10. LA FAMILIA DEL SOL
Como una lluvia de estrellas, los mundosgiran, arrastrados por los vientos de loscielos, y son transportados a través de lainmensidad; soles, tierras, satélites,cometas, estrellas fugaces, humanidades,cunas, sepulturas, átomos del infinito,segundos de etemidad, transformancontinuamente los seres y las cosas.
CAMILLE FLAMMARION, Astronomic Populaire
Imaginemos que la Tierra hubiese sido escrutada por algún cuidadoso yextremadamente paciente observador extraterrestre: hace 4.600 millonesde años el planeta completaba su condensación a partir de gas y polvointerestelar y los últimos y diminutos planetas se precipitaban sobre laTierra produciendo enormes cráteres de impacto; el interior del planeta vaelevando su temperatura gracias a la energía potencial gravitatoria deacreción y a la desintegración radiactiva, diferenciando el núcleo de hierroliquido del manto y la corteza silíceos; gases ricos en hidrógeno y en aguasusceptible de condensarse fluyen desde el interior del planeta hacia. lasuperficie; una química orgánica cósmica bastante monótona fabricamoléculas complejas que apuntan hacia sistemas moleculares deautoduplicación extraordinariamente sencillos: los primeros organismosterrestres; a medida que va disminuyendo el suministro de rocasinterplanetarias que caen sobre la Tierra, las aguas corrientes, la formaciónde montañas y otros procesos geológicos destruyen las cicatrices existentesdesde el origen de la Tierra; se establece un amplio mecanismo planetariode convección que transporta material del manto hasta los fondos oceánicos 205y de ahí a los márgenes continentales, mientras el roce de las placas enmovimiento crea las grandes cadenas de plegamientos montañosos y laconfiguración general de las tierras y los océanos, modificandocontinuamente el terreno tropical y glaciar. Al mismo tiempo, la selecciónnatural escoge, de entre una amplia variedad de alternativas, aquellasvariedades de sistemas moleculares de autoduplicación mejor adaptadas alos cambios ambientales; las plantas van utilizando luz visible paradescomponer el agua en hidrógeno y oxígeno y el hidrógeno escapa alespacio, modificando la composición química de la atmósfera de reductora aoxidante; eventualmente, surgen organismos de cierta complejidad y deinteligencia media.Y en esos 4.600 millones de años, nuestro hipotético observador quedasorprendido por el aislamiento de la Tierra. Recibe luz solar y rayoscósmicos —de gran importancia para la biología— e impactos ocasionales derestos interplanetarios. Pero ninguno, en todos esos eones de tiempo,abandona el planeta. Entonces el planeta empieza súbitamente a expulsarpequeños agregados de materia hacia el sistema solar interno, colocándolosprimero en órbita alrededor de la Tierra y posteriormente en el satélitenatural yermo y sin vida, la Luna. Seis cápsulas —pequeñas, aunquemayores que las demás— alcanzan la Luna, cada una de ellas con dospequeños bípedos que exploran brevemente su entorno y regresanapresuradamente a la Tierra, habiendo dado de esta forma un primer pasoen el océano cósmico. Once pequeños vehículos espaciales penetran en laatmósfera de Venus, un mundo realmente duro, y seis de ellos consiguensobrevivir unas decenas de minutos antes de derretirse. Se lanzan ochovehículos espaciales con destino a Marte. Tres consiguen ponerse en órbitaalrededor del planeta; otro pasa cerca de Venus, en dirección haciaMercurio, según una trayectoria escogida a propósito para hacerlo pasarvarias veces cerca del planeta más interior. Otros cuatro logran atravesarcon éxito el anillo de asteroides, se acercan a Júpiter y de ahí sonproyectados hacia el espacio interestelar por la gravedad del planeta mayor. 206Resulta evidente que algo interesante está sucediendo últimamente en elplaneta Tierra.Si los 4.600 millones de años de la historia de la Tierra pudiesencomprimirse en un solo año, este frenesí de exploración espacial hubieseocupado la ultima décima de segundo, y los cambios fundamentales en laactitud y en el conocimiento que explican esa importante transformaciónocupaba tan sólo los últimos segundos. En el siglo xvii se produjo la primerautilización generalizada de lentes y espejos con fines astronómicos. Con elprimer telescopio astronómico, Galileo quedó sorprendido y maravillado alver a Venus como una lúnula, y también las montañas y los cráteres de laLuna. Johannes Kepler pensaba que los cráteres los habían construido seresinteligentes, habitantes de ese mundo. Pero el físico holandés del siglo xviiChristian Huygens no se mostraba de acuerdo; sugirió que el esfuerzo quedebía realizarse para construir esos cráteres lunares eradesproporcionadamente grande y que debía haber explicaciones alternativaspara esas depresiones circulares.Huygens constituía un ejemplo de la síntesis entre una tecnología avanzada,una gran destreza practica, una mente razonable, aguda y escéptica y unabuena predisposición ante las nuevas ideas. Fue el primero en sugerir que loque vemos es la atmósfera y las nubes sobre Venus; el primero encomprender algo de la verdadera naturaleza de los anillos de Saturno (queGalileo había considerado como dos masas circundando el planeta); elprimero en dibujar una zona notable de la superficie marciana (SyrtisMajor); y el segundo, tras Robert Hooke, en dibujar la Gran Mancha Roja deJúpiter. Estas dos últimas observaciones siguen teniendo importanciacientífica, puesto que significan la permanencia de esas características por lomenos durante tres siglos.Evidentemente, Huygens no era un astrónomo moderno tal como loentendemos hoy. No pudo sustraerse totalmente a la forma de pensar de sutiempo. Por ejemplo, sostenía un curioso argumento del que podía deducir lapresencia de cáñamo en Júpiter: Galileo había observado que Júpiter teniacuatro lunas. Huygens formuló una pregunta que muy pocos astrónomos 207planetarios modernos se harían: ¿Por que Júpiter tiene cuatro lunas? Parapoder responder a esa pregunta, pensaba, habría que plantearse la mismacuestión a propósito de la única luna de la Tierra, cuya función, además deproporcionar algo de luz por la noche y de provocar las mareas, consistía enofrecer una ayuda a la navegación de los marinos. Si Júpiter dispone decuatro lunas, tiene que haber muchos marinos en aquel planeta. Pero alhaber marinos, hay barcos y, por tanto, velas; al haber velas, hay cuerdasy, por tanto, cáñamo. Me pregunto cuantos só1idos argumentos científicosactuales resultaran igualmente sospechosos con la perspectiva de tressiglos.Un índice útil de nuestro conocimiento sobre un planeta es el número de bitsde información necesarios para caracterizar nuestra comprensión de susuperficie. Podemos considerarlo como el número de puntos blancos ynegros en el equivalente de una foto de periódico que, cubriendo toda laextensión con los brazos abiertos, resumiese todo el conjunto de imágenesexistentes. En el tiempo de Huygens, unos diez bits de información,obtenidos mediante breves observaciones con telescopios, cubrían todonuestro conocimiento de la superficie de Marte. En la época de máximaproximidad entre Marte y la Tierra, en el año 1877, ese númeroposiblemente ascendiese a unos miles, excluyendo una gran cantidad deinformación errónea —por ejemplo, dibujos de los canales de los que, en laactualidad, se sabe que son totalmente ilusorios. Gracias a la observaciónvisual posterior y al desarrollo de la fotografía astronómica desde la Tierra,la cantidad de información fue creciendo lentamente hasta que se produjoun punto singular en la curva, que corresponde al acontecimiento de laexploración del planeta mediante un vehículo.Las veinte fotografías obtenidas en 1965 por el vuelo de aproximación delMariner 4 supusieron cinco millones de bits de información, cantidad queequivale a todo el conocimiento fotográfico previo sobre el planeta. Sinembargo, sólo llegó a cubrirse una pequeña fracción. La misión deaproximación compuesta por los Mariner 6 y 7, en 1969, hizo aumentar esenúmero en un factor 100 y el vehículo orbital Mariner 9, en 1971 y 1972, 208volvió a aumentarlo en otro factor 100. Los resultados fotográficos delMariner 9 sobre Marte corresponden aproximadamente a unas 10.000 vecesel total del conocimiento fotográfico previo de Marte obtenido a lo largo de lahistoria de la humanidad. Podría hablarse de avances parecidos en cuanto alos datos espectroscópicos en infrarrojo y ultravioleta obtenidos por elMariner 9 si se comparan con los mejores datos previos obtenidos desde laTierra.Paralelamente a los progresos en la cantidad de nuestra información, se datambién un avance espectacular de su calidad. Antes del Mariner 4, elelemento más pequeño de la superficie de Marte que podía detectarse conciertas garantías media varios centenares de kilómetros. Después delMariner 9, un pequeño porcentaje del planeta ha podido observarse con unaresolución efectiva de 100 metros, una mejora de la resolución en un factor1.000 en los diez últimos años y en un factor 10.000 desde el tiempo deHuygens. El proyecto Viking ha de proporcionar todavía mas mejoras. Y sólogracias a esas mejoras conocemos hoy los grandes volcanes, los casquetespolares, los sinuosos canales tributarios, las grandes depresiones, loscampos de dunas, las franjas de polvo asociadas a los cráteres y muchasotras características, misteriosas e instructivas, del medio ambientemarciano.Para comprender un planeta recién explorado se requiere tanto resolucióncomo recubrimiento. Por ejemplo, aún con una resolución excelente, losMariner 4, 6 y 7 observaron, por una desgraciada coincidencia, la parte viejade Marte repleta de cráteres y de relativamente poco interés y no dieronninguna información sobre el tercio joven y activo, desde el punto de vistageológico, del planeta, que fue explorado por el Mariner 9. La fotografíaorbital no puede detectar vida sobre la Tierra hasta no utilizar unaresolución de 100 metros, punto en el que las formas geométricas de lasciudades y los campos de nuestra civilización tecnológica empiezan a serevidentes. Si hubiese existido en Marte una civilización comparable a lanuestra por su extensión y nivel de desarrollo, sólo se hubiese podidodetectar fotográficamente gracias a las misiones Mariner 9 y Viking. No hay 209razón alguna para esperar la existencia de civilizaciones de ese tipo en losplanetas próximos, pero la comparación ilustra de forma llamativa que tansolo estamos empezando un reconocimiento adecuado de los mundoscercanos.No hay motivos para pensar que no espera la sorpresa y el deleite a medidaque vayan mejorando la resolución y el recubrimiento fotográficos y seconsigan progresos comparables en la espectroscopia y otros métodos.La mayor organización profesional de científicos planetarios en todo elmundo es la División para las Ciencias Planetarias de la SociedadAstronómica Americana. El vigor de esta ciencia en formación queda patenteen las reuniones de la sociedad. En la reunión anual de 1975, por ejemplo,se anunció el descubrimiento de vapor de agua en la atmósfera de Júpiter,de etano en Saturno, de posibles hidrocarburos en el asteroide Vesta, deuna presión atmosférica próxima a la de la Tierra en la luna de Saturno,Titán, de erupciones de ondas de radio decamétricas en Saturno, ladetección por radar de la luna de Júpiter, Ganímedes, la elaboración delespectro de emisión de radio de la luna de Júpiter, Calixto, por no mencionarla información sobre Mercurio y Júpiter (y sus magnetosferas) aportadas porlos experimentos Mariner 10 y Pioneer 11. En las siguientes reu-niones seaportaron asimismo avances de la misma importancia.De esta avalancha de interesantes descubrimientos recientes no ha surgidotodavía un modelo general sobre el origen y la evolución de los planetas,pero el tema cuenta actualmente con una gran riqueza de sugerenciasestimulantes y suposiciones viables. Empieza a quedar claro que el estudiode cualquiera de los planetas incrementa nuestros conocimientos de losrestantes y que, si aspiramos a comprender globalmente la Tierra, tenemosque tener un conocimiento amplio de los demás planetas. Por ejemplo, unasugerencia actualmente en boga, que yo propuse por primera vez en 1960,es la de que las elevadas temperaturas de la superficie de Venus se deben aun fugitivo efecto de invernadero por el que el agua y el dióxido de carbonode una atmósfera planetaria impiden la emisión de radiación térmicainfrarroja desde la superficie hacia el espacio; entonces, la temperatura 210superficial se eleva hasta alcanzar el equilibrio entre la luz visible que llega ala superficie y la radiación infrarroja que ésta emite; esta temperatura superficialmás elevada supone una mayor presión de vapor de los gases delinvernadero, dióxido de carbono y agua; y así sucesivamente hasta que eldióxido de carbono y el vapor de agua están en fase de vapor, produciendoun planeta con una presión atmosférica y una temperatura superficialelevadas.Ahora bien, la razón por la cual Venus posee una atmósfera de esascaracterísticas, y no así la Tierra, parece radicar en un incrementorelativamente pequeño de la luz solar. Si el Sol fuese más brillante o si lasuperficie y las nubes terrestres fuesen más oscuras, ¿podría convertirse laTierra en una reproducción de la visión clásica del Infierno? Venus puedeconstituir una llamada de atención para nuestra civilización técnica queposee la capacidad de modificar en profundidad el medio ambiente terrestre.A pesar de la expectativa de casi todos los científicos planetarios, Marteaparece cubierto por miles de sinuosos canales tributarios de unaantigüedad probable de varios miles de millones de años. En las condicionesatmosféricas actuales, muchos de estos canales posiblemente no han podidoser excavados ni por agua corriente ni por CO2 corriente; requierenpresiones mucho más elevadas y posiblemente temperaturas polaressuperiores. Por tanto, los canales —así como el terreno polar laminado deMarte— pueden atestiguar por lo menos una, o tal vez muchas épocasanteriores de condiciones climáticas más suaves, poniendo así de manifiestola incidencia de grandes variaciones climáticas a lo largo de la historia delplaneta. No sabemos si dichas variaciones tienen causas de tipo interno oexterno. Si son de tipo interno, resultaría interesante ver si la Tierra puede,a través de la actividad del hombre, alcanzar un grado marciano deexcursiones climáticas —algo mucho mayor de lo que ha experimentado, porlo menos en los últimos tiempos—. Si las variaciones climáticas marcianastienen causas externas —por ejemplo, variaciones de la luminosidad solar—;entonces resultaría extraordinariamente prometedora una correlación de lapaleoclimatologia marciana con la terrestre. 211El Mariner 9 llego a Marte en medio de una gran tormenta de polvo, y losdatos permitieron una comprobación por medio de la observación de si esastormentas calientan o enfrían la superficie del planeta. Cualquier teoría quepretenda predecir las consecuencias climáticas de los cada vez másnumerosos aerosoles en la atmósfera de la Tierra ha de ser capaz de daruna respuesta correcta a la tormenta global de polvo observada por elMariner 9. A partir de la experiencia del Mariner 9, James Pollack, del NASAAmes Research Center, Brian Toon, de Cornell, y yo mismo hemos calculadolos efectos de explosiones volcánicas individuales y múltiples sobre el climade la Tierra y hemos conseguido reproducir, dentro del margen de errorexperimental, los efectos climáticos observados después de grandesexplosiones en nuestro planeta. La perspectiva de la astronomía planetaria,que nos permite considerar cualquier planeta como un todo, puedeproporcionar una excelente formación para los estudios sobre la Tierra.Otro ejemplo de este tipo de retroalimentación de las observacionesterrestres, a partir de los estudios planetarios, es que uno de los principalesequipos que estudian el efecto sobre la ozonosfera terrestre de la utilizaciónde propulsores halocarbonados en aerosoles en lata está dirigido por M. B.McElroy de la Universidad de Harvard, un equipo que, para ese problema, haestudiado intensamente la aeronomía de la atmósfera de Venus.En la actualidad, gracias a las observaciones mediante vehículos espaciales,conocemos algo de la densidad superficial de cráteres de impacto dedistintos tamaños en los casos de Mercurio, la Luna, Marte y sus satélites;los estudios con radar están empezando a proporcionar esa información enel caso de Venus y, aunque aparece muy erosionada por el agua corriente yla actividad tectónica, disponemos de alguna información acerca de loscráteres sobre la superficie terrestre. Si la población de objetos productoresde tales impactos fuese la misma para todos esos planetas, sería posibleestablecer tanto una cronología absoluta como una relativa de las superficiesde los cráteres. Pero todavía no sabemos si las poblaciones de objetos quechocan son generales —todas ellas procedentes del cinturón de asteroides, 212por ejemplo— o locales; por ejemplo, el barrido de anillos de restosaparecidos en las últimas etapas de la creación planetaria.Los parajes montañosos lunares salpicados de cráteres evidencian unaépoca primigenia de la historia del sistema solar en la cual la formación decráteres era mucho más frecuente que ahora; la población actual de restosno consigue, por un factor considerable, explicar la abundancia de cráteresmucho menor, cosa que puede explicarse a través de la población actual derestos interplanetarios, compuesta fundamentalmente por asteroides y talvez cometas muertos. En superficies planetarias con no demasiadoscráteres, se puede deducir algo acerca de su edad absoluta, muchas cosassobre su edad relativa y, en algunos casos, incluso algo acerca de ladistribución de tamaños en la población de objetos que dieron lugar a loscráteres. En Marte, por ejemplo, se observa que las laderas de las grandesmontañas volcánicas carecen prácticamente de impactos de cráteres, lo cualsupone su mayor juventud comparativa; no estuvieron allí el tiemposuficiente para acumular muchas hendiduras de impacto. Esta es la baseque permite afirmar que los volcanes marciaños constituyen un fenómenocomparativamente reciente.El fin último de la planetología comparada, a mi entender, es algo así comoun gran programa de computadora al que se le dan algunos parámetros departida —tal vez los valores iniciales de la masa, la composición, elmomento angular y la población de objetos próximos capaces de producirimpactos— y de ahí sale la evolución temporal del planeta. Estamos muylejos hoy de tener un conocimiento tan profundo de la evolución planetaria,pero estamos mucho más cerca de lo que hubiese podido pensarse hace tansólo unas décadas.Cada nueva serie de descubrimientos plantea una multitud de preguntas queantes no éramos ni siquiera capaces de formular. Bastará con mencionaralgunas de ellas. Hoy empieza a poderse comparar la composición de losasteroides con la composición de los meteoritos caídos sobre la Tierra (vercapitulo 15). Los asteroides parecen poder clasificarse fácilmente en objetosricos en silicatos y objetos ricos en materia orgánica. Una consecuencia 213inmediata es que el asteroide menos masivo, Vesta, sí puede diferenciarse.Pero nuestros conocimientos actuales indican que la diferenciaciónplanetaria se produce por encima de una cierta masa critica. ¿Puede serVesta un resto de un cuerpo mucho mayor, hoy ajeno al sistema solar? Laobservación inicial por radar de los cráteres de Venus indica que estos sonmuy poco profundos. Y sin embargo no existe agua líquida que erosione lasuperficie de Venus y la baja atmósfera de Venus parece moverse con unavelocidad tan pequeña que el polvo no es capaz de llenar los cráteres.¿Podría ser la fuente del relleno de los cráteres de Venus un lento colapso deuna superficie muy débilmente derretida, algo así como la melaza?La teoría mas extendida sobre la generación de los campos magnéticosplanetarios requiere corrientes de convección inducidas por la rotación en unnúcleo planetario conductor. Mercurio, que gira sobre sí mismo cadacincuenta y cinco días, debía tener, según ese esquema, un campomagnético no detectable. Sin embargo el campo está manifiestamente allí, yse impone una revisión seria de las teorías del magnetismo planetario. SóloSaturno y Urano tienen anillos. ¿Por qué? Sobre Marte existe una magnificadisposición de dunas de arena longitudinales apiñadas contra las laderasinteriores de un gran cráter erosionado. En Great Sand Dunes NationalMonument cerca de Alamosa, Colorado, hay un conjunto de dunas de arenaparecido, también apiñado en la curva de las montañas Sangre de Cristo.Las dunas de arena en ambos casos tienen la misma extensión, la mismadistancia entre duna y duna y la misma altura. Sin embargo, la presiónatmosférica marciana es 1/200 de la terrestre y los vientos necesarios parainiciar el movimiento de los granos de arena deberían tener allá diez vecesmás fuerza que en la Tierra y la distribución de tamaños de partículas puedediferir en los dos planetas. Entonces, ¿pueden ser iguales los campos dedunas producidos por la arena arrastrada por el viento? ¿Cuáles son lasfuentes de la emisión radio decamétrica de Júpiter, cada una de ellas demenos de 100 kilómetros de amplitud, fijas sobre la superficie joviana y queradian intermitentemente al espacio? 214Las observaciones del Mariner 9 indican que los vientos en Marte superanocasionalmente la mitad de la velocidad local del sonido. ¿Son algunas vecesmucho más fuertes los vientos? ¿Cómo es una meteorología transónica? EnMarte hay pirámides cuyas bases tienen unos 3 kilómetros y una altura de 1kilómetro. Difícilmente han sido construidas por faraones marcianos. Elgrado de erosión por granos de arena transportados por el viento en Martees, por lo menos, 10.000 veces el de la Tierra, debido a las velocidadesmayores necesarias para mover partículas en la débil atmósfera marciana.¿Podrían las caras de las pirámides marcianas haber sido erosionadasdurante millones de años en esa forma, desde más de una direcciónprivilegiada del viento?Las lunas del sistema solar exterior no son, con casi total seguridad,reproducción de la nuestra, que es un satélite bastante soso. Muchas deellas tienen unas densidades tan bajas que deben estar compuestasprincipalmente por hielos de metano, amoníaco y agua. ¿Cómo serán sussuperficies vistas de cerca? ¿Cómo erosionaran los cráteres de impacto unasuperficie helada de ese tipo? ¿Existirán volcanes de amoníaco sólidoderramando lava de metano líquido por sus laderas? ¿Por que Ío, el mayorsatélite interior de Júpiter, está envuelto por una nube de sodio gaseoso?¿Cómo contribuye Ío a modular la emisión síncrona procedente del cinturónde radiación joviano en el que se encuentra? ¿Por qué una cara de Japeto,una de las lunas de Saturno, es seis veces más brillante que la otra cara?¿Debido a una diferencia en el tamaño de las partículas? ¿Una diferenciaquímica? ¿Cómo se establecieron esas posibles diferencias? ¿Por qué enJapeto y sólo allí en todo el sistema solar se da esa situación?La gravedad de Titán, la mayor luna del sistema solar, es tan baja y latemperatura de su atmósfera superior tan elevada que el hidrógeno debeescapar hacia el espacio muy rápidamente, según un proceso llamado«escape de vapor» (blow-off). Pero la observación espectroscópica sugierela existencia de una cantidad sustancial de hidrogeno en Titán. La atmósferade Titán es un misterio. Y si sobrepasamos Saturno, nos acercamos a unaregión del sistema solar de la que no sabemos prácticamente nada. Nuestros 215débiles telescopios no han determinado con precisión siquiera los periodosde rotación de Urano, Neptuno y Plutón y menos todavía las característicasde sus nubes y atmósferas, ni la naturaleza de sus sistemas de satélites. Lapoetisa Diane Ackerman de la Universidad Cornell escribe: "Neptuno esesquivo como un caballo tordo en plena niebla. ¿Canoso? ¿Fajado?¿Vaporoso? ¿De hielo picado? Lo que sabemos no conseguiría llenar el puñode un lemúrido".Una de las vías más inasequibles por la que empezamos a avanzarseriamente es la cuestión de la química orgánica y la biología en el sistemasolar. El medio ambiente marciano no es de ninguna manera tan hostil comopara excluir la vida, pero tampoco conocemos lo suficiente sobre el origen yla evolución de la vida como para garantizar su presencia allí o en cualquierotra parte. El tema de los organismos en Marte, ya sean grandes opequeños, esta totalmente abierto, aún después de las misiones Viking.Las atmósferas ricas en hidrógeno como las de Júpiter, Saturno, Urano yTitán se parecen en aspectos significativos a la atmósfera de la Tierraprimigenia, en la época del origen de la vida. A partir de experimentos desimulación realizados en laboratorio, sabemos que las moléculas orgánicasse producen a buen ritmo en determinadas condiciones. En las atmósferasde Júpiter y Saturno las moléculas serian transportadas a profundidadespirolíticas. Pero aun ahí la concentración de moléculas estables orgánicaspuede resultar significativa. En todas las experiencias de simulación laaplicación de energía a unas atmósferas de ese tipo produce un materialpolimérico de color marrón que recuerda, en muchos aspectos importantes,el material de color marrón de sus nubes. Titán puede estar totalmentecubierto por un material orgánico de ese mismo color marrón. Es posibleque en los próximos años seamos testigos de grandes e inesperadosdescubrimientos en el terreno de la naciente ciencia de la exobiología.Los medios principales para la exploración continua del sistema solardurante la siguiente década, o las dos siguientes, consistirán seguramenteen misiones planetarias no tripuladas. Se ha conseguido lanzar con éxitovehículos espaciales científicos a todos los planetas conocidos por los 216antiguos. Existe una serie de propuestas de misiones todavía no aprobadas,pero estudiadas con detalle (ver capítulo 16). Si la mayoría de esas misionesse llevasen efectivamente a la práctica, la era actual de la exploraciónplanetaria proseguiría brillantemente. Pero no está nada claro que esosespléndidos viajes de descubrimiento continúen, por lo menos en losEstados Unidos. Solamente una de las grandes misiones planetarias, elproyecto Galileo hacia Júpiter, ha sido aprobada en los últimos siete años yaun así corre un cierto peligro.Incluso un reconocimiento preliminar de todo el sistema solar hasta Plutón yuna exploración mas detallada de algunos planetas mediante, por ejemplo,vehículos todo terreno para Marte y sondas de registro en Júpiter, noresolverían el problema fundamental de los orígenes del sistema solar; loque se necesita es el descubrimiento de otros sistemas solares. Losadelantos en las técnicas de observación desde la Tierra o desde vehículosespaciales que vayan lográndose en las dos próximas décadas, podráneventualmente detectar docenas de sistemas planetarios en órbita alrededorde estrellas aisladas próximas a nosotros. Estudios recientes basados en laobservación de sistemas de estrellas múltiples debidos a Helmut Abt y SaulLevy, del Kitt Peak National Observatory, sugieren que hasta un tercio de lasestrellas del cielo pueden tener acompañantes planetarios. No sabemos siesos otros sistemas planetarios serán como el nuestro o si se basarán enprincipios radicalmente distintos.Casi sin darnos cuenta, hemos entrado en una época de exploración ydescubrimiento sin parangón desde el Renacimiento.Tengo la impresión deque los beneficios de la planetología comparada para las ciencias terrestres;el sentido de aventura conferida por la exploración de otros mundos a unasociedad que ha perdido prácticamente toda oportunidad de gozar de laaventura; las derivaciones filosóficas de la búsqueda de una perspectivacósmica, esos son los elementos que caracterizaran nuestro tiempo. Dentrode siglos, cuando nuestros grandes problemas políticos y sociales actualesnos parezcan tan remotos como los problemas de la Guerra de Sucesión deAustria, nuestro tiempo se recordara fundamentalmente por el siguiente 217hecho: fue la época en la que los habitantes de la Tierra establecieron suprimer contacto con el cosmos que les rodeaba.
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EL CEREBRO DE BROCA
Non-FictionTitulo Original en ingles: Broca's Brain Traducción: Doménech Bregada (Cap 1 al 7) y José Chabás (Cap 8 al 25) de la 1 edic. de Random House, Inc., Nueva York, 1970. (c) 1974, 1975, 1976, 1977, 1978, 1979, Carl Sagan (c) 1981, Ediciones Gribaldo, S...