capítulo 2

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Ya es tarde gente, si tengo errores o cosas raras sepan disculpar, las corrijo mañana.

Cambie mi foto de perfil, luego de mil años, a poco no soy una monada (¿) .No es cierto.

Espero poder actualizar desgraciadamente tuya en estos días, pero me vino la inspiración con este fic...historia independiente y bueno, ya notaran que tengo un temita con mostrarles a mis protagonistas mujeres, sus chicos en bolas.

En fin, soy Lola y no seria Lola si no dijera boludeces a principio del capitulo

Continuación...

Cassie dominó a duras penas el temblor de su mano, aun mojada, para dirigir la llave hacia la pequeña cerradura que la separaba de su pequeña porción de encierro asignada. El sonido metálico le indico que había abierto el seguro, pero necesito usar todas sus fuerzas para lograr despegar aquel horrendo trozo metálico del marco de cemento.

El olor a encierro y suciedad le invadió las fosas nasales. Frunció el ceño mientras se llevaba una mano al rostro para sofocar el asco repentino que amenazó con hacerla vaciar el estómago.

Desmoralizada observó que lo único similar a una ventana que había en el cuarto estaba a dos metros y severamente protegida con barrotes de metal. En aquel día oscuro y gris, la luz que se filtraba era apenas la necesaria para darle una iluminación lúgubre al caos de sabanas que había dentro.

Cassie pateo algo duro con el pie y lanzo una vergonzosa maldición mal dicha. Cuando se inclinó malhumorada descubrió para su espanto que se trataba de una bota de borceguí con las iniciales "A.M". Genial. Simplemente esto solo podía mejorar, ni siquiera podría gozar de su acostumbrada soledad y privacidad, debía compartir aquella sucia madriguera con otra persona. Probablemente tan sucia y desordenada como el cuarto en aquel momento.

Cuando avanzo dos pasos adentro, sus ojos parecieron adaptarse a la penumbra. Observo la cama a medio hacer. Temerosa se acercó. Había posters de bandas metal pesadas en aquel lado de la pared y unas provocativas pantys de encaje rojas colgadas del respaldo de la cama. Cassie retrocedió como si hubiera visto el espectro más horrendo del averno.

Tropezó con su propia litera, ubicada a unos pocos metros y paralela a la de aquella guarra extraña que no estaba segura de querer conocer. Se giró descubriendo con desencanto que no era más que un colchón pelado con sabanas rígidamente dobladas en un extremo. Estaba tan lleno de manchas cafés y amarillas que se asemejaba al antiguo mapa que usaban en su ex escuela, dios como extrañaba su vida.

Se dejó caer sobre el sucio colchón cuando sintió que las fuerzas la abandonaban. Se llevó las manos al rostro. Siempre pensó que el día en que tuviera que elegir conservar solo tres cosas importantes serian: su libro favorito, su hermoso colchón con su almohada preferida y una foto de ella y Chase... sin embargo en ese momento ninguna de esas cosas parecía tener sentido. La humedad reciente en sus ojos se confundió con las gotas de lluvia cuando se deslizo por sus mejillas. Con el dorso de su mano rozó una tela áspera que no había notado, justo a su lado.

Sus ojos se fijaron en el extraño uniforme que descansaba junto a ella. La camisa era de color gris, sin gracia, tenía una corbata azul que hacia juego con la pollera tableada, demasiado larga. Recordó las palabras de la señora Morris. Tenía aún tiempo para darse una ducha antes del plazo fijado. No podía perder las buenas costumbres solo por estar confinada a aquel antro. Escurría agua y sus cabellos estaban revueltos y enredados.

Rebusco en su bolso su peine, imagino que habría al menos algún producto para el cabello en el baño.

Salió al pasillo no sin antes echar una mirada recelosa. Recordó las palabras de la señora Morris, siempre echar llave.

Me llaman "El Diablo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora