|Capítulo|-|6|

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El pub La Cabeza de Puerco, le había parecido en un inicio el peor sitio para ocultarse. Claramente, el aspecto y quienes lo transcurrían no le habían dejado otras sensaciones que las de repugnancia y desconfianza. Sin embargo, descubrió que detrás de su sucia máscara, existía un lugar lo suficientemente seguro para enterarse finalmente de lo sucedido.

—Remus, Merlín, que susto me diste —vió una chica de cabellera rosada salir de la nada, y abalanzarse al mismo tiempo, sobre el hombre lobo.

No tardó en reconocerla, a pesar de los pocos momentos que habían compartido, no podría olvidarse nunca de la hiperactividad de Tonks. La muchacha más torpe que hubiera conocido, sin embargo la más fiel y valiente. Dudaba que su madre la hubiera aceptado, ya de por sí que fuese hija de un Hijo de Muggles, lo hacía inaceptable. Sin duda Walburga Black, no habría dado por hecho que su existencia hubiese sido algo importante y memorable.

No tanto como los demás parecían pensar.

—Tenía una razón —lo escuchó decir y fue allí que ella finalmente reparó en su presencia. Soltó a Lupin con lentitud y clavó, de una forma familiar, sus ojos grises sobre él.

—Tío Reggie.

—Tonks —saludó asintiendo, ella sonrió, dejando a su vez que, de sus labios, escapara un suspiro de alivio. Era un tanto reconfortante que alguien más hubiera pensado en él, a pesar de todos sus malditos errores del pasado. Y no le importaba realmente que fuese ella.

Lo hicieron sentarse en una de las escasas sillas del lugar y lo miraron con caras inseguras. Por su cabeza pasaban demasiadas cosas que no lograban tranquilizarlo.

Por primera vez, sentía un miedo desconocido.

—Escucha, Regulus.

—Ve al grano, no quiero una historia bien narrada, sólo dime qué le pasó a mi hermano, a mis sobrinos. Sólo dímelo...

—Mortífagos, simpatizantes de Voldemort. Eso sucedió. —dijo Tonks con rabia.

—Primero atacaron a los Potter y luego a Sirius y su familia. No estamos seguros cómo, sólo sabemos que lo hicieron. —Le siguió Remus con seriedad. —Además, descubrimos que Peter se fue de Londres, horas antes del ataque.

Regulus no esperó a que se lo explicaran. Supo a qué se refería, saboreó la insinuación, y no hizo más que sentir un odio profundo contra el estúpido de Pettigrew. Y no es como si le hubiera agradado en un pasado. De los Merodeadores, el roedor había sido uno de sus menos favoritos, por no decir, que odiaba profundamente a las ratas y era la razón exacta del porqué lo odiaba.

—Maldito.

—Una vez ya le dimos el beneficio de la duda. Yo apelé por ello, llámalo como quieras, tal vez incluso fue por lástima. Pero ahora, ahora todo indicaba que la única manera en la que ellos pudieran lograr dar con ambas familias, era por Peter. —Remus no podría justificar jamás aquella angustia golpear su corazón, uno de sus mejores amigos siendo un traidor. Jamás lo hubiera siquiera imaginado; y ya era más que sabido que, lamentablemente, de la vida y el destino, simplemente se podía esperar cualquier cosa, incluso una aberración como aquella.

—¿Y qué... qué haremos? ¿Por dónde comenzamos? —Tonks carraspeó y levantó su mano como si estuviera en alguna clase con la mismísima McGonagall.

—Buscar a Peter y obligarlo hablar. Suena simple, pero estamos hablando de una rata, así que será un pequeño reto. —Reggie tamborileó sus dedos sobre la precaria madera de la mesa y asintió.

—Bien, creo que puedo buscar algo de ayuda. Tranquilos, no son Mortífagos retirados —masculló entre dientes al ver los ojos acusadores de Lupin —. Si me importa mi familia.

—Y es todo lo que necesitamos escuchar. —dijo Tonks con una sonrisa apretada, pateando a Lunático por debajo de la mesa. —¿Cierto?

—Por supuesto.

 

ReggieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora