Capitulo 5

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Narra Anabella.

Con este hombre no se puede estar tranquila sin que te haga poner roja en dos segundos.

- ¿Quieres ducharte conmigo?

Susurró detrás de mi, mientras yo terminaba de enjuagar un plato. Me enjuague las manos, cerré el grifo y voltee. Estaba sin su camisa.

- Amm... Si.

Me agarró de la cintura y dejó un pequeño beso en mis labios.

- Vamos nena... Me muero por verte sin ropa.

Me di la vuelta y le pegue en el estomago antes de echarme a reír.

- Hablo en serio Anabella. Quiero ver tu hermoso cuerpo una vez mas.

Se acercó a mi y quitó algún que otro botón de la camisa. Mordí mi labio, los nervios me matan.

- Me gustas...

Susurré. Él no respondió y me levantó en sus brazos. Sonreí nerviosa.

- Te diré algo -Me miró serio- No soy de flores, corazones y toda esa cursilería.

- Yo no dije nada de eso.

- Lo insinuas.

Me bajo al suelo de nuevo. Reaccioné, ya estábamos en el baño. Juan Luis puso a llenar la bañera y luego fue hacia el lavamanos. Cuando la bañera estuvo lo suficientemente llena, agarre los botones De la camisa y me los empecé a desprender. Una vez que terminé, quite la blanca camisa de mi cuerpo, esta cayó al suelo.

- Juan Luis... Ah... Ya, para.

Me estaba apretando los muslos bastante fuerte y me besaba el cuello.

- Quiero terminar de vestirme.

Le susurré en el oído.

- No nena, te haré mía de nuevo.

Me levantó de nuevo y llevó a algún lugar de la casa. No veía ya que me estaba besando.

Sentí algo en mi espalda y abrí los ojos. Estaba en una cama. Quise tocar a Juan pero lo impidió de nuevo. Me irrita que haga eso.

- Hagamos algo distinto.

Se quitó el cinturón y juntó mis manos. Me ató las manos con él cinturón y sonrió.

- Manten tus manos arriba de tu cabeza. No podrás tocarme.

Puse mis manos como pidió. Empezó a besar mi cuerpo, yo sólo me dejaba llevar por la situación. Sin querer, baje mis manos. Pero Juan se encargó de ello, poniéndolas en su lugar y sosteniendolas con su mano.

- No haces caso -Besó mi estómago- Conmigo vas a hacer cosas como esta. ¿De acuerdo?

- Si.

Llegó a mi zona V. Cuando iba a hacer algo, llegó un mensaje a su celular.

- Carajo.

Gruño. Dejo en celular y desató mis manos.

- ¿Que pasa?

- Mi madre... Acaba de llegar. Tengo que bajar.

Besó mi mejilla.

- Vistete y baja si quieres. Yo estaré allá.

Salio de la habitación. Me levanté y vestí. Respire profundo tratando de calmar mis nervios. Me llene y arme de valor para así bajar las escaleras. Apenas bajar, me encontré con una mujer rubia, algo regordeta, vestida de negro y una altura bastante normal.

- Mamá ella es Anabella... Ana, ella es mi mamá.

Juan me presentó ante la mujer. Le sonreí y tendi una mano.

- Anabella Mellark, un gusto.

- Marlli Arias, y el gusto es mio querida.

Me regalo una mirada pícara, provocando mi sonrojo.

¿Esa familia no es normal o la mía es demasiado sencilla?

Creo que las dos.

- Uy... Hijo, debo irme. Ya vendré con mas tiempo.

La mujer, llamada Marlli, saludo a Juan Luis con un beso en la mejilla. A mi me sonrió y también me saludo como a Juan Luis.

- Hasta luego... Portense bien.

- Si mamá.

Juan rodó los ojos. Yo solo reí bajito.

- Ya... -Sonrió- ¿Vamos?

Asentí algo confundida. Volvimos a subir las escaleras. Una vez arriba, me miró.

- ¿Quieres ir a mi cuarto de juegos?

Frenamos en una dicha puerta.

- Amm... No se. ¿Es dónde tienes tu Xbox?

Negó.

- ¿Metegol? ¿Cartas? ¿Billar?

Rió con ganas y se ganó mis miradas asesinas.

- Mira tu misma.

Sacó una llave de su bolsillo. La colocó en la puerta y giró despacio. La puerta se abrió.

- Entra.

Entré. No se veía nada. Hasta que encendió la luz.

- ¿Que es esto?

En "El cuarto de juegos" Habían millones de cosas. Una cama completamente roja, al igual que TODO el cuarto. Unos cajones cerrados. Una vitrina llena de cadenas y cosas de tortura. Unos caños cruzados con cuerdas y mas cosas.

- ¿Que demonios...? ¿Que haces aquí?

Lo miré mal. Él solo sonrió.

- Juego con las chicas, nos damos placer mutuamente. -Respondió desinteresado- Algunas le llaman "El cuarto rojo del dolor", por las cosas que hago aquí adentro.

Trague duro.

- ¿Duele mucho lo que haces?

- No. Nada.

Esas palabras se iban grabando en mi mente. Aunque me daba miedo.

- ¿Quieres jugar?

Levanto una ceja. Negué rapidamente con la cabeza.

- Tengo que ir al trabajo...

- ¿Cuando estas libre?

Me sonrió y se acerco. Yo baje mi mirada avergonzada.

- Estas semanas serán difíciles... Ya el próximo mes me gradúo...

- Ah si, lo se... Bueno, hablemos y cuando Estés libre pasamos tiempo juntos.

Le sonreí.

- Esta bien...

Me dio un beso corto y salio de el cuarto. Me quede mirando algunas cosas y salí. Me daba algo de miedo estar en este lugar, pero en fin.

- Vamos... Te llevo hasta tu casa.

- Si..

Murmuré y caminé detrás de él, con mis piernas temblando.

Tiemblo estando cerca suyo.

50 Sombras de Londoño. (Maluma)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora