Narra Esmeralda
Después de caer en el acantilado junto al pequeño Euclase, caímos en un río con una corriente muy fuerte. Yo logré sostenerme de unas piedras que sobresalían del agua. Pero Euclase no hacia nada, sólo tenía los ojos cerrados. Pude ver como su diminuto cuerpo se alejaba con la corriendo del río. Me subí a la piedra, y di un salto hacia donde se encontraba la gema. Cuando volví al agua, logre cogerlo de la mano. Pero una piedra se interpuso en nuestro camino, y Euclase y yo volvimos a separarnos. Más al fondo había una gran cascada. Sólo vi a mi pequeño amigo desaparecer de mi vista. Salí del agua, y bajé por un lado del río. Me subí a unas columnas con unas cosas verdes, para intentar tener un vistazo más amplio del lugar. Pero no vi a mi amigo por ningún lado. Baje del lugar e iba a continuar buscando. Cuando iba a continuar caminando, el dolor en mis piernas regresó, y no podía seguir. Me arrastré hasta la sombra de esa columna, y me recosté para descansar. Pasó un buen rato, hasta que oí una voz familiar, era la gema gritando mi nombre, venía de mi lado derecho. Me levanté para ver si me reconocía, no se porque no se me ocurrió gritar su nombre, sólo lo busqué, pero no lo vi.
Cuando empecé a reconocer un punto azul a lo lejos, me dirigí hacia esa dirección. El miro hacia donde estaba, pero no logró reconocerme, talvez por lo que mi cuerpo se camuflaba bastante con el lugar.
Pero justo cuando ya me vilo la idea de gritar su nombre, algo me sorprendió por la espalda. Reconocía esas manos, eran de una Jaspe. Está sólo me tapó la boca, y me lanzó al suelo.
—vaya vaya...miren lo que tenemos aquí. Una Crystal tonta merodeado alrededor de la Arena Celestial...—no entendía lo que estaba sucediendo, porque me había llamado Crystal tonta, y porqué me atacaba repentinamente. Quería aclarar las cosas, pero la gran mano de la Jaspe me impedía hablar. —dime,¡¿Cómo se siente traicionar a toda tu raza, dando la espalda a las diamantes, aceptar la destrucción de diamante rosa?!—me lo dijo con tal odio, el cual no entendía. A que se refería con todo ello. —oh! Cierto que no puedes hablar...pero sabes que...no puedes existir más!—me susurró al oído, mientras sacaba un arma, para destruir mi gema. Me asusté bastante, pero no podía hacer nada, sólo podía cerrar mis ojos y desear que esa experiencia no doliese. Pero no sentí nada, más bien, la mano ya no me tapaba la boca, sólo oía unos gritos y sonidos de pelea, era una perla luchando con esa jaspe. Me sorprendía la escena, pero aproveché para escapar. aún adolorido, me dirigí hacia donde había visto a mi amigo, pero ya no lo ubicaba en ninguna parte.
Los sonidos de pelea se intensificaban en mi espalda. De la nada, varias gemas luchaban entre si. No entendía lo que estaba pasando. Solo sabía que debía salir de ese lugar lo más pronto posible. En un momento inesperado, caí en una grieta que había en el suelo. Sólo podía escuchar como gritaban, los golpes de armas constantemente chocando. Varias explosiones, gemidos de dolor. Todos esos sonidos se mezclaban en mi cabeza, no sabía que hacer, ni lo que estaba sucediendo.El día se tornó oscuro. Y los sonidos horripilantes desaparecieron. Por lo que decidí salir de mi escondite. Ya no había nadie, pero habían armas en todos lados los pilares cafés se encontraban con millones de marcas y cortes. Cuando todo mi cuerpo salió del cráter, me di cuenta que el dolor de piernas había desaparecido. Por lo que podía movilizarme mucho mejor.
Caminé un poco, y a pesar de que ya estaba recuperado, todavía me movilizaba lentamente. El ambiente era muy pesado ahí, Por lo que traté de no hacer mucho ruido.
Cuando me alejé lo suficiente del lugar que me encontraba, sentí algo agarrar mi pierna.
Era una gema. Me sorprendió la acción repentina, pero quedé totalmente pasmado, al ver que sólo era literalmente un brazo. El brazo me jaló hasta hacerme caer. De la nada, empezaron a salir más partes de gemas en el suelo. Y me empezaron a rodear. Trataba de levantarme, pero de poco a poco las extremidades me empezaban a mantenerme inmóvil. Cuando me di cuenta, todos esos trozos eran de una Esmeralda. Eran verdes y tenían las misma características de las Esmeraldas. No podía creer lo que veía. Una de mi especie había sido destrozada, y lo único que le quedaba, era estar incompleto para siempre. Empecé a hacer lo mismo que el pequeño Euclase, a generar líquidos desde mis esferas de visión. Y muy dentro de mi había una sensación que almenos no la había sentido hasta ese momento.
No se de donde, pero logre conseguir fuerzas para librar de las extremidades. Y me subí a las columnas cafés. Desde ahí, me di cuenta que esos trozos no eran los únicos, habían muchos más alrededor de todo el lugar. Por algún motivo desconocido, me vino a la cabeza que me estaban pidiendo ayuda. Por lo que limpié el líquido que se encontraba en mi rostro, y bajé lentamente. Lo único que podía hacer era burbujear a todos. Era una técnica que recién de había descubierto que las gemas eran capaces de hacer, por lo cual los primeros en aprender a hacerlo fueron las gemas de alto rango, y los soldados. Con un palo que se encontraba tirado en el suelo, empecé a aplastar las extremidades. Y empezaba a cerrarlas en burbujas. Iba poniendo en un pequeño cráter que se encontraba cerca de los pilares.
Creé al menos unas 28 burbujas. Aún me faltaban unos cuantos, pero ya me sentía muy cansado. Por lo que sólo destruí su forma física, y reuní todos los trozos en un montón. Luego me recosté para descansar.
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