AMOR

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Me desperté sintiéndome extraño, una sensación de felicidad recorrió mi cuerpo y finalmente sonreí. Remolonee mucho por la cama hasta que me sentí con fuerzas como para levantarme. Baje las escaleras corriendo hasta la cocina donde desayuné, a continuación me vestí y salí a dar un paseo. Fui al centro de la ciudad el cual estaba plagado de gente andando, comprando en el mercadillo y jugando. Me pare a observar como la mayoría de personas parlaba sin parar, probablemente contando las mil y una historias que habían vivido. Había una madre explicándole a su hijo sobre como los pájaros volaban, el chiquillo se entero minuciosamente de  todos los detalles y una vez acabada la lección el niño salio corriendo con las manos en el aire exclamando

¡Yo volare algún día!- Se subió a un banco, saltó y troto entre la gente mientras su madre le perseguía riendo de amor.

  Me llamo la atención una posible pareja la cual se observaba y conectaba de manera diferente al resto, mientras que, en el puesto de especias exóticas que había a su lado, debatían si el curry era mejor opción que el cúrcuma. Pensé en que historias habrían vivido juntos, como se conocieron, su ultima pelea... Había algo que fallaba, por su edad deberían ya de vivir juntos, en cambio uno tenia pelos de gato en el abrigo mientras que el otro no. ¿Serian pareja de verdad? Aposte con el diablo a que solo eran dos posibles flechados. De repente el momento se paro, todo el mundo dejo de hablar, los comerciantes no vendían, los pájaros no volaban, los niños no gritaban y el viento no soplaba.  La pareja entonces rompió el silencio y el sosiego, se miraron a los ojos, se cogieron de las manos y salieron corriendo. Les seguí entre toda la gente con miradas congeladas y que , inmóviles, eran un blanco perfecto para los ladrones que abundaban sobre esa hora de la mañana. La pareja seguía corriendo y yo esquivando a la multitud. Llegaron hasta un claro en medio de dos callejuelas repleto de flores y aislado del mundo. Observe todo lo que pasó desde la esquina de la calle.  Se acercaron mirándose a los ojos, y como si el todo hubiese sido creado solo para este momento, juntaron sus caras, compartieron el aliento y mancillaron un beso que sentencio mis hechos. No eran pareja, aún, solo y complejamente dos enamorados. Sellando de una manera hermosa su primer beso.

Me sentí culpable por a ver sido testigo de momento tan privado pero que en cierto modo cambió mi día entero.  Volví a la alborotada calle donde la gente volvía a moverse, los comerciantes volvían a vender y los pájaros volvían a volar. Anduve hasta el prado más ancho que pude encontrar y me aleje de la civilización todo lo posible. Empece a gritar, chillar y aullar, uniendo así mi voz a la de las miles de personas libres, enamoradas de la vida.

El libro de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora