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Día 1 de 365

Juliette


Pasarían algunos años para que Juliette volviera a pensar en ese momento que cambió su vida para siempre, tal vez fue el clima, el día o los acontecimientos que hicieron que Juliette Leiden se acordara de la primera vez que se escapó de su casa.

Lo que debía ser el mejor momento de su vida se había convertido en su mayor tristeza. En cierta manera estaba exagerando, pero con sólo 7 años la niña de ojos esmeraldas no recordaba haberse sentido triste y abatida. Hace unas cuantas horas había recibido la mejor noticia de su vida, la cual se vio eclipsada al oír, lo que según ella, era lo peor que podía pasarle en su vida. Con toda la determinación que una pequeña niña de tan solo 1.20 podía tener, cogio su mochila de Rosia Fresia, guardo su vestido favorito y su alcancía con forma de zorro, abrió la ventana llena de pegatinas de princesas y con gran agilidad salió por esta, bajo por el gran roble que daba contra su habitación y habiendo tocado el suelo en lo que parecían para ella 1000 metros de altura, se dispuso a correr.
Para la pequeña niña encontrar la casa deseada no fue nada difícil, había pasado más tiempo ahí que en su propio hogar. No queriendo ser vista escaló el manzano, daba gracias a su institutriz por haberle enseñado a escalar, correr y saltar desde muy tierna edad. Entró a aquella habitación donde se encontraba, según ella, su mayor felicidad, pensando que estaría segura y que nada, ni el tiempo ni distancia, mucho menos sus padres los separarian, estaba equivocada.

El recuerdo de hace más de 10 años desapareció rápidamente de su mente, siendo reemplazado por la realidad oscura y deprimente en la que ahora vivía.
Con la gracia que la caracterizaba volvió a abrir aquella ventana y salió, está vez la distancia entre su ventana y el piso no parecía ser tan alta, ahora era nada comparado con la distancia que la separaba de lo que más amaba. Al momento en que se dispuso a escapar como lo había hecho 10 años atrás, escucho una pequeña voz, seguido de unas pisadas, dando así por terminado su ilusión de dejar atrás el dolor y escapar de su nueva realidad.

—Vas a volver a escapar, ¿no es así? — la responsable de su intromisión resultó ser su mejor amiga, la única que en estos momentos podría traerla de regreso, pero ella ya estaba muy lejos de esta vida.

—No, aún tengo tareas pendientes y una vida por delante— mientras hablaba se volvía a entrar a su habitación y se alejaba de la ventana, esperando que con esta acción pudiera demostrar que no iría a ningún lado. Al parecer funcionó, vio el cuerpo de Lauren relajarse y una pequeña sonrisa aparecer en su cara.

—Vamos tarde, nos tenemos que ir ya.— dijo su mejor amiga cogiendo las mochilas de ambas.

Su mente navegaba entre el vacío y el olvido, no sabía cuál de los dos era peor. Si pudiera devolver el tiempo lo haría pero no podía, detestaba pensar en lo que se habia convertido, era una cáscara de lo que era antes, era nada. El chófer estacionó el vehículo delante del instituto, musitando un gracias se bajó de este y se preparo mentalmente para el que sería su último año.

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Lauren Hildako tenía 5 años cuando conoció por primera vez a Juliette Laiden. Era su primer día de escuela en un nuevo país desconocido, con personas que no hablaban su mismo idioma y un padre desconocido para ella. Pensó que sería marginalizada por su apariencia y su acento, y lo fue. La primera persona que conoció al entrar a su primera clase fue a una niña que la miró con asco y preguntó a la maestra si la podía cambiar de puesto, pues no se sentía cómoda con una descendiente de kamikasis, Lauren en ese momento quiso llorar, pero una niña de pelo rubio y hermosos ojos esmeraldas le sonrió y pidió que Lauren se sentará con ella. Así fue como conoció a Juliette y desde ese día se juro a ella misma que jamás iba a abandonar a aquella niña que la hizo sentir en casa por primera vez. Por esa razón Lauren no pensaba abandonar a su mejor amiga, si bien Juliette no era Juliette en este mismo instante, ella seguiría a su lado, recordándole todo lo que le quedaba.

Armandose de valor interrumpió en el cuarto de su amiga, sacándola de su letargo la instó a irse para el instituto, con la esperanza de que al volver a la rutina normal, Juliette pudiera sanar.
No se sorprendió cuando la vio en el balcón de su cuarto, sabía que desde que volvió Juliette amaba pasar tiempo ahí y sobretodo que esa era su ruta de escape cuando sus padres se ponían pesados. Logró sacarla de la casa y juntas llegaron al instituto. Lauren tenía esperanzas de que Juliette volviera a ser la misma, pero dentro de ella sabía que su mejor amiga ya no tenía salvación.

Una Última OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora