Tu, nuestro hijo y yo

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Caminaba de un lado a otro en esa sala de espera sin la más mínima intención de detenerse, sentía las manos sudorosas por el nerviosismo que le carcomia desde hacía dos horas, recurriendo con escrutinio cada célula de su cuerpo mientras su corazón le latía con fuerza en la garganta, ¿eso era posible?, no lo sabia, en ese momento no estaba seguro de nada, si había algo en lo que Erik Lehnsherr se especializaba, era en imaginar los peores escenarios posibles, y su mente decidió que era el momento perfecto para imaginarse lo peor de lo peor en relación a las ciencias médicas, para el los doctores eran unos sádicos a los que les gustaba jugar a ser Dios y prolongar en lo más posible el dolor, hasta llegar aun punto en donde decidían que era el momento perfecto para intervenir y se les gratificara por el echo de solventar un dolor que ellos mismos prolongaron y se les viera como héroes, imbéciles, cuando bien habían podido haberlo echo desde un principio y ahorrarle el sufrimiento a sus pacientes, obviamente el no era médico, pero sabía que si lo fuera, lo último que haría sería el prolongar a alguien del sufrimiento, si algo llegaba a salir mal y Charles y SU bebé sufrían más de lo necesario o peor aún le llegará a ocurrir lo innombrable, que de solo pensarlo, las lágrimas estaban a punto de salir de sus traicioneros lagrimales, asesinaria al médico y a toda la multitud de enfermeros que estaban en labor de parto juntos a su Charles y a su amado hijo aún no nacido.

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Estaba en el trabajo en una maldita junta de esas que uno juraba que hacían que el tiempo pasara lo más lento posible a propósito, estaba fastiado, harto y sofocado, quería que esa maldita junta terminará de una vez, para que el pudiera estar junto a Charles en su cama, acurrucados, mientras el acariciaba el abultado vientre de su esposo, para el resto del mundo era el mal geniudo Erik Lehnsherr, pero al estar Charles cerca, su rostro cambiaba de una ira sin razón alguna, a una felicidad que asustaba, tan rápido como el segundero de un reloj, estaba sumido en sus pensamientos, cuando el vibrar de su teléfono lo saco de su burbuja de pensamientos, pidió permiso a la rectora para salir a responder , no espero que esta le autorizará contestar la llamada (Erik Lehnsherr no esperaba a nadie, salvo a Charles claro esta, el era su única excepción) cuando se levanto de la silla en donde había estado sentado la últimas dos horas y sentía la relajación de sus músculos al cambiar al fin de posición, mientras se dirigía a la salida del auditorio de la universidad

-¿Sí?-

-Lehnsherr-
-¿Raven? ¿Cómo tienes mi número?

-Eso no importa, por favor, tomatelo con calma y no te aceleres.. Charles esta en el hospital.. - le tomó medio minuto digerir las palabras dichas por su cuñada, las repitió en su cabeza y al darles significado.. exploto

-¿Qué!? ¿Qué mierda pasó!?

-¿Enserió Lehnsherr? ¿Así te lo tomas calma? - no era posible que le pidieran calma, cuando el amor de su vida se encontraba en sabrá dios que hospital, sufriendo, estando solo, y el perdiendo el tiempo en una junta inútil, se suponía que el bebé llegaba en tres semanas más!

-¿Calma? - suspiro forzadamente, tratando de reponerse - ¿Por qué esta en el hospital ?

-Estábamos en casa, cuando le empezó a doler el estómago, ya lo conoces, dijo que estaba bien... que solo eran contracciones de rutina, pero antes de que Azazel y yo nos fuéramos, no pudo soportar más y los llevamos a emergencias- sintió que el mundo se detenía y comenzaba a girar en una velocidad vértigo, al diablo las malditas juntas

Maldita sea!
Maldita sea!

- ¿Y por qué no me avisaron enseguida?

Nuestra Familia- Cherik Donde viven las historias. Descúbrelo ahora