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Matteo se encontraba caminando con prisa. Era de noche, apenas estaba saliendo de su trabajo, había tenido que trabajar unas horas más. Lo único que quería hacer era llegar a su casa y recostarse en su cómodo pero gastado sofá, poner los pies arriba de la mesa de centro cafe y ver alguna película en el televisor de segunda mano que tenía, junto a Madzie, su pequeña perrita, y relajarse. Miro su reloj, faltaban diez minutos para las once, el último autobús salía en cinco minutos y estaba lejos de la parada, apresuró el paso. Oyó algo atrás de él, giró su cabeza disimuladamente y pudo distinguir la silueta de una persona, restándole importancia continuó su camino. Dos minutos para que el autobús saliera, apresuró aún más el paso, no podía perderlo pues eran más de tres kilómetro a su casa y estaba bastante cansado como para caminar todo hasta la comodidad de su casa. Con la respiración entrecortada pudo distinguir la parada a lo lejos y junto a ella las luces traseras del autobús empezando a arrancar, corrió lo más rápido que su cuerpo le permitió pero sus esfuerzos no sirvieron, pudo ver cómo el autobús se iba y con él llegaban tres kilómetros de recorrido con un frío que hacía que le dolieran hasta los huesos y un dolor de pies asegurado.

Suspiró resignado haciendo que una nube de vaho saliera de su boca por el frío que hacía, giró la cabeza para buscar algún taxi cerca pero no vio ninguno; detrás de él la figura seguía acercándose cada vez más, vio cómo aminoraba el paso y se adentraba a un callejón para desaparecer en la oscuridad de la noche, no le dio importancia y terminó de llegar a la parada para descansar. Después de recuperar el aliento se levantó dispuesto a comenzar su recorrido, sacó su teléfono y sus audífonos para escuchar música y que el tiempo se fuera más rápido.

Los dientes le castañeteaban y cada vez que expulsaba el aire de sus pulmones salía una nube de vaho, ya no aguantaba el frío. Pasados veinte minutos de comenzar su recorrido empezó a tener ese extraño sentimiento de que lo seguían pero cada vez que volteaba no veía a nadie debido a la escasa luz de la calle. Comenzó a caminar de manera apresurada, estaba empezando a ponerse nervioso, quería llegar a su casa. Se quitó un audífono mientras detenía un poco su paso, sentía el frío quemar su garganta y pulmones cada vez que respiraba se comenzaba a cansar y ya casi no sentía la cara ni las manos por el frío, a lo lejos distinguió la caseta telefónica que estaba a solo 4 cuadras de su casa, ya estaba por llegar. Con una pequeña sonrisa de felicidad continuó aproximándose a la caseta.

Pasó al lado del estrecho callejón por el que siempre pasaba al salir de su casa, el que nunca le había agradado, el que le hacía sentir que un escalofrío recorría su espalda cada vez que pasaba por ahí y de noche, con muy poca luz, se veía aún más aterrador. Escuchó pasos detrás de él, cada vez más cerca, cada vez más apresurados, de un instante a otro una sombra pasó al lado de él empujándolo hacia el callejón provocando que Matteo cayera de rodillas, no sabía cómo habían podido hacerlo—tomando en cuenta su gran altura y su cuerpo con musculatura un tanto desarrollada—, ni quién lo hizo o con qué intenciones, en ese momento sintió como el terror empezó a recorrerle el cuerpo entero, se levantó lo más rápido que pudo y giró. La poca luz que emitían las farolas de la calle le permitió ver la figura de un cuerpo un tanto pequeño pero por lo visto fuerte, si había logrado empujarlo y hacerlo caer con esa fuerza y facilidad,tenía que serlo; Matteo pudo distinguir que la figura misteriosa vestía una sudadera con capucha y tenía la respiración agitada, se quedó petrificado, repasó con la vista a su atacante hasta que sus ojos se encontraron con la mano del desconocido que empuñaba un objeto que no pudo reconocer. Con voz entrecortada por el miedo se decidió a hablar; "¿qué quieres?" Le preguntó.

Silencio.

Al ver que la figura se acercaba, él retrocedió. El desconocido con voz sumamente tranquila le contestó; "tranquilo, Matt", esa voz la conocía de algún lado—era una voz de mujer–, Matteo intentaba recordar de quién era esa voz tan familiar pero no lograba hacerlo. Sumido en sus pensamientos no notó que la pequeña figura terminó de avanzar hacia él. Sintió un intenso dolor en el costado derecho del estómago, el cuchillo había sido enterrado con tal fuerza que hizo que él quedara de espaldas a la pared, la chica con todas sus fuerzas le enterró el largo y afilado cuchillo que tenía. Matteo abrió los ojos con sorpresa, podía sentir la fría hoja del afilado cuchillo desgarrar sus tejidos, la chica saco el cuchillo pero rápidamente lo volvió a apuñalar, esta vez haciendo que el mango del cuchillo quedará hacia abajo y el filo hacia arriba, perforando así la vida de Matteo.

La chica fue bajando conforme el cuerpo de Matt iba cediendo débilmente a su peso, la desconocida susurró: "lo siento, cariño" y retiró el cuchillo. Matteo solo sentía como la vida se le iba, sentía como poco a poco su corazón latía cada vez más lento, su vista estaba fija en la nada. Pasado un minuto de respiros entrecortados por el dolor, Matteo escucho el sonido lejano de pasos alejándose, respiró profundamente y al exhalar su corazón se detuvo. Ella lo había matado y él no sabía porqué o quién era.

Sombras de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora