Capítulo 18 (Parte 2)

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Capítulo 18 (Parte 2)



Sophia se quedó inmóvil durante una fracción de segundo; luego, tomó su mano y dejó que él la condujera hacia el sofá y la ayudara a sentarse. No era necesario pero le agradó que él lo hubiera hecho. Hasta parecía que estaban en medio de una cita romántica y él estaba actuando como el perfecto caballero.

«No es una cita, y menos una romántica», se recordó mientras se ubicaba en el centro del sofá junto a Sam, que ya se había dormido. Tampoco debía olvidar que, tal vez, todo aquello solo era parte del papel que Harry estaba cumpliendo frente a ella, solo estaba haciendo su trabajo, aunque este incluyera una cena con vino blanco y una película de terror de los años treinta.

Él se sentó junto a ella y Sophia se movió inquieta en su lugar. En realidad, entre Harry y Sam no le quedaba mucho espacio disponible para moverse.

—¿Estás cómoda? —Una media sonrisa curvaba sus labios.
Sophia asintió en silencio.

—Será mejor que empecemos a comer antes de que se enfríe. —Le entregó una porción de pizza a Sophia.

—Gracias. —balbuceó ella y sujetó la porción con ambas manos.

—Espero que te guste la película que he elegido para esta noche. —Apoyó la espalda contra el sofá y estiró las piernas hacia adelante.

—Yo también lo espero. —respondió ella y esbozó una sonrisa.

—Bien. —Tomó el control remoto, lo apuntó hacia la pantalla y la película comenzó a pasar.

Sophia descubrió enseguida que se trataba de una de las tantas películas protagonizadas por Sam.M Karloff. Harry había elegido para esta ocasión, La momia.

—He visto otras versiones de esta misma película. —comento ella después de darle un gran bocado a la pizza.

—Seguramente sí, pero solo son eso, versiones. —Sirvió el vino en las dos copas—. Ahora verás una verdadera obra maestra del gran cine de terror, aquel que no usaba los efectos especiales exagerados que se usan hoy y que terminan robando el protagonismo de los propios actores.

Sophia sonrió. Realmente era un apasionado de aquellas películas. Podía comprender aquel sentimiento, porque a ella le pasaba lo mismo con las obras de arte. Tomó la copa que Harry le entregó y bebió un sorbo; el vino le hizo cosquillas en la garganta.

—Está delicioso.

—Sin duda lo está. —comentó él y la miró. Los labios de Sophia se habían humedecido por el vino y resultaban mucho más tentadores aún.

Sophia miró hacia la pantalla, trató de concentrarse en la película y rogó, en silencio, que él hiciera lo mismo. Lanzó un ligero suspiro de alivio cuando por fin Harry apartó los ojos de su boca.

La película, como era de esperar, estaba en blanco y negro y estaba ambientada en Egipto en la década de los años veinte.

Sophia observaba con atención.

Whemple, uno de los personajes que se veía en la pantalla, preso de la curiosidad y la codicia, abre el cofre que contiene el rollo de Thoth. Después de quitar la cinta roja que lo sujetaba desenvuelve el antiguo pergamino y así desafía a la maldición. Cuando comienza a leer aquellos jeroglíficos egipcios la momia de Im ho tep, que descansa en su sarcófago, abre sus ojos.

Harry notó que Sophia se movía inquieta. Intentó no reírse y procuró seguir atento a la película.

La momia no solo mueve sus ojos, ha separado los brazos del pecho y comienza a caminar hacia el hombre que, sin saberlo, la ha despertado de su sueño de más de tres mil años.
Sophia dejó la porción de pizza sobre la caja, estaba empezando a perder el apetito.
La mano de la momia, lentamente se va acercando a su objetivo y cuando, por fin, logra alcanzarlo, el profanador comienza a gritar aterrado.

Harry observó a Sophia por el rabillo del ojo. Sostenía la copa casi vacía de vino con las dos manos. Estaba inmóvil.

Los gritos luego se mezclan con fuertes carcajadas; el hombre ha perdido la razón y mientras continúa riendo la momia de Im ho tep desaparece del lugar.

—¿Estás bien? —preguntó Harry y se esforzó por no hacer algún comentario burlón.

Sophia asintió mientras bebía el último resto de vino que le quedaba. Extendió la copa.

—Sírveme otra.

Harry obedeció y volvió a llenar con vino blanco su copa vacía.

Sophia se lo bebió casi de un sorbo. Harry la miró asombrado.

Volvió a concentrarse en la película.

La pantalla mostraba el primer plano de la cara de Im ho tep, sus ojos sin vida reflejaban una luz aterradora. Un perro ladraba en medio de la noche al percibir su presencia.
Sophia dio un salto cuando Sam comenzó a ladrar a su lado.

—¡Por Dios, Sam! —exclamó Sophia y se llevó la mano al pecho.

Harry ya no pudo controlarse más y se echo a reír.

—¡Sam, no vuelvas a hacer eso! —lo regañó—. ¿No ves que Sophia teme que la maldición de la momia pueda llegar hasta ella?

Sophia le lanzó una mirada asesina y por un segundo, deseó tener el mismo brillo maligno de Im ho tep en los ojos para mostrarle lo enfadada que estaba.

—¡No es gracioso!

—¡Oh, sí lo es! —dijo y se mordió el labio—. Eres deliciosamente graciosa.

Sophia dejó la copa sobre la mesa y buscó entretenerse acariciando la cabeza de Sam, que parecía estar más asustado que ella. Pero solo era consciente de que Harry la estaba mirando, de que la película seguía avanzando y de que ninguno de los dos le estaba prestando atención ya.

En el momento en que se inclino para besarla Sophia volvió la cabeza hacia otro lado. Harry era demasiado encantador pero ella debía resistirse. La tomó de la barbilla para obligarla a mirarlo a los ojos, Sophia dejó escapar un gemido que pretendía ser una protesta. Pero ambos sabían que no lo era. Debería apartarse, pero su cuerpo no parecía estar en sincronía con su sentido común.

La oposición, débil como era, cedió cuando sus labios entraron en contacto. Él aún mantenía sus dedos en la barbilla de Sophia para obligarla a entreabrir su boca. Su lengua no cruzó el límite de la línea de sus dientes y solo acaricio el interior del labio inferior, pero Sophia sintió que se hundía en un mar de deleite. La mano grande y fuerte de Harry se apoyó sobre su espalda para acercarla más a él.

La naturaleza tierna de aquel beso fue cambiando lentamente, se hizo más intenso y demandante. La mano que la sostenía por la parte trasera del cuello avanzó por debajo de su cabellera y se enredó en sus hebras para llevarle la cabeza hacia atrás.

—Eres increíblemente dulce, Sophia. Dulce y delicada. —murmuró él contra su garganta. Su boca estaba tibia y dejó una huella de besos ardientes por la piel hasta el hueco de la clavícula. Harry alzó la cabeza para mirarla y ella trato de moverse.

Sophia colocó las palmas de las manos contra el pecho fornido para alejarlo de ella.

—Harry... —Intentó recobrar el aliento para hablar con él. No iba a permitir que volviera a suceder.

—¿Qué pasa? —Clavó sus ojos verdes en los suyos.

—No... no voy a dejar que lo hagas de nuevo.

Él sabía con claridad de qué estaba hablando.

—No hablemos ahora. —le dijo con la voz ronca—. Es tiempo de sentir, no de conversar.




¿Se volverá a echar para atrás?

No me olvides. « H.S .»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora