Ocho: Él

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Ya eran las 10 de la noche y era un viernes como cualquier otro, lo único que difería es que había estado hablando con Adam todo el día. Estaba lloviendo y tenía las luces apagadas solo para admirar la luz de la luna atravesando las gotas de agua. Ya habían pasado más de diez horas y seguía hablando con Adam por el celular, no sabía cómo lograba sacar tanto tema de conversación por internet, pero no me cansaba de estar hablando con él todo el día.
*Adam: ¿Ahora qué estás haciendo, niño?*
*Yo: te he dicho que no me digas niño. Respecto a tu pregunta,  estoy viendo la lluvia*
*Adam:¿es en serio? Un viernes en la noche y ¿no estás haciendo nada? Me parece que te deberías relajar de vez en cuando y no ser el hijo ideal*
*Yo: por si no te acuerdas desperté en el hospital porque me desmayé, así que solo quiero estar descansando*
*Adam:¿Habrá algún problema si voy a tu casa?*
*Yo: en primer lugar ¿por qué razón querrías venir a mi casa? Y en segundo ¿Estás loco? Ya está muy tarde*
*Adam:solo dime si puedo ir  y quizás ver una película o hacer tarea, Alexander. No tengo nada que hacer y no me gusta estar solo*
*Yo: está bien, ven*

Ya eran las once y cuarto y Adam aún no llegaba, ya me había desprendido de cualquier pensamiento en pararme y abrir la puerta, pues estaba diluviando. De repente sonó un golpeteo a mi ventana
—Debes estar de broma— dije mientras abría la ventana rápidamente—
—Hola, Alex ¿Cómo estás?— tenía una caja de pizza dentro de una bolsa transparente para que no se mojara pero el resto de él estaba completamente empapado— ¿Puedo pasar?—
—Ya estás adentro prácticamente— dije con un tono de risa— ¡cierra! ¡cierra rápido Adam!
Adam terminó de entrar rápidamente y cerró con destreza la ventana, sacó cuatro six-pack de cerveza que tenía dentro de su mochila, toda la camiseta estaba pegada a su cuerpo y sus jeans se veían con un tono más oscuro debido a la lluvia.
—Que pedazo de tormenta ¿No lo crees?— Dijo Adam sacando la pizza de su bolsa— pensé que como estaba tan tarde lo mínimo que podía hacer era traer algo de comer. Está haciendo mucho frío.—
—Muchísimas gracias— dije examinando su cuerpo centímetro a centímetro, pulgada por pulgada, con la camiseta mojada se notaban más sus abdominales, tomé una camiseta y un pantalón de los más grandes que tenía y se los pasé— toma, si quieres puedes cambiarte en mi baño— tomé la manija de la puerta y la abrí.—
—No hay necesidad, al fin y al cabo somos hombres— se quitó su camiseta y con la tenue luz de mi cuarto se veía su cuerpo como si hubiera sido cincelado por los mismísimos dioses.– gracias por la ropa, niño.
—Entonces, ¿qué quieres hacer?— pregunté tratando de parecer despreocupado
—No lo sé, veamos una película en Netflix— respondió sin pensar mientras ordenaba su cabello dorado sin mucho esfuerzo
—Vale, ya la pongo.— dije

A la mitad de la película, la cual era una comedia romántica elegida por Adam sorpresivamente, él se acostó en mi cama a mi lado y empezó a observarme como si yo no lo notara, seguía muy húmedo y su piel brillaba como destellos de estrella. Se acabó la película y ya era tiempo de que Adam se fuera a su casa, pero no quería, no quería que se fuera el exnovio de la persona que más me gustaba en la tierra, el desmayo me había dejado más idiota que antes definitivamente. Adam no hizo ningún gesto con intención de marcharse, en su lugar tomó una manta y se acercó más a mí, sentía su cara muy cerca a la mía y creía que podía oír como su corazón palpitaba detrás de su gran pecho.
—Tienes algo en la cara— dijo Adam sonriendo
—¿Qué es? ¡Quítamelo!— dije frenéticamente
—Creo que es salsa de pizza, ¡definitivamente no sabes comer!— tomó una parte de su camiseta y limpió mi labio con la delicadeza del terciopelo.
—Gracias Adam—dije apenado
—No hay de qué, niño— respondió mientras le daba un sorbo a una cerveza de las muchas que había traído— ¿quieres un poco?—si llevaba bien la cuenta ya casi terminaba el tercer six-pack que había traído.
—No, estoy bien— Adam tomó otro sorbo y sonrió
—Como quieras, tendrás que probarla algún día ¿sabes?
—No lo creo, el alcohol solo deja remordimientos— cogí el control del televisor y empecé a buscar otra película
—El alcohol ayuda a relajarte y dejarte llevar, Al. Si no no podría hacer lo que estoy a punto de hacer...— dijo sin más
—y ¿Qué es lo que vas a hacer?—inquirí
Adam: besarte
Yo: ¿qué?
Adam: que te voy a besar, joder.
En un solo movimiento dejó la cerveza en la mesa de noche y se subió en mi cuerpo, lo que siguió fue un desesperado choque entre sus labios y los míos como si fuera una competencia.
Eran las tres de la mañana y seguíamos hablando.

El amor en tiempos de AdolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora