Bubbline | You Are Flawless

Es incorregible

¿Como se supone que se olvidaban a las personas que te hacían daño? Que no era tratándolas de la peor manera posible para caer en cuenta que ni siquiera vale la pena.. o simplemente, ¿Debería ignorar los hechos y disfrutar la vida de la mejor manera?

Era una tarde de marzo en el reino de Ooo, la reina vampiro se encontraba sentada en su habitación tratando de componer una nueva canción y su inspiración no se encontraba del todo bien debido a los recientes acontecimientos ocurridos en las afueras del dulce reino, se había topado con su musa del pasado o como ella prefería llamarle “Lenta princesa” ese pequeño encuentro había causado estragos en la mente de ambas chicas.

-Como puede ser tan arrogante?-Bufó mientras tachaba nuevamente lo poco que había escrito en la libreta- Arggh ni siquiera se dignó en disimular su incomodidad al verme.
Uuh si, pero estás me las pagarás princesita, me haz hecho perder la cabeza ugh.

Marceline Abadeer, una chica mitad demonio, mitad vampiro y quizás un tercio de humana, lucía un hermoso cabello negro como azabache el cual le llegaba hasta los tobillos, su piel era entre grisácea y sus ojos color negro variaban muy seguido a azules o rojos, de confección delgada y aunque la mayoría del tiempo se encorvaba era notable que a su apariencia joven de 19 años su altura era la adecuada, tomando en cuenta que su edad rondaba por los 1000 años.

Había pasado desapercibida la visita de cierto can en la entrada de su habitación, el cual la miraba con su cabeza ladeada ignorando el enojo de su dueña. Ladró instintivamente y Marceline volteó hacia él sorprendida por su llegada.

-Shcwable que haces aquí? Te he dicho que no subas cuando esté molesta o acabaré mordiéndote- Mostró sus afiliados colmillos tal como solía hacerlo para espantar a sus víctimas pero alzó una ceja al ver que este ni se inmutaba.

-Bah, solo eso me faltaba! Ya ni mi propio perro me tiene miedo. He perdido la costumbre por culpa de esos tontos héroes sin capa de Finn y Jake- Suspiró audiblemente volviendo su vista hacia la libreta mientras se llevaba el lápiz hacia sus dientes con intenciones obvias de mordisquearlo, suerte que el inofensivo objeto no era color rojo.
-Aunque pensándolo bien.. creo que iré a molestarlos un rato, total ya perdí mi paciencia aquí- Soltó una risita pícara y salió levitando de su cuarto hacia afuera de su casa, esta no sería una aburrida noche.

Mientras tanto en el dulce reino...

-Mentita necesito que me traigas unas muestras que olvidé en el sótano, uhm hay varias así que para que no te pierdas son las de color azul en frasco transparente- Ordenó mientras hacia señas con las manos para que su dulce sirviente fuera enseguida, aunque este era su mayordomo o su mano derecha, eso no le impedía a la princesa que lo tratara como un súbdito más.
Obedeció saliendo del laboratorio de su ama y se dirigió a buscar lo requerido.

-Tengo que reemplazarlo algún día, no merece tanto ardúo trabajo.- Dijo mientras se acomodaba nuevamente las gafas. No había dormido durante dos días tratando de hacer una fórmula que comparara el veneno de vampiro. ¿Como fue que llegó a esto? Pues simple, intentaba de alguna forma ayudar a la vampiresa, tenía la esperanza de que esta otra le aceptaría la ayuda algún día. Suspiro para sus adentros al notar como había fallado por quinta vez. -Esto es inútil, ni siquiera tengo una muestra concreta o perfecta de su sangre ugh, y ella ni siquiera colabora..- Por más que intentaba darle vuelta al asunto con cierta chica era imposible que colaborase con uno de sus experimentos sin importar que tan benéfico fuera. Torció los labios y exhaló todo el aire que sentía se le acumulaba dentro, no estaba dispuesta a renunciar pero esta noche tenía ganas de una siesta aunque sea unas cuantas horas se dijo a sí misma.

-Aquí está, mi lady, solo habían tres y opté por el de mayor tamaño- El mayordomo llegó con  el encargo y miró como la princesa abostecía mientras se restregaba el ojo con notable cansancio.-Vaya, aveces pierde los modales- dijo con desdén la menta.

-Ugh, déjalo en la mesa ¿ok? Yo.. -abostezó nuevamente ignorando el comentario mordaz de su mayordomo -solo déjalo, continuaré mañana.
Y sin más, se dirigió a su habitación la más alta del reino, era de esperarse, tenía una vista preciosa pero a la vez un poco perturbador para cualquier otro ser el tener que observar a dos máquinas de chicle gigante velando su seguridad. Su recámara estaba completamente amueblada con su característico color rosa y tonos pasteles similares, parecía sacado de un sueño para cualquiera que adorara lo dulce o una pesadilla para aquel que resultará ser diabético.

Al llegar a sus aposentos miró su reflejo en el espejo más cercano, ojeras inimaginables, pensó. Su belleza era parte de la ironía de ser la princesa más importante del reino Ooo? O es que realmente las chicas con adoración al color rosa tendrían que ser adorablemente hermosas.. Bonnibel con apariencia de una joven de 19 años, rondaba entre los 800 y tanto. Su piel era de un color rosa pastel muy claro, dándole toque delicado y refinado. Su cabello de un rosado intenso y sedoso, muy debajo de su cintura parecía estar hecho de goma de mascar o quizás si..?

Se quitó su bata de científica dejandola caer en el suelo no se aguantaría un minuto más sin poder recostarse, seguidamente cayó como piedra en la suavidad de su cama. Pasando en alto lo sucedido recientemente con cierta vampira, no era como que no le importase.. simplemente no tenía tiempo para molestarse siquiera, de hecho le parecía innecesario el solo pensar en ello. Ya habría otro modo de conseguir la sangre de la insolente chica. Se sumergió en su sueño olvidando por completo su existencia que aveces le parecía un poco agotadora, sus deberes como monarca no solamente eran sus sueños desde que tenía memoria, si no que también eran el motivo de problemas incorregibles que ocurrieron en el pasado; los cuales de vez en cuando la distraían recordándole su falta de afecto y comprensión hacia ciertas cosas que ella no consideraba importantes, de todas formas siempre solía olvidarlas con alguna que otra actividad ya sea con sus súbditos o en su laboratorio, ya habría lugar para pensar después.