y como olvidar a ese grupo de cabellos rebeldes que se quedaban eternamente parados, labios casi rosados pero un rosado que solo te hace querer besarlos, ojos... como describir los ojos de ese chico, cafés ese tipo de café en el que te pierdes para terminar de enanorarte.
Y ella, Sara, una chica ni tan alta ni tan baja, cabello hasta donde termina la espalda, ojos color avellana y muy achinados, pestañas largas y pues para esos ojos se necesitan vitrinas. Ella usaba anteojos al igual que él.
Empezaron a hablar sin más, en realidad él le habló porqué le gustaba una amiga de Sara y así comenzó su mejor historia de amor, la historia con su primer amor. Qué irónico ¿No creen?
Hasta después de mucho se dio cuenta que ese no había sido el principo. Había un pasado no recordado, casi enterrado.
Caleb tenía un amigo (no muy cercano) su nombre era Santiago, un chico bastante inteligente y si, con su encanto. Sara y Santiago empezaron a hablar por una red social. Santiago sentía una atracción por Sara, pero ella jamás vio a Santigo como algo más que un amigo.La historia comienza aquí.
En esta red social una chica, Tamara, del mismo Instituto que los tres chicos hizo una reseña sobre un partido de volly y en esta trataba de ofender a los del equipo rival, pero estaba mal escrita y con demasiadas faltas entonces Sara comentó. Puso "Insulto con falta ortográfica es halago" y no dijo más; se hizo toda una polémica sobre el comentario de Sara y la mayoría estaba a favor, Santiago respondió a dicho comentario y coqueteó en medio de divagaciones, Caleb, quién aún no conocia a Sara respondió con "Bien, Santiago conocío a la indicada" en ese mismo momento Caleb le escribió a Sara y le preguntó sobre su relación son su amigo.
-Hola! ¿qué tal todo?(: ¿qué tal Santi?
-Jajaja. Hola, yo bastante bien ¿qué tal tú? Y pues Santiago y yo somos solo amigos.¡Así! ¡Sin más! Y, qué les digo hablaron dos días más, con suerte.
Todo esto pasó a principios del 2015.
Los tres continuaron hablando de mes en mes.
- Analizando todo es una hermosa historia de tres años. Tres años que aún no se van, y dios como lo he intentando.-