Capítulo 25: Mejores amigos, peores enemigos

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Maratón

[III/III]

El viejo vendedor de varitas se arrastra hacia mí, con el largo cabello blanco encima de los ojos y la creciente barba metiéndosele en la boca. Se recuesta a mi lado en la columna, suspirando cuando por fin logra hacerlo.

— ¿Qué hace usted aquí?

—Ellos me capturaron—responde con la voz hecha añicos—Destruyeron mi tienda y me trajeron aquí

—Lo lamento

Nos quedamos callados, con las goteras de la celda cayendo frente a nosotros. El anciano me mira por un segundo antes de volver su vista hacia el frente.

— ¿Por qué lo han traído hasta acá?

—Quieren algo que yo no puedo darles

— ¿Qué es?

—Información—dice en pausas—Información sobre varitas

Frunzo el ceño, sin entender del todo a lo que se refiere. Me froto la barriga antes de reanudar la conversación

— ¿Para que querrían información de varitas?

—Quien-tu-sabes está buscando algo que fue robado durante mucho tiempo

Su voz está pastosa, tanto, que pienso que puede estar lastimándole la garganta a pesar de que el viejo Ollivander no parece quejarse.

—Lo ha torturado, ¿A que sí? Lo he visto

Asiente, con el cabello sucio cayéndole al costado de la cara.

—También a ti, por lo que he estado escuchando—dice mirándome de reojo—Ellos no han bajado desde entonces, pero las paredes son muy delgadas para escuchar...

— ¿Qué es lo que sabe?—El señor Ollivander está pensativo, dejando mi pregunta en el aire. Aprieta su notoria mandíbula sin contestarme—Por favor, señor, dígamelo

—Las varitas son únicas—dice, pasándose por la tangente—No es nada frecuente que haya dos iguales, aunque se ha demostrado que la varita de Harry y la de El-que-no-debe-ser-nombrado lo son. Ha ocurrido algo inusual, señorita Potter. Algo muy extraño que no se logra explicar en los años que llevo rodeado de varitas

— ¿Qué es?

Él niega, mirando hacia la nada

—Los planes del Señor Tenebroso son un enigma, la gestación de ese nuevo Potter lo volverá más despiadado, más maligno. No permitirá que ese niño nazca. No hoy, no mañana. Lo he escuchado.

Sus palabras no hacen más que asustarme. Mis ojos se abren cuando él comienza a temblar. Está muy mal, deshidratado, hambriento y sucio; mis entrañas arden y como si fuese una alarma, me levanto de un salto.

—Debo salir de aquí

—Eso no será posible, yo ya lo intenté—Me dejo caer de nuevo en mi lugar, desanimada. Un par de lágrimas mojan mis mejillas y Ollivander coge mi varita—Madera de Olmo, Fibra de corazón de Dragón, 45 cm...—dice, olfateando la varita—Ésta varita tiene una historia muy especial. Una que tiene que ver... con sus padres

—No lo haga

—¿El qué?—pregunta, dejando mi varita a un lado

—Eso. Hacerme dudar de lo que ha pasado hace años.

—Sólo digo lo que sé. Tu varita es la misma que la de Lucius Malfoy

Levanto una ceja, entre sorprendida y curiosa. Miro la varita antes de cogerla.

»Always, Potter [Fred Weasley]«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora