Capítulo Segundo

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Luego del fuerte mareo que presentó noches atrás, trató de mantener su mente ocupada y evitar divagar tanto en lo ocurrido esa noche, necesitaba estar tranquila, por ella y por su madre que tanto la necesitaba.

Como método de distracción se encerró tanto en culminar el cuento que la editorial le estaba exigiendo que a la final logró matar dos pájaros con un sólo tiro, en pocas palabras, no pensó más en lo sucedido aquella noche y logró culminar el dichoso cuento sin necesidad de pedir clemencia por haberse retrasado en su entrega, un verdadero alivio para ser sincera.

—¡Nati querida, ven aquí!— Escuchó a su madre llamarla desde la sala.

Dejó lo que hacía y se dignó a salir de su estudio, estaba tan centrada en ese libro que había iniciado a escribir luego de la muerte de su padre que realmente perdió la noción del tiempo, a lo mejor la llamaba para hacerla comer algo —Mamá siempre tan preocupada— Pensó con ternura.

De camino a la sala pudo notar que su madre hablaba con alguien cosa que la extrañó, no esperaban visitas ese día, desde hace mucho nadie las visitaba, la familia de su padre culpaba a su madre de la muerte del mismo, para ellos su madre no hizo lo necesario para evitar la muerte de su padre, pero ella sabía que eso no era así, su madre amaba tanto a su padre como para dar todo por él, podría llegar a asegurar que si el mismísimo Lucifer venía desde el infierno dispuesto a traer nuevamente a la vida a su padre a cambio del alma de su madre, ella sin siquiera pensarlo dos veces lo aceptaría.

—Un amor que trasciende las barreras impuestas por la muerte— Siempre sostuvo ese pensamiento y hoy más que nunca lo sostenía, aún veía la añoranza en el mirar de su madre cada vez que sus ojos se posaban en las fotografías de su padre que aún se hallaban colgadas en las paredes de su hogar.

La tierna voz de su madre logró sacarla de sus cavilaciones.

—¡Nati, al fin llegas! No deberías estar tanto tiempo encerrada y menos ahora, mira quien nos ha venido a visitar luego de tantos años, si es mi niño Jacob, aunque ya no es tan niño, es todo un hombre ¡y uno muy guapo también!— Pudo ver la alegría plasmada en el rostro de su madre y sus ojos brillar como nunca al hablar del hombre allí presente, su amigo de la infancia y su primer amor; mientras a su madre le causaba regocijo la actual situación, ella no sabía cómo sentirse realmente, su interior era un caos lleno de sentimientos encontrados.

—Hola Nat, me alegra verte de nuevo— Y allí estaba él, ya no era ni el niño y mucho menos el adolescente revoltoso que ella recordaba, frente a ella estaba un hombre joven realmente apuesto, de ojos grises, cabellos azabaches y piel clara, pudo notar que vestía un buen traje de color gris con camisa blanca y corbata celeste, realmente no reconocía a ese Jacob, ella sólo recordaba a el joven desgarbado con el que siempre terminaba teniendo peleas sin importar que ella fuera una chica.

—Maldición, ¿realmente eres tú Jacob?— No salía de su estupefacción, tenía su mente hecha un verdadero lío.

—¡Natalia, cuida tu boca, niña! ¡El que tengas 27 años no quita que aún pueda hacerte comer jabón para que tengas la boca más limpia!— Rayos, olvidó que su madre seguía presente, sintió su rostro enrojecer por la vergüenza.

—Descuide señora Collins, Nat siempre fue una pequeña salvaje y por lo que veo, los años no le quitaron eso— Expresó Jacob mientras se reía, ahora sí, esperaba que la tierra se la tragase o simplemente ella acabaría estrangulando al imbécil que estaba frente a sí.

Pudo notar que él ya más calmado dejó de reírse para ahora sólo dedicarle una sonrisa que a sus ojos fue preciosa —y estaba segura que a los de su madre también, casi era capaz de apostar todos sus ahorros a que el único pensamiento que surcaba la mente de su madre en ese momento, era el deseo de tener menos años de los que tenía para lograr conseguir una oportunidad con el joven frente a ella, toda una pícara su madre—.

—Puede que Nat halla sido siempre una salvaje y aún lo siga siendo señora Collins— Desvío por un momento su mirada hacia su madre mientras pronunciaba esas palabras, pero tal acción no duró mucho, sus ojos grises volvieron a posarse sobre ella nuevamente —Pero para mí, ella siempre ha sido la salvaje más hermosa que pueda existir en el planeta— Y allí, aún con su profunda mirada aún sobre Natalia, él logró que con esas simples palabras ella sintiera su mundo pintarse de colores radiantes y que miles de mariposas aletearan en su estómago.

Sabía que tenía muchas preguntas que hacerle a Jacob en ese momento, pero luego de haber escuchado las palabras que anteriormente fueron pronunciadas por sus labios, estaba más que segura que había perdido por completo la noción del tiempo y del espacio; en definitiva el hombre frente a ella sería un peligro total para su cordura a partir de ese mismo instante.

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2017 ⏰

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