Interrogantes (Capítulo 2)

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El cadáver de Carlos yacía en el suelo, tapado con una lona de plástico que los chicos habían encontrado tirada en el gimnasio.
-Bien - dijo Hugo sacudiéndose las manos - ¿Ahora qué?
Lo ocurrido anteriormente había afectado a todos. Incluso a Gorgue. ¿Por qué estaban allí? ¿Quién los tenía secuestrados? ¿Por qué no recordaba nada? ¿Qué...?
Algo sacó a Gorgue de su estupefacción.
-Yo me voy de aquí - dijo Javier.
-No te vas a ninguna parte - se interpuso Jose. - debemos permanecer unidos.
-Apártate.
-¿Debería? - replicó Jose, apretando los puños.
-He dicho que me voy - repitió Javi en tono tranquilo.
Hugo cogió a Jose del brazo y lo alejó de Javi.
-Gracias - dijo, dirigiéndose a la puerta.
-¡Espera! - exclamó Cristian.
Javier lo ignoró, y se fue por la puerta principal.
En el ala derecha del gimnasio había una mesa rodeada por sillas capaz de albergar a más de 10 personas. Gorgue la miró, y se sentó en una de las sillas. Los demás hicieron lo mismo.
-Entonces... - comenzó - Estamos aquí atrapados, ¿eh?
César apoyó los pies en la mesa y se balanceó en su silla.
-Supongo.
-No perdamos la esperanza, chicos - dijo Hugo - aún no hemos buscado una salida.
-Es cierto - contestó Ana, la cuál no había hablado hasta ahora - Deberíamos buscar la salida.
-¿Con qué garantía? ¿Y si no hay una salida? - manifestó Sebastián.
-La habrá - dijo Cristian.
Tras una hora, aproximadamente, de conversaciones sin importancia, sonaron los altavoces de nuevo:
-¡Hola! Para vuestra información, se está haciendo tarde. A partir de las nueve tendréis que estar en vuestros respectivos cuartos, ya que comenzará la hora nocturna, ¿vale?
Los chicos se miraron entre ellos con confusión. ¿Por qué una hora nocturna?
-Oye, aún no nos has dicho cómo te llamas - Maria Luisa dijo.
-¡Oh! ¡Me siento halagado! En el fondo os preocupáis por mí, ¿eh? Pronto os lo diré... - soltó una risita - Pronto...
Gorgue miró a los demás. Irene se levantó.
-Me voy a mi cuarto.
-Yo también - manifestó Ana.
-Y yo - dijo Jose.
Salieron del gimnasio. Todo se quedó en silencio.
-¿Cuánto queda para las nueve? - preguntó Adrián.
Gorgue miró su reloj y luego a Adrián.
-Diez minutos.
Dejó caer sus manos en su regazo y disfrutó del silencio. Al menos hasta que la voz de los altavoces volvió.
-Chicos, ya casi son las nueve.
Gorgue se levantó y miró de nuevo a los chicos.
-Hasta mañana - dijo con parsimonia.
Al salir del gimnasio, recordó lo que dijo la voz sobre una hoja de información que tenían en el bolsillo. Ahí debería decir dónde se encontraba su cuarto.
Metió la mano en el bolsillo, sacó su ficha y la miró: su habitación estaba justo en frente que la de Adrián. Se dirigió hacia allí.
La puerta era de madera oscura, podría deducirse que muy cara. Se dispuso a abrirla cuando de repente oyó una voz.
Miró a su alrededor pero no vio nada.
"Imaginaciones mías" pensó, y se metió en su habitación, cerrando tras de sí la puerta con llave.
La habitación era muy amplia, pero también muy simple. Tenía una cama de matrimonio pegada a la pared paralela a la puerta, y una mesita de noche con una lámpara al lado.
-Supongo que algo es algo - suspiró.
Se quitó los zapatos y se dejó caer sobre su cama. Se sentía cálida. Cerró los ojos y comenzó a pensar. En todo lo que había pasado hasta ahora. ¿Era aquello un sueño? Cerró los ojos aún más fuerte para comprobarlo, pero se rindió al ver que nada pasaba. Aquel chico, Carlos, lo había visto morir. No lo conocía muy bien, pero sabía que si lo llegaba a hacer, podrían haber sido buenos amigos. Amigos. Eso es.
No van a matar a nadie.
Disfrutó de aquella atmósfera de paz y se dejó llevar por el sueño.
Se despertó más cansado que cuando se durmió, y, con un gran esfuerzo, se levantó de la cama y se dejó caer en el borde, con los pies en el suelo.
-No ha sido un sueño...
Miró su ropa. Ni siquiera se había puesto un pijama, había dormido con la ropa que llevaba puesta. Y no le importaba.
Se levantó y se dirigió hacia el lavabo.
Se echó agua en la cara y fue a abrir la puerta del cuarto, cuando oyó un grito.
Miró el pomo de la puerta y lo giró.
Salió del cuarto y miró alrededor. ¿De dónde vino el grito?
Adrián salió de su cuarto, y miró a Gorgue.
-¿Has oído lo mismo que yo?
-Creo que sí.
-Vamos.
Fueron medio andando, medio corriendo a través del mar de pasillos hasta el gimnasio, donde no había nadie.
-¿Dónde están?
De repente, apareció Hugo, jadeando, apoyando sus manos en sus rodillas.
-Venid - tomó aire - todos están en la cafetería. Algo ha pasado.
Tras un rato marchando, llegaron a la cafetería.
Había varios chicos rodeando algo.
Se acercó, y apartó a algunos para ver mejor.
Jose.
Estaba muerto.

CONTINUARÁ...

Gorugo v.X: Wolf In Sheep's ClothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora