Capítulo 5

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  —Buen trabajo, tío. 

Jonas se tensó pero no le respondió a Mick. Caminó al frigo y abrió ambas puertas.No había mucho. Cenas preparadas y ensaladas ya hechas. Ciertamente nada que apeteciera a dos lobos. 

—La mujer no tiene comida —gruñó. 

Tenía unas curvas peligrosas, curvas que le hacían la boca agua y que toda la sangre de su cuerpo se precipitara a su polla. De ninguna manera iba a mantenerlas si seguía comiendo esa mierda. Frunciendo el ceño cerró la puerta. De hecho, había perdido unos kilos desde su llegada. ¿Por qué no lo había notado antes? Se giró hacia Mick. 

—Tengo bistecs en casa. Voy a por ellos. Vuelvo enseguida. 

Pero Mick no se apartó de la puerta para dejarlo pasar. Jonas gruñó. 

—¿Qué? 

Mick levantó una ceja. 

—No soy yo el que tiene el problema. Ella no es un soldado. Deja de tratarla como si lo fuera. —Dudó un instante—. No es Liza. 

Jonas dejó salir todo el aire de sus pulmones. Tuvo que dar unas cuantas respiraciones profundas antes de poder hablar. 

—Créeme, lo sé. Y no la estoy comparando con Liza. Ella no tiene nada que ver con esto. 

Había pensado que amaba a Liza, pero una vez hubo aceptado que jamás sería suya, aquel sentimiento se había evaporado. Al final comprendió que no era Liza lo que él quería en particular, sino a una mujer como ella. Fuerte, fiera e independiente .Seh, se sentía protector y posesivo con Harper. Diablos, se sentía así con la mayoría de la manada. Era parte de su naturaleza. Pero jamás se imaginó que tendría una compañera que, aunque no pudiera igualarlo en fuerza física, tampoco lo hiciera en fuerza de voluntad. 

Harper, adorable y atractiva como era, no tenía la fortaleza para enfrentarse a él.No tenía la voluntad de gobernarlo cuando se pusiera en modo hiper-protector, y sabía que lo haría. Jamás sería un socio igualitario como lo era Mick. 

Desde que ella apareció, había estado en lucha con su lobo. Quería que la reclamara y protegiera. Quería poseerla y no hacerlo lo encabronaba. Jonas luchaba por el control, pero la parte salvaje en él iba ganando. Harper no podría manejarlo,como evidentemente se había visto al huir a su dormitorio. 

Pero incluso sabiendo eso, sabiendo que ella no podría tomar al lobo y que no era lo que él se había esperado, ya no tenía la fortaleza para mantenerse alejado. Ella era suya. Al final tendría que aceptar lo que era él. Tal vez. Con suerte. 

A lo mejor con el tipo adecuado de ánimos ella crecería hacia el tipo de mujer que necesitaba a su lado. Tal vez con el tiempo, el daño que se le había hecho a su autoestima, en su espíritu, se desvanecería. Sinceramente lo esperaba. No quería que su compañera fuera un felpudo. 

—¿Jonas? 

Meneó la cabeza. Sabía que Mick deseaba saber lo que le pasaba por la cabeza, lo que seguía manteniendo para sí, pero no estaba preparado para discutir sus temores.A veces deseaba tanto a Harper, que temblaba con la fuerza del deseo, y admitir que tenía miedo de que ella jamás lo fuera a aceptar, jamás asumiera su lado salvaje y fuera capaz de domarlo, era más de lo que por ahora podía hacer. Seguramente se asustaría sólo con saber de la profundidad de su pasión. 

—Volveré en unos minutos —le dijo a Mick, y dio un paso hacia la puerta trasera. 

No se habían ido. Se quedó paralizada en el vestíbulo y escuchó. Así que eso era. Jonas puede que la deseara, no podía ocultar el deseo que a veces veía brillar en sus ojos, pero estaba enamorado de otra. Cuando salió por la puerta de la cocina, ella dio un paso hacia la luz. Mick se giró y suspiró. 

Luna Hechizada •  ...A la de dos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora