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01 Conociendo.

Se les sugiere que lean las notas del autor al terminar la lectura.

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Era una mañana fría incluso para un esquimal, fue lo que pensaba una chica de cabellos cortos semi alborotados que iba caminando por las calles de la ciudad a las ocho de la mañana, sabiendo que llegaría tarde a la escuela. Vestimenta de preparatoria, falda azul con camisa de marinero que atraía miradas, esta vez usaba medias para que el frío no se cole en sus blancas piernas.

En su mano un vaso plástico de capuchino que se compró con plata que debería haber juntado para materiales escolares o algo así, pero esas cosas no eran las que estaban en su mente. En su otra mano el típico maletín café de cuero que todos en su preparatoria debían ocupar.

Ya habían pasado un par de meses desde que entró al primer año de aquella escuela, y había hecho tantos amigos nuevos como podía, no era mala persona y era bastante entretenida, le gustaba jugar con los chicos, con las chicas e incluso se estaba llevando bien con la mayoría de los profesores, a excepción del anciano de matemática. Él no soportaba chicas gritonas que llegaban tarde a su clase.

-Si yo fuera gritón, entonces él en verdad me odiaría con el corazón.- Murmuró con la pajilla del vaso plástico en los labios, formando un puchero de mala gana.

Pero todo aquello se esfumó de su mente cuando sintió su celular clamshall vibrar en el bolsillo encubierto de su falda, pero sabiendo que se trataría se su mejor amigo no iba a responder, no tenía ganas de leer un regaño. Le bastaban con los de su madre.

Se demoró unos veinte minutos en llegar a la entrada de la escuela, en donde estaba el portero semi dormido en la caseta dentro del portón, que estaba cerrado.

-¡Hey! Anciano.- Habló al acercarse a la ventanilla.- Ábreme la puerta, estoy atrasado.

El hombre abrió los ojos con pereza, y al notar que era la chica que todos los días llegaba a la hora que se le daba la gana, tan solo sonrió entretenido.- Un día de estos tus maestros te van a regañar por entrar tarde.- Salió de la caseta con unas llaves en su mano y se dirigió a una pequeña puerta al lado del enorme portón.- Entra Oso, procura no irte temprano hoy.- Alzó su mano para darle una palmada en la cabeza de la joven una vez entró al establecimiento.

La joven con una sonrisa en el rostro comenzó a casi correr por el pasillo que daba a una escalera que nadie ocupaba ya que era muy oscura, pero para ella era más como el atajo que conduce a las salas para que no te atrapen y te regañen.

Mientras subía las escaleras, aprovechó de ver el mensaje que tenía en el celular, y para su asombro fingido era quien creía que era.

"¿Dónde estás? El profesor de matemáticas no está, tenemos hora libre."

Lucky.

Cuando llegó segundo piso, notó que había chicos mal uniformados, completamente desordenados, fuera del salón de clases que efectivamente eran de su clase, unos ocho muchachos que conocía perfectamente. Por lo que se acercó algo confundida a su lado.