El sonido sordo y constante me despertó. Al mirar con los ojos entrecerrados descubrí que una llamada telefónica de Lena.
-¿Hola?- la respiración entrecortada de la otra línea logró despertarme a la fuerza. Me incorporé muy a mi pesar.- ¿Lena? ¿Pasó algo? ¿Estás bien?
Cuando la respiración se relajó un poco, la voz ronca y teñida de un implícito llanto me puso en alerta.
-La mató, Noah, la mató- un escalofrió del tamaño de un rinoceronte me recorrió todo el cuerpo.
-¿Qué? Lena háblame, ¿Dónde estás?- me temblaba la voz como nunca antes, en el fondo, sabia a que se refería, sabía que Jess estaba detrás de esto.
-En mi casa...va a matarme a mí, ayúdame- ya no se preocupó por ocultar su llanto, podía verla temblar a través del teléfono.
-No te muevas, ya voy- Salté de mi cama en busca de unas zapatillas.
En otro momento me preocuparía por mi apariencia; camisola y zapatillas. Pero estábamos hablando de un posible homicidio. Que importaba si aparecía en bikini, tenía que salvar a mi amiga.
El camino en auto fue la agonía más grande de mi existencia, los demás autos iban lento comparados conmigo. La desesperación corría por mis venas con un ímpetu doloroso.
Hacia unos días, Jess había empezado a comportarse extraño, no contestaba las llamadas y solo hablaba con Jazmín. A Lena y a mí, ni siquiera nos miraba. Entonces comenzamos a interrogar a Jazmín, debíamos, de alguna forma, saber que tramaba Jess.
Ella nos explicó, en pocas palabras, que tampoco sabía muy bien la razón de su cambio repentino, pero que varias veces la había encontrado en su habitación susurrando cosas incoherentes. O que había encontrado en sus cajones muchas velas negras.
Eso nos preocupó, pero sabíamos la necesidad implícita de Jess de mejorar sus habilidades, así que lo tomamos como su último intento de volver a ser poderosa.
Veinte minutos después estaba frente a la casa de Lena, desde mi posición afuera, se veía normal. Nadie en su sano juicio podía creer que ahí pasara algo tan grave como lo que pronto descubriría.
Salí de mi auto como si el asiento quemara, para correr hasta la puerta de dicha casa, que, como era de esperarse, estaba cerrada. Así que me encaminé rápidamente a la parte de atrás en la que había una ventana grande por la cual ya había entrado reiteradas veces.
La ventana, para mi sorpresa, estaba rota. Vidrios tirados por doquier. La sangre se me subió a la cabeza, debía moverme.
Al entrar el ambiente frió y tétrico me puso alerta, el corazón me latía a mil por hora. Había un silencio sepulcral y por primera vez tuve miedo de que fuera tarde, de que ya no encontrara a Lena viva.
Pero el miedo me atravesó aún más cuando encontré en medio de la sala, como un maníaco adorno cubierto de sangre, al cuerpo sin vida de Jazmín, mi mejor amiga.
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LA PROTECTORA
FantasyNuestra historia como población del mundo, tiene muchos lados oscuros, secretos. Hay muchas cosas que nadie sabe, que ni siquiera sospechan. Somos ignorantes ante cosas que nos hacen lo que somos ahora. Hay magia en nuestras raíces, pero nadie qui...