Prólogo

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Al fin las clases terminaron. Zun vuelve a su casa dando saltitos y con un impulsivo deseo de romper todos los libros. Solo piensa en llegar y correr a la playa. Al llegar abre la puerta y lanza su mochila al aire. Esta tan feliz que es incontenible. Sigue su camino por el hall y llega al living, una idea algo infantil invade su mente. De un momento al otro se encuentra saltando en el sillón como si fuera una niña. Finalmente se cansa y se estira como lagartija al sol. Se relaja unos minutos, aun no puede creer que se acabaron los exámenes y los tiempos de estudio ¡Es libre al fin! El celular vibra en el bolsillo de su falda del colegio interrumpiendo su momento de relajación. Lo toma entre sus manos y lee el mensaje que acababa de llegar:

Número desconocido:

Zun, Corazón hace tiempo que intento comunicarme ¿Acaso tu madre no ha hablado aun contigo? Necesito que esta mentira se acabe, te necesito a ti junto a mí...

Zun se quedó en estado shock, no podía comprender que estaba sucediendo. No era la primera vez que le llegaban mensajes como ese. Siempre pensó que no eran para ella, pero esta vez era distinto. El mensaje era textualmente para ella. Sabía con certeza que no podía ser ni su madre, ni su padre ni ninguno de sus hermanos. Hace algún tiempo, ella decidió mostrarle uno de los mensajes a su madre. Ella reacciono de manera extraña, como si eso realmente le preocupara. Esta era la primera vez que el misterioso remitente la mencionaba. Por eso, decidió que le mostraría el mensaje. Aunque intentaba mantener su mente al margen, algunas veces se le cruzaba la mente que algo le escondía. Estaba prácticamente segura de que su madre sabia de que se trataban los mensajes, lo había visto aquel día en su reacción, en su mirada nerviosa y gestos ansiosos cuando pregunto.

Zun entro a la concina y se encontró con Anis. Ella la había cuidad desde que tenía memoria, siempre la vio como una hermana mayor, porque, aunque parezca mucho, le llevaba solo ocho años. La saludo con una sonrisa y ella le hizo señas de que debía irse a hacer las compras. Zun se quedó solo allí, tenía hambre pero ¿Qué podría comer? Se le ocurrió celebrar su libertad con una hermosa tarde de maratón. Tomo un tazón y se preparó palomitas de maíz. Mientras veía la serie hablaba con sus amigas sobre los planes para el verano. Serian tres meses geniales. Algunas de las chicas proponían tomarse una semana de vacaciones en un all inclusive solas. Pero Zun sabía perfectamente que su madre no la dejaría ir, no era una cuestión económica, sino que ella solo tiene quince años y su madre es amante de la seguridad. De repente suena el timbre. Anís, que al parecer volvía de hacer las compras se acerca a abrir la puerta.

Zun no pudo contener su curiosidad y se acercó a la puerta. Su madre estaba entrando a la casa con muchas bolsas en sus brazos, compras, pensó con fastidio Zun. Pero eso no era todo detrás ella, entraban hombres con cajas, escandalizada, Zun se asomó, había un camión de mudanza ¿Pero que esta mujer no sabía que podía comprar solo una prenda y nadie la criticaría? Al principio, la primera vez que sucedió, a Zun no le llamo la atención, supuso que quería renovar su guardarropa. Pero con el tiempo, se había hecho costumbre ver estas situaciones.

Era la hora de la cena. Todos se sentaron a la mesa. Zun aprovecho su espacio para hablar en la cena para mencionar el tema de los mensajes. Solo quería averiguar que le ocultaban.

— Me gustaría preguntarte una cosa... —le dijo a su madre—

— ¿Que ocurre zuñi? —dice con preocupación—

—Mira estoy recibiendo unos mensajes algo extraños— saco el móvil de su bolsillo y le mostro el mensaje—

—Zun, esto...—se nota su nerviosismo— Yo, él es...-de sus ojos no dejan de caer lágrimas y la incertidumbre la estaba matando—

— ¿Qué pasa? ¿Porque lloras? —indago con confusión—

— Debemos hablar algo importante contigo —dice con timidez su madre— Pero en la oficina —aclaro—

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