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-          Cronos devoró sus hijos para no ser derrotado como la profecía decía, pero su mujer escondió a Zeus en una pequeña isla. Ésta le dio una piedra para confundir a Cronos y que se creyera que era su hijo… - bostezó Logan. – No puedo más… - murmuró mirando la hora de su reloj de muñeca, que marcaba las 12h de la noche pasadas. – Lo dejó por hoy.

Se levantó de la silla de su escritorio, cerrando el libro de griego con cuidado, pues era su asignatura favorita de su curso aunque suspendía por no entregar trabajos. Recostó las gafas en la mesita de noche e hizo su cama, apagando la luz. Como ya tenía el pijama, no hacía falta cambiarse. Se metió dentro y miró el techo, aun estando a oscuras. Pensaba en miles de cosas, pero se centraba principalmente en las de estudios. Pronto se acercaban los exámenes finales y debía empezar a estudiar, lo que estaba haciendo antes. Sabía perfectamente que tenía que cambiar su método de estudio, porque el suyo era vaguear hasta dos días antes de las pruebas evaluativas.

-          Hablaré con la rara – se sugirió a sí mismo.

Luego, cayó en un profundo sueño, haciendo que su despertar fuera difícil. El despertador de su móvil sonaba con insistencia, la melodía que todos temen porque saben cuando se tienen que levantar.

Perezoso, salió de su cama, tropezando miles de veces con sus desordenadas cosas del cuarto y por su ceguera. Cogió sus grandes gafas y se las puso bruscamente. Se vistió como siempre, con su estilo. Salió de casa sin desayunar nada, nunca lo hacía. Cerró con llave y se dirigió a su infierno.

-          ¡Logan! – una voz femenina le llamó durante el camino.

Se giró un poco y visualizó la figura de Tracy Hollie corriendo hacia él. Era rubia, alta y delgada. Por estadística, la gente pensaría que era una rubia tonta, pero Logan sabía que no era así. Al contrario, era de las mejores de clase, casi tanto como la cerebrito de Debbie. Tracy era una de las mejores amigas de Logan, siempre estaba con él cuando lo necesitaba. Lerman se enamoró una vez de su amiga pero cuando le confesó su amor – creyendo tener esperanzas de ser correspondido – la chica le confesó su homosexualidad. Logan quedó destrozado, pero pudo pasar página y se acostumbró a la orientación sexual de Tracy, aceptándola y respetándola, porque antes no era muy partidario a los homosexuales. Actualmente, ella estaba saliendo con una chica mayor a ella y estaban perfectamente, cosa que el moreno se alegraba mucho; adoraba ver su amiga feliz.

-          Hey, Tracy, ¿cómo estás? – le preguntó para no ser descortés.

Ella le sonrió y se acomodó el pelo después de correr para alcanzarlo.

-          Bien – le contestó sin muchos rodeos – Hace mucho que no quedamos para hablar – dejó caer.

-          Lo sé, pero con el tema del teatro y básquet… - parecía una excusa, pero era totalmente cierto; con sus extraescolares no podía quedar.

La chica le miró con pena. Echaba de menos las charlas con su mejor amigo, sabía poco de su vida.

-          Pero este sábado no tengo nada que hacer – se apresuró Logan, quería ver a Tracy feliz.

La rubia le mostró una gran sonrisa y le abrazó.

-          Pues resérvame ese día, guapo – le guiñó el ojo y rieron - ¡Tarde de mejores amigos!

Logan asintió sonriente. Estuvieron hablando de sus cosas hasta llegar al instituto. Allí vieron pasar a Debbie. Logan miró cada uno de sus movimientos.

-          Tengo que hablar con ella – le informó a Tracy.

Ella mostró una mueca de desagrado y cogió el brazo de su amigo cuando intentaba irse.

-          ¿Con la rara? – Logan asintió y se desprendió del agarre - ¡Logan! – pero su grito no sirvió de nada porque ya no estaba cerca de ella.

Lerman corrió hasta Debbie, quien estaba recogiendo sus cosas de la taquilla. Logan mentalizó un discurso para decirle, pero al final optó por improvisar ya que se le daba relativamente bien. La castaña cerró la puertecilla y se topó con los ojos azules del muchacho observándola. Ésta se sonrojó hasta las orejas y empezó a caminar con el paso acelerado, pero fue interrumpida porque la llamaron.

-          Debbie espera – la chica paró y agachó la cabeza, luego giró sobre sus talones para dirigirse a Logan – necesito hablar contigo.

Debbie no se creía lo que estaba escuchando. ¿Hablar con ella? Debía de estar soñando. Hacía siglos que alguien no establecía conversación con ella y, mucho menos, que supieran su nombre. La muchacha miró a su alrededor  para comprobar que la llamaba a ella.

-          Sí, tú, Debbie Lancaster – afirmó.

Ella arrimó sus libros en su pecho, agarrándolos con fuerza. Logan se acercó y la miró a los ojos. Debbie trataba de esquivar su mirada, estaba demasiado nerviosa.

-          Necesito que me ayudes a estudiar. 

¿Amor antisocial? [Logan Lerman]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora