber que después de tantos años alguien por fin vuelve a saber de mí, a hablarme, a sentirme, ni siquiera sabía que tuviera corazón, Demon una vez me dijo que Cupido era un espectro sin corazón, y que jamás nadie podría sentirlo ni nada.

Sick MuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora