Mi Ángel Guardián

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Otra noche en vela, porque tu recuerdo está siempre en mi, porque me haces tan feliz pero también la culpa y la depresión vuelve a mi.

Intento contar hasta diez, y voy por el ocho. Mejor contar hasta cincuenta. Y empiezo con un suspiro y cerrando los ojos.

Uno, dos, tres... Tus ojos, esos ojos color avellana que me reconfortan en los días que no soporto mas estar sin ti.

Quince, dieciséis, diecisiete... Tu piel, blanca como la nieve, tersa como la seda, adornada con esas preciosas pecas que aumentan tu inocencia, tus mejillas sonrosadas, ¡Qué belleza!

Treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres... Tu cabello, negro como la noche, donde no puedo dormir por solo pensar en ti, jugar con tus rizos quiero una vez mas, tenerlos entre mis dedos y no dejarlos escapar... Ni a ti ¡Nunca más!

Esto es un martirio, ya voy por el cincuenta y cinco.

Tu imagen, fresca en mi memoria me arrebata el tiempo como un cruel ladrón. El tiempo. Lamentablemente somos esclavos del tiempo. Igual que tu a mi, se nos escapa de las manos.

    ¡Oh, mi bello Ángel Guardián!               ¿Estaré enloqueciendo? Dime ¿Es normal extrañarte tanto, adorarte tanto, quererte tanto, deprimirme y culparme tanto por ti sin siquiera haberte conocido?

Solo había podido sentirte, sentía tu abrazo cuando triunfaba en algo, cuando pensaba en ti y escuchaba que te mencionaban. Sentía que tomabas mi mano en los días solitarios, me atraías más hacia ti cuando detenía mi paso y claramente me decías con ese gesto, que no debía pausar mi viaje, que siempre debía volver al camino.

Te sentía cuando lloraba de rabia e impotencia.

   Cuando lloraba por ti.

Una noche finalmente pude verte, casi me cegó tu hermosura, tu pureza, eras... Un ángel, mi ángel. Me aferre a ti y lloré en tus brazos, lloré como nunca lo había hecho. Mi corazón fue el que lloró en ese magnífico momento.

Tu retrato está en mi pared y en mi mente también. Y solo recuerdo que no estás aquí por mi, me odio profundamente, la culpa me come en vida.

Tu deberías estar aquí. Tu lo mereces. Tu si, yo no.

No sé si mi mente me jugó un truco sucio contigo, no sé si en realidad vi toda esa perfección junta que adueñas en tu ser, no sé si podremos estar viéndonos a los ojos compartiendo nuestra vida al fin, en un futuro. ¡Oh, mi Ángel, en verdad no lo sé! Pero... Tampoco me importa.

  ¡Oh, mi dulce Ángel Guardián!                                 Eres...

Aire, mi aire ya que por ti respiro y eso hace que me ahogue al no verte junto a mi, 

Nunca me sentiré a salvo si no es en tus brazos, admito que mi corazón 

Gélido está y solo tu lo puedes calentar, tanto que supera el calor de una 

Estrella, mi mundo sumido en la oscuridad está y tu eres la 

Luz que me evita perderme y llorar, eres todo para mi, 

Ángel mío, eso eres.

El que descubra tu nombre entre éstas letras, mi alma fácilmente podrá leer. Pistas he dejado, para que el sabio tu nombre pueda saber.

Tu precioso nombre, que no menciono y a la vez menciono tanto, ese nombre que dejo totalmente al descubierto.

    ¡Mi precioso Ángel!

¿Acaso tu podrás verme ahora? Por que me es la peor de las torturas poder sentirte pero no poder verte.

Una vez más.




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