LA CHICA DEL SEGUNDO PISO

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Me encontraba escribiendo tal cual como ahora, plácidamente acomodada frente a mi laptop en la sala de artes del establecimiento. Yacían junto a mi varios objetos, entre ellos las blancas mesas, unos cuantos pinceles que ahora que recuerdo eran 4 los que saltaban a la vista, el primero estaba embetunado de un pegajoso color negruzco que lo hacía tomar el aspecto típico de pincel no lavado...el que le seguía tenía en todo el mango pintura rosada y los dos últimos estaban bañados en un carmín intenso.
Me gustaba escribir allí el olor del oleo, el yeso recién seco emanaban de todos lados, pintura fresca, y hasta pegamento se mezclaban perfectamente
aquellas sensaciones que mi nariz percibía me ayudaban con mi inspiración o al menos a que algo fluyera a través de mi delgada prosa
estaba cansada se podría decir que llevaba al menos unos 30 minutos en aquella salita
alcé mi mano con un aire de desaliento para restregar mis pequeños ojos fatigados por tanta lectura, cuando de pronto, un sonido metálico me interrumpió....
¿qué es eso? la ventana? Me dije a mi misma.
Era extraño yo jamás la vi abierta al entrar, no pasa nada a veces la mente juega malas pasadas. Me abrí paso apoyando firmemente los pies en el suelo, dando un avance golpeado y fijo hasta llegar a la ventanilla, apoyé mi débil manito de niña de quince años y con algo de motivación me dispuse a abrirla hasta el tope, luego de esto miré hacia abajo y pude divisar un pequeño pajarito posado en una arbolada, éste parecía bastante tranquilo, pero cuando volcó su mirada en mí emprendió el vuelo, como si algo de mí persona lo hubiese asustado o tal vez algo que bien pudiese haber estado detrás.
Me incliné hacia atrás para incorporarme con rapidez, luego, cerré de un golpe la ventana haciéndola correr por el riel y giré hacia mis espaldas, por alguna razón mi corazón latía rápidamente y quizás fue el impulso que utilicé lo que me causo esa pequeña turbación, mi pescuezo descanso apoyándose en la pared blanquecina mientras una gélida sensación me inundaba.
Ya solo me invadía un solo sonido el palpitar de mi corazón, podía sentir aquel martilleo constante, punzante, interminable justo allí tucum tucum tucum tucum....
Cerré los ojos dejándolos descansar mientras todo mi cuerpo se relajaba, las mandíbulas se aflojaban y todo volvía a tomar el curso de antes pero luego, otro sonido.
Esta vez aún más metálico que el anterior, un chirrido apenas audible.
Abrí los ojos ya casi descompensada, el escéptico sudor se hacía presente deslizándose por algún lugar de mi piel, no sé exactamente donde tal vez en la frente, en el cuello en las manos no lo sé, ya no hay tiempo para pensar.
La puerta comenzó a abrirse lentamente rechinando generosamente, mientras yo palidecía de estupefacción, la madera de todos lados resonaba y aquel chirrido se sentía cada vez más hondo dentro de mí cabeza.
Un objeto se deslizó a través del estrecho pasillito entre la puerta, cuando llego a mi vista, finalmente caí en la cuenta, era un pequeño tarrito de pintura transparente o bien probablemente vacío, este se detuvo justo en la hendidura de la baldosa.
Ya no sentía en corazón, no sentía nada. La adrenalina corría hacia mis piernas para hacerme correr como un animalito en peligro dispuesto a correr a toda velocidad
un espasmo en mi columna vertebral sacudió mi enjuto cuerpo como si de una corriente eléctrica se tratase. Me eché a correr hacia la puerta, deslizándome atropelladamente por medio de la habitación. Arrasando con sillas y mesas.
Antes de que alcanzara a salir la puerta se cerro bruscamente y yo no recuerdo muy bien la razón pero en ese momento mi cuerpo se desplomó pesadamente y ni el olor a yeso fue suficiente para evitarme caer al nacarado suelo...
Después de unos cuantos minutos no oía más que silencio, silencio puro e infinito, intenté mover la cabeza pero el intento me devolvió una fuerte punzada, comencé a parpadear poco a poco dejando que las lágrimas limpiaran mi nublada vista. Cuando conseguí abrir mis ojos pude apreciar que habían transcurrido algunas horas, las sombras en la habitación se hacían presentes en diversas formas inhumanas e inmóviles. Con cautela me dispuse a ponerme de pie, cuidando de que mis fuerzas no fuesen utilizadas en vano. Cuando logre sostener mi propio peso me dirigí hacia la verde puerta... coloque el oído sobre esta y sospechando que algo podría estar en el exterior lo aparte enseguida. La metálica manilla resplandecía, mi mano se acerco a esta posándose encima, estaba fría, y con el sudor de mis manos algo resbaladiza, la hice girar y enseguida la puerta se abrió. Dirigí mis pasos hacia el pasillo, estaba oscuro y profundo, en el fondo no se divisaba luz alguna, tal vez todo el colegio estaba cerrado, tal vez no tendría más alternativa que esperar dentro de esta oscuridad.
Algo me hiso volcar la mirada sobre un ventanal la luz de la luna brillaba imponente, miré hacia afuera podía observar las demás salas de aspecto descolorido, incluso el patio. Mis pupilas volvieron a contraerse cuando volqué la vista hacia la puerta del gimnasio, tras la puertecita de vidrio se encontraba una niña de cabellos negruzcos, se encontraba mirándome fijamente con su metro cincuenta, traía puesto un descolorido atuendo parecido a un pijama antiguo. Sus descoloridos ojos me miraban profundamente mientras que en su rostro se pintaba una sonrisa indescriptiblemente inhumana. Una puerta se cerró detrás de mí por lo que mi cuerpo giró automáticamente atisbando que una puerta sería una causa probable que produjera ese sonido. Volví la mirada hacia donde se encontraba la niña pero ya no estaba.
Antes de que pudiera reflexionar más acerca de su paradero, unas manos heladas y huesudas me segaron la vista, comencé a lanzar alaridos ensordecedores, me estaban arrastrando, mis manos buscaron algo donde sostenerse pero solo logre desgarrar un trozo de tela con un líquido de extraño proceder, el ente forcejeaba, soltando gruñidos, podía sentir el largo pelo negro y sucio desplazándose por mis brazos, luego me perdí en el ensueño profundo.
-¿te encuentras bien?- una voz me hiso volver de pronto
-claro- asentí y luego mire a mí alrededor, todo se encontraba igual mi laptop en el mismo lugar, mi cuaderno de escritura en el otro
-¿qué me sucedió?- le pregunte al auxiliar
- al parecer te has quedado dormida, mientras escribías-
Al escuchar estas palabras cerré mi laptop y junté mis cosas las dispuse en mi bolso y salí de la habitación, baje al primer piso, deje atrás el establecimiento y avance unas cuentas cuadras pero luego volví a caer y una vez más nada fue suficiente como para detener mi cuerpo.

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2017 ⏰

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