Desesperación (Capítulo 1)

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Gorgue se despierta y mira a su alrededor. Un fuerte dolor le recorre las sienes. "¿Dónde estoy...?" Piensa éste mientras se aprieta la cabeza. "¿En una... clase?"
El lugar está iluminado por una luz chillona. No se da cuenta hasta ahora de que las ventanas están selladas por una especie de chapado.
Se levanta de la silla en la que estaba sentado, y procede a analizar el entorno.
-Las ventanas tapiadas no dan una muy buena impresión... - se dice a sí mismo.
Camina hacia una puerta del tamaño de una persona y ve que hay una cámara de vigilancia junto a la pizarra.
-¿Y esto...?
Decide ignorarlo, y sale de la clase.
El pasillo está iluminado por una tenue luz rojiza, que no permite ver bastante.
Hay varias clases a lo largo del pasillo, y, al final de éste, dos puertas de cuyas rendijas sale una fuerte luz.
Gorgue camina por el pasillo a medida que sus pasos rompen el silencio sepulcral. Cada vez que avanza un poco, un sonido se va amplificando. "¿Eso es..." piensa mientras se acerca a las puertas.
Mira a la palanca que dice "tira de aquí", y le hace caso.
Abre las puertas.
-¿Gente? - dice en voz alta.
Un grupo de chicos se gira en su dirección para establecer contacto visual con él. Éstos parecen ser de su edad.
-¿Otro? - comenta uno de ellos, mientras se acerca a él. - ¿Has visto a alguien más?         
-¿Alguien más? No... - responde echando un vistazo a los jóvenes - ¿Y ustedes quiénes sóis? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué es este sitio?
Una chica, cruzada de brazos, le interrumpe: 
-Tranquilo, sabemos lo mismo que tú. Desgraciadamente.                    
-Bueno...
-¿Cómo te llamas? - le pregunta otro - Yo Adrián, pero puedes llamarme Adri, o Tota - dice ofreciéndole la mano.
-Gorgue - contesta estrechándole la mano.
La chica de antes le mira y habla:
-Lucía. - suspira - ellos son Hugo, Cris y Javier.
-¿Y hay más gente aquí? - No le dio tiempo a terminar la frase cuando otro grupo de chicos entra al gimnasio hablando entre ellos.
No habla nadie hasta que alguien rompe el silencio:
-¿Qué está pasando?

(A partir de aquí escribiré en pasado, ya que es más fácil de redactar.)

-Vuestros nombres. - dijo Javier, dando un paso hacia delante.
-Simón - murmuró un chico.
-Ana. Y esta es Irene.
-César - contestó cortante otro.
-Yo soy Lucas. A propósito, ¿qué es este sitio?
Esta vez Adrián habló:
-Aparentemente, una escuela. Genial para matar el rato.
-¿Y no habéis buscado una salida? - preguntó César, rascándose la nuca.
-Acabamos de llegar, no sabemos nada...

Un fuerte chirrido sonó y el lugar se llenó de una extraña música.
-¿Hola? ¿Se escucha? ¿Sí? - se oyó una estridente voz seguido de un estruendoso pitido.
Los chicos miraron a su alrededor en busca de la fuente del sonido, la cuál eran unos grandes altavoces situados a lo largo del gimnasio.
Se hizo el silencio.
-¿Alguien puede explicar qué acaba de pasar? - dijo Gorgue en tono sarcástico.
-Ahora recibiréis la última tanda de alumnos, no os impacientéis - se oyó a través de los altavoces.
Justo cuando terminó de decirlo, otro grupo de chicos apareció cruzando la puerta, mirando a su alrededor con la mirada perdida.
-Ahorrémonos las presentaciones. Voy a explicaros de qué va esto. - dijo la vocecilla -De acuerdo, digamos que estáis atrapados en este sitio. Y supongamos que hay una forma de salir - soltó una risita - la cuál es...
-¿Qué es esta mierda? - gritó Adrián, mirando hacia los altavoces.

-No... me interrumpas. No me gusta que me interrumpan. ¿Por dónde iba? Ah, sí, la única forma de salir de este sitio es matando a cualquiera de vuestros compañeros - dijo como si de comprar un chicle se tratase. - pero no es tan sencillo, ¿sabéis? Si os descubren yo mismo me ocuparé de ejecutaros de una forma muy especial. Eso es todo. Chao chao.
La sala se llenó de un silencio sepulcral, seguido de un estruendoso vocerío.
-¡No voy a hacer esto! - gritó uno de los chicos que aún no se había presentado.
-Chicos, tranquilos, seguro que hay otra forma... - intentó decir Gorgue, pero fue callado por la voz de la multitud.
-Tranquilizáos - dijo Javier, alzando la voz. Esta vez sí se callaron. - ¿Vamos a ver, de verdad alguien se va a creer esto?
La voz de los altavoces volvió:
-Oh, se me olvidaba. Cada uno de ustedes tiene las llaves para vuestro cuarto privado, donde podréis descansar y todo eso. También, si miráis vuestro bolsillo, veréis que tenéis una hoja de información. Ahora sí, chao chao. - se despidió con una risita.
-Yo me voy de aquí - Murmuró Hugo, dirigiéndose a la puerta del gimnasio.
-Chicos, chicos. Relajáos. Aún ni nos hemos presentado. - dijo la chica del último grupo - Yo soy Maria Luisa.
-Carlos.
-Jose.
-Sebastián. ¿Y ustedes sóis...?
Tras un largo rato de presentaciones, la voz volvió:
-¡Casi se me olvidaba! ¿Véis esas pulseras que tenéis en vuestra muñeca izquierda? Si alguno de ustedes intenta quitársela, morirá instantáneamente. Sirven para teneros localizados en todo momento, así no os perdéis. ¡Buena suerte! - Gritó en tono burlón.
La pulsera. Gorgue miró a la suya. No se había dado cuenta de que estaba ahí hasta ese momento. Las cosas empezaban a ponerse más serias...
-Venga ya. ¿Esperan que nos creamos esto? - vociferó Carlos, manipulando su pulsera.
-Oye, no creo que debas... - decía Cristian, cuando Carlos cayó al suelo, convulsionando.
-¡Que alguien le ayude! - gritó Maria Luisa.
Gorgue miró a su alrededor, en busca de un kit de medicina, algo. Pero no encontró nada. Volvió la vista a Carlos. Le salía espuma de la boca y las convulsiones eran cada vez más fuertes.
-¡Haced algo! - gritó Javier.
Pero ya era demasiado tarde.
Carlos se quedó en el suelo, inmóvil.
Ahora sabían que las cosas sí iban en serio.
Podrían morir en cualquier momento.
Cualquiera de ellos podría ser el siguiente.

CONTINUARÁ...

                                                     

Gorugo v.X: Wolf In Sheep's ClothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora