Después de despertar

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Me levanté sin apenas ganas, miré el calendario de mi pared, había veinte días marcados por una cruz roja bajo el nombre del mes, sí, hoy era 21 de diciembre, hoy se acabaría el mundo, pero no para mí. La gente estaba histérica con el asunto. Mi hermana Noa vino y me dijo que mamá me llamaba desde hace unos minutos, por lo que bajé. El desayuno estaba en la mesa y mamá me dijo que se iba al supermercado, por lo que tendría que llevar a Mark al partido de baloncesto.

Desayuné y me fui a lavarme los dientes. A las once y media me vestí, mientras Mark se vestía para su partido. Noa me pidió ayuda para atarse las zapatillas así que me dirigí a su habitación, le até las zapatillas y cuando estuvo lista le dije que cogiera un jersey, yo también cogí uno y me puse los zapatos. Mark nos llamaba desde abajo, diciéndonos que íbamos a llegar tarde.

Cuando salimos de casa llovía, abrí mi paraguas y nos fuimos los tres hacia el polideportivo. Conforme salíamos de la calle del Emperador, me encontré con una buena amiga, al menos hace un tiempo lo fue. Es increíble como una persona que te parecía desconocida, puede pasar a ser una de las personas mas importantes de tu vida a trabes de una simple conversación, al igual que alguien en el que hace unos días ponías toda tu confianza puede pasar a ser alguien al que no diriges la palabra. Y, tienes miedo, miedo a que cuente tus secretos mas importantes, esos que marcan tu vida, dejen de ser secretos. Pero por mucho que eso te preocupe, en el fondo sabes, algo te dice, que nadie se enterara, porque de la misma forma en la que tu no quieres decir nada sobre ella, ella no querrá decir nada sobre ti. Porque aunque tu tengas el sentimiento de que ella no esta mal porque una amistad se ha roto, o que ella sigue su vida feliz mientras tu cada vez que lo piensas te vengan ganas de llorar, a ella le ocurre lo mismo, y el orgullo es el muro que impide que os habléis. Pero al final, alguna dará un paso del que no se arrepentirá, mientras que no sea demasiado tarde.

Pase por su lado y ni nos dirigimos la palabra, aunque vi, y ella vio que las dos nos miramos a la vez y no pudimos evitar sonreír para nuestros adentros. En ese momento mi cabeza se lleno de recuerdos, el día en el que nos conocimos, por ejemplo, fue en el parque de al lado de su casa, ella estaba columpiándose, y yo le pedí que me lo dejara, solo puso una condición, "te dejare subir si somos amigas para siempre" y yo le dije que si. Era increíble la inocencia que se tenia de joven, cuando tus únicas ocupaciones eran las cosas mas simples, cómo ver la tele, o comprobar si realmente había mounstros bajo tu cama, descubrir cerrando lentamente el frigorífico en que momento se apagaba la luz, y la rebeldía mas grande era cuando fingías querer sacar la punta al lápiz para ir a hablar con tus amigos al lado de la papelera. Me entro un momento de nostalgia, la adolescencia me había cambiado, nos había cambiado a muchos. Aquel que nunca se atrevió a hablar a una chica, ahora tenia una novia preciosa, los que siempre se creían importantes y pegaban, amenazaban o robaban, habían acabado en reformatorios, y aquellas chicas que nunca fueron guapas, habían crecido, se habían desarrollado y ahora todos los chicos andaban tras ellas. Y la amiga con la que me prometí amistad eterna, aquella con la que ahora ni me hablaba, sentía que la había perdido, y parecía que nunca volvería a ser lo mismo. Tener esa sensación es horrible, y la persona que me podía ayudar era la que causaba aquello, y eso, hacia que tuviese ganas de empezar a llorar y no parar hasta que todo se hubiera arreglado. Y sumida en mis pensamientos, a las doce menos cinco llegamos al polideportivo.

Mark corrió hacia sus amigos y Noa vino conmigo a sentarse a las gradas. Nos pusimos en la tercera fila, bastante al centro, y a las doce en punto en el marcador comenzó a correr el tiempo.

El partido duraba media hora así que me acomode, a las doce y diez le di un bocadillo a Noa ya que ella había desayunado a las ocho. Me acorde mientras veía el marcador que hacia las doce y cuarto seria el supuesto fin del mundo. Yo la verdad sabía que no pasaría nada, había quien decía que pasaríamos tres días sin luz ni electricidad, otros que simplemente la tierra explotaría, también estaba la versión de que los mayas matarían a la gente para provocar el fin... Mi favorita era esa en la que iban a empezar a caer meteoritos, así sin más, era patético. Cuando paso del veinte sonreí para mis adentros... ¿Cómo la gente podía ser tan estúpida?

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2014 ⏰

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