Cap. 4 - El primero de muchos.

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Sabía que tenía a mis padres y a Armin preocupados, pero no podía eviarlo, llevaba dos semanas encerrado en mi habitación, solo salía para ir al baño y cuando me obligaban a ir a comer. Comida que siempre acababa vomitando. Había perdido alrededor de diez kilos y mis ojeras pasaron a ser dos agujeros en la piel, tenía las mejillas metidas y me había rapado el pelo al cero, solo una fina capa de pelo negro asomaba por mi cabeza.

- Alexy... cariño, sal por favor.... - se escuchó la voz de mi madre trás la puerta.

- No... - susurré. - Se acabó el apodo cariñoso, se acabó el pelo y ropa colorida, se acabaron las bromas y las risas, se acabó el amor, se acabó todo para mí...

Agradecía haberlo susurrado, bastante preocupados están ya. Aún así, ella entró y volvió a dejar un plato de comida en el escritorio, cogiendo el plato lleno del desayuno mientras fruncía un rostro triste y desesperado.

- Alexy...

Y volví a llorar, tapé mi cabeza bajo las sábanas y lloré y lloré. Lloraba por todo, cuando mis padres me llamaban, cuando una notificación llegaba a mi móvil y no era de Kentin, si no era de la persona que yo quería que se interesara por mí.

No sentía el tipo de amor que creía merecerme, que necesito, que ansío, pero que es imposible. Su rostro volvía y volvía a mi mente, quería borrarlo de allí, que no vuelva ha aparecer, que deje de existir. Escuché la puerta cerrarse, sabiendo que mi madre había salido del cuarto al ver que volvía a caer.

Porque caía, caía en la desesperación de ser una persona imposible de amar, nadie nunca en el mundo me amaría como yo había amado a la persona equivocada. Oh mundo cruel e insensible, ¿por qué tengo que pasar por esto? ¿Por qué no dejas que alguien me ame como yo he amado, como sigo amando? Solo quería que una sola persona me quisiera, que Kentin me amara tanto como yo lo he amado durante tanto tiempo, sentír por primera vez esa sensación de ser correspondido.

Mis sollozos pararon a ser unos lamentos que podían  escucharse hasta la habitación de mis padres, pero no podía aguantarlo, abracé mi cuerpo con fuerza, clavando mis uñas en mi piel, clavándolas dolorosamente para pensar en otra cosa que no fuerse ese sentimiento de desamor.

Me creí el rey y que podía superar cualquier cosa que quisiera, pero solo fue una mentira, fui absurdo. Fui el rey de nada. Me monté un cuento que pensé que tendría un final perfecto que ni siquiera estaba plasmado en papel. Fui tan ingenuo. Me perdí en un sueño que era un claro imposible.

Nunca tendré ese final feliz que tanto quiero, no me merezco sentír lo que una vez quise. No se como pude creer que alguien tan perfecto como Kentin se fijaría en un despojo como yo. Ojalá nunca nos hubiesemos mudado, ojalá Kentin nunca hubiese vuelto de la escuela militar. Nunca lo hubiera conocido y seguiría siendo Alexy. Y no Alexandre, el depresivo chico que necesita sentír dolor físico para dejar de pensar en el dolor sentimental.

Quisiera que nada hubiera pasado. Malditos sentimientos y maldito Kentin. Yo solo quería amor, algo tan simple como ser amado, saber que se siente al abrazar a tu pareja, escuchar como te dice "te quiero", pero el mundo está en mi contra. Siempre lo ha estado. 

Tal vez, si no me hubieran gustado los chicos en su momento hubiera podido decirle que sí a Violeta y tal vez ahora tendríamos una buena relación. Pero tuve que enamorarme de un imposible. Oh Kentin, si solo supieras todo lo que está pasando en mi interior, como quiero acabar con todo este dolor y que no vuelva más.

Lancé un pequeño grito al cielo mientras sentía que me asfixiaba de tando sufrir, quería ser feliz, ¿tan dificíl es? ¿Cómo puede ser? Solo quiero alejarme de esas tonterías. Me convertí en un esclavo de todo lo que decía o opinaba Kentin mientras fingía ser su amigo cuando siempre lo quise a mi lado en la cama, abrazándo mi cuerpo mientras me susurra palabras bonitas y me hace pensar en un bello cuento real.

Pero no. Esto se acabó.

Fui al baño cuando todos se fueron a dormir y saqué de la cuchilla de Armin para afeitarse una fina hoja que guardé en el bolsillo de la sudadera negra, y de mientras aprovechaba para vomitar las únicas dos cucharadas de pure que comí para cenar. Miré mis manos, que estaban machacadas de tanto acído gástrico pasando por entre los dedos. Pero es que no me merecía aquel plato hecho con amor por parte de mi madre. No merezco que me quisieran de aquella forma.

Cuando llegué a mi cuarto me metí en la cama, tapándome con la sábana, bajé un poco mis pantalones y pasé la afilada hoja por mis delgados y esqueléticos muslos, provocando finos cortes superficiales que causaban un escozor que durane unos segundos me hacían olvidarme de que me había llevado ha hacer todo esto. El maldito y asqueroso amor.

Conforme pasaban los días los cortes se volvían más continuos, el dolor de saborear un veneno tan letal como mis sentimientos me hacía querer que el dolor físico se volviera más continuo y que el antiguo escozor pasara a dolor provocando unos cortes más profundos, pequeños cortes en los cuales si limpiabas la sangre podías distinguir un nombre en particular, el nombre del causante de todo esto.

Kentin.

Repetidamente me pedí a mi mismo una explicación de por qué me hacía esto a mi mismo, pero aquel nombre grabado a dolor y sangre en mi muslo me lo recordaba cada vez que volvía ha realizar un corte más, corte que al ver las demás cicatrices se volvían dos, tres, muchos más cortes sangrantes en los muslos esqueleticos.

Había perdido tanto peso que ya no parecía humano, era un esqueleto antante, un ser con ojos muertos y cuerpo marcado por el dolor del colarón que pasó a ser un dolor tan físico que ningún golpe podía derrumbarme ya. Por muy profundo que cortaba no me sentía aliviado, quería acabar con todo.

No podía más, no había noche en la que no pensara que debía acabar con toda esta mierda en la que el puto amor me había metido.

Far away of you - Kenxy (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora