Capítulo 18 (Parte 3)

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Capítulo 18 (Parte 3)


Una parte de su ser deseaba alejarse, pero sabía que él no lo permitiría, ni ella tampoco deseaba que lo hiciera. Cerró los ojos, apoyó la cabeza en el hombro de Harry y apretó la cara contra la tela suave de su camisa. El fuego comenzó a arder y consumió su determinación.

Entonces, Harry la atrajo hacia sí una vez más y la besó apasionadamente; ladeó la cabeza para absorber todo cuanto pudiera de aquella mujer a quien parecía desear desde hacía siglos. Ella le rodeó el cuello con los brazos y correspondió a su beso con igual pasión.
Deseaba alzarla en brazos y llevarla a donde ella quisiera. Desde el mismo instante en que la había rodeado con los brazos, había anhelado hacerla finalmente suya. Ya no se detendría; aquella noche ya no eran el policía y su protegida. Cuando hicieran el amor solo serían un hombre y una mujer entregados el uno al otro sin miramientos ni reservas.

Sam se movió inquieto, se subió al respaldo del sofá y comenzó a lamer el brazo desnudo de Sophia. Ella comenzó a reírse.

—¡Ah, no! —protestó Harry sin soltarla—. Esta noche no, amigo. Esta noche Sophia me pertenece solo a mí.

Se levantó y la ayudó a hacer lo mismo. Ella dejó que él la guiara hasta la habitación. Sam los seguía, pero antes de que se pudiera colar con ellos

Harry logró cerrar la puerta.

—Lo siento, Sam. —Se dio media vuelta y la contempló—. Esta noche será solo mía.

Esas palabras la dejaron muda y contuvo la respiración cuando él avanzó hacia ella.
Se quito la camisa y luego se deshizo de los pantalones. Se acercó más a ella. Sophia se relajó lo suficiente como para volver a respirar. Su cuerpo era poderoso, lleno de vigor, y sus manos ansiaban conocerlo en todo su esplendor. Harry la tomó de las manos e hizo que se pusiera de pie. Con rapidez le desprendió los botones de la blusa y la hizo deslizar por su espalda hasta hacerla desaparecer bajo sus pies. Sus pechos, ocultos detrás de una delicada tela de encaje, refulgían blancos a la luz de la luna que entraba por la ventana.

Él le tomo la mano, la poso sobre su corazón y la retuvo allí.

—Mira lo que provocas en mí, Sophia.

Ella podía sentir sus latidos acelerados.

Harry avanzo por sus costados, buscó el cierre de su falda y se la quito con destreza, luego, le acaricio la piel sedosa de la espalda y de los hombros. Rozó con los labios su frente, su mejilla, por fin encontró su boca. La besó con suavidad y luego se deslizó hasta su oreja. Ella dejó escapar un profundo gemido que reproducía la excitación, el ansia que a Harry le oprimía el pecho. El deseo, empujado por la adrenalina, atravesó como una descarga el cuerpo de Harry. Nunca se había sentido así. Nunca había deseado tanto a una mujer. Nunca se había sentido tan fuera de sí. Deslizó las manos sobre la espalda desnuda de Sophia y ella respondió acariciando su pecho. Harry sintió una lluvia de placer que lo dejó aturdido.

—Te necesito, Sophia.

Las palabras la atravesaron como flechas al rojo vivo y la dejaron indefensa para resistirse a la urgencia de sus propios deseos. Los labios tentadores e incitantes se posaron nuevamente sobre su boca, que estaba ansiosa por recibirlos una vez más. Su lengua la invadió de manera casi salvaje mientras ella le sostenía la cabeza con ambas manos. La reacción de Harry fue lanzarse a una posesión apasionada que la dejó sin aliento. Su lengua le llenó la boca con un fuego acariciador. Él exploró y probó todo lo que ella le ofrecía, retrocedía solo para incitarla a que lo imitara. Estaba tan ocupada descubriendo las maravillas de la boca de Harry que no advirtió el momento en que él le quitó el sujetador.

La mano de Harry le cubrió uno de los senos. Instintivamente Sophia movió su cuerpo para acercarse a él. Entonces Harry frotó su pulgar sobre el pezón tieso y la atormentó. Su ardor creció y sus ansias se hicieron cada vez más sofocantes.

Él seguía saboreando la boca de Sophia. Ya no servía de nada protestar o negarse, se dejó vencer por la embestida violenta de nuevas sensaciones. El control que él ejercía sobre sus sentidos era inmanejable para ella.

Harry se apartó un momento para mirarla, Sophia no pudo abrir los ojos. Luchó denodadamente contra el repentino deseo que se expandió por todo su ser cuando Harry se inclinó para tomar posesión de su pecho con los labios ardientes y mojados.

Ella se arqueó para ofrecerle los suaves montículos de sus senos, los gritos de placer que se escaparon de su garganta solo elevaron el deseo de Harry. La empujó sobre la cama y la aprisionó allí con el peso de su cuerpo. Ella lo contempló mientras él se despojaba de la última prenda y se recostaba a su lado. Harry deslizó sus dedos sobre la superficie satinada de su piel mientras trataba de descubrir lo que le hacía gritar de placer incontenible.
Con los ojos cerrados, Sophia sintió que se hundía en un mundo de pasión desconocida en donde solo las caricias y los besos de Harry le producían ese goce tan perfecto y sublime. Con roces apenas insinuados, Harry le acarició la entrepierna para luego pasar el dorso de la mano entre ambas ingles mientras observaba, con detenimiento, el rostro de Sophia para conocer su reacción.

—Harry. —susurró ella y lo miró a los ojos.

A él le agradó escucharle llamarlo.

Él introdujo sus dedos debajo de la tela de sus bragas y la acarició con deleite.

—¡Oh, Dios! —Su cabeza se echó hacia atrás.

Harry la observó luchar con sus sensaciones, mientras la devoraba la pasión Sophia le aferró los hombros y luego deslizó sus manos por la espalda para estrecharlo más contra su cuerpo.

Él arremetió de nuevo contra sus senos turgentes y tibios mientras que con una de sus manos la desnudaba por completo.

Ella dejó escapar un gemido y se frotó contra él. Jadeaba y se deshacía con sus caricias.
La boca de Harry absorbió el grito de placer, mientras sus cuerpos, por fin, se unieron en una comunión arrolladora. El movimiento fuerte e intenso casi la hizo estallar, pero él la sostuvo inmóvil durante un segundo y, cuando la soltó, ella volvió a relajarse.

Sophia susurró su nombre a la vez que hundía su rostro en el cuello de Harry. Cuando él comenzó a moverse, ella clavó su mirada en sus pupilas y se unieron tanto emocional como físicamente. Sus embestidas, feroces y posesivas, quebraron su control. Todos sus sentidos estaban pendientes de ella, de sus leves gemidos y de los estremecimientos que sacudían su cuerpo.

Pronto, el ritmo se hizo más urgente, más exigente, y los elevó a ambos a la cima más alta, donde solo los afortunados lograban llegar.

A Sophia le dolían los brazos de estrechar a Harry tanto tiempo, pero no podía soltarlo ni por un segundo durante la larga caída de regreso al sosiego. No deseaba moverse, ni siquiera respirar. Lo único que quería era tener a Harry con ella para siempre.

—Eres hermosa. —susurró él y trató de moverse, pero ella se ciñó más a él con brazos y piernas.

Él le acaricio el vientre y recogió gotas de sudor con la yema de sus dedos. Aquel ligero roce hacía que su cuerpo sensible se hundiera en el éxtasis. Esa vez, él lo hizo con lentitud; con una ternura extrema. Sophia perdió conciencia de su propio ser y se dejó arrastrar una vez más hacia el placer que él le prometía.

No me olvides. « H.S .»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora