Asesinato (Capítulo 3)

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El cuerpo de Jose permanecía apoyado en la pared, pacífico, ajeno al escándalo que había formado.
Rodeado por un charco de sangre, éste se encontraba con un cuchillo clavado en el hombro.
Su expresión reflejaba una serenidad que contrastaba con aquel escenario.
-¿Por qué? - fue lo único que alcanzó a decir Gorgue antes de caer de rodillas en el frío suelo de mármol de la cafetería. Se quedó mirando el cadáver, inexpresivo.
-Jose... - murmuró Adrián.
Javier miraba desde la distancia con los brazos en jarras. Parecía estar buscando algo.
-Cristian, mira esto - pronunció, acercándose al cadáver.
-¿Sí?
Observaron el cuerpo con detenimiento. El cuchillo en el hombro, y el lugar de los hechos...
-Probablemente no murió al instante, ya que, quien hubiera hecho esto, le dio en el hombro - aclaró Cristian.
Javier miró la sangre. Estaba seca, y tenía un color rojizo oscuro. Eso solo podía significar una cosa.
-El asesinato ocurrió anoche... ¿Alguien vió algo sospechoso?
Gorgue estaba a punto de hablar, cuando un estruendoso pitido salió de los altavoces, seguido de la misma voz de siempre:
-¡Beep! ¡Beep! ¡Se ha encontrado un cadáver! ¡Tenéis un rato para recopilar pistas! ¡El juicio comenzará en una hora!
Silencio.
-Voy a investigar - dijo Javier.
-Te sigo - pronunció Gorgue, levantándose, y quitándose el polvo de los pantalones.
Javier miró a Gorgue de reojo, pero no le dijo nada.
-Vamos.
Se fueron de la cafetería, dejando a los demás detrás.

Lucas se sentó a una de las mesas.
-Así que así es, ¿eh?
Hugo tomó asiento a su lado y le dio una palmadita en el hombro.
-No perdamos la esperanza aún. No aún. Vamos a descubrir quién es el responsable de esto.
Lucas le miró a los ojos.
-Gracias.

Mientras tanto, Javier y Gorgue peinaban el mar de pasillos en busca de alguna prueba, sin mucho éxito, por ahora.
-Javier...
-No ahora, Gorgue.
Gorgue decidió insistir un poco más.
-Es importante.
-Habla.
-El caso es que ayer oí una voz en el pasillo principal, antes de irme a mi cuarto. ¿Podría ser eso una pista?
Javier lo miró, y luego miró al pasillo.
-¿A qué hora fue eso?
-Sobre las nueve menos algo.
Javier suspiró.
-Vamos a investigar.
Tras un rato de caminata en silencio, llegaron al pasillo. Pero no había nada. Nada...
-Eh, esto de aquí es... ¿Sangre? - dijo Javier, señalando a la pared.
Una mancha de sangre recorría toda la pared del pasillo. La luz rojiza no la hacía destacar. ¿Cómo no se habían dado cuenta antes?
-Si lo seguimos, podremos saber dónde ocurrió el primer ataque - aclaró.
Javier, con su mano pegada a la pared, comenzó a andar siguiendo la sangre.
El final del rastro llegaba a la habitación de Cristian.
-Esto significa que... - comenzó Gorgue.
De repente, el sonido de los altavoces lo calló:
-¡Se acabó el tiempo! ¡Comienza la hora del juicio! ¡Vayan todos al gimnasio!

Cinco minutos después, todos se encontraban en el gimnasio, esperando a que algo pasara, sin saber exactamente el qué.
Unas enormes puertas se abrieron en la pared del lugar para dejar a la vista un gran ascensor que fácilmente podría albergarlos a todos ellos.
-Entrad. - sonaron los altavoces.
-¿Es esto seguro...? - preguntó Lucas.
-Sólo hazlo - contestó Lucía.
Los chicos se metieron en el ascensor, y, en cuestión de segundos, un estruendoso sonido indicó el inicio de su bajada.
Tras treinta segundos en silencio, llegaron a la que, al parecer, era la planta más baja. Las puertas volvieron a abrirse.
Javier fue el primero en pisar el lugar. Una gran sala con una alfombra roja que daba a un círculo de dieciséis pilares circulares, cada uno con su propio estrado. Uno de estos estrados estaba decorado con un marco con la foto de Carlos, y otro, con la de Jose.
-Por favor, chicos, id al estrado con vuestro nombre. - ordenó la voz.
Los adolescentes le hicieron caso, y cada uno se dirigió a un pilar. Todos podían ver a todos con echar un solo vistazo.
-Ahora, si me permitís... ¡Comenzamos con una explicación sencilla! Vuestros votos deciden el desenlace del juicio...
Todos se miraron confusos.
-Señalad al verdadero culpable y sólo el verdadero culpable será castigado. Pero si hacéis una acusación errónea...
El aire comenzó a hacerse pesado.
-...¡Todos los demás serán castigados, y el culpable se graduará, sano y salvo!
Los chicos se quedaron petrificados.
-Hay algo que me gustaría preguntar antes de empezar... - comenzó Lucía - ¿Por qué hay dieciséis atriles, si al comenzar sólo éramos quince?
-Problemas con la administración, chica. - la voz rió. - Ahora...
El silencio llenó la sala.
-¡Que el juicio escolar comience!

-De verdad uno de nosotros...- comenzó Cristian - ¿Es el verdadero culpable?
-Ni lo dudes - contestó la voz, risueña.
-Bien, ¿cómo comenzamos? - preguntó Gorgue, cruzando sus brazos.
-El asesinato tuvo lugar en la habitación de Cristian... - dijo Javier.
Cristian le miró, confuso.
-Estaba en su habitación - comenzó César - Y entonces, fue atacado a traición, sin poder defenderse.
-¡Eso es falso! - gritó Cristian, señalándole - ¡El cuchillo que lo atravesó le dio en el hombro, y no lo mató al instante! ¡Pudo haberse defendido en cualquier momento!
-Entonces, él huyó hacia el pasillo tras ser atacado por Cristian, ¿no? - dijo Lucía.
-Pasemos a lo siguiente, el arma del homicidio - habló Maria Luisa.
-El cuchillo usado era de la cafetería, así que el asesino tuvo que haberse pasado por allí - dijo Javier.
-Cristian lo cogió de la cocina cuando no había nadie... - empezó César -¡Y luego le dijo a Jose que fuera a su habitación, para matarlo allí!
-¡Espera! Yo no fui quien cogió el cuchillo de la cafetería - dijo Cristian - Lucas me acompañó a la cafetería a investigar, y cuando nos fuimos a nuestras habitaciones, el único cuchillo que había seguía allí.
-Ya, claro, ahora dirás que tú no eres el culpable - replicó Lucía.
-Es cierto - dijo Lucas.
-Ya, claro, ahora tú y ese asesino sóis cómplices, y vuestro testimonio es falso - dijo Gorgue.
-No podría ser mi cómplice, ya que sólo puede graduarse el asesino - acotó Cristian - Además, el cuchillo tuvo que robarse luego de que nosotros nos fuéramos de la cafetería, cuando fuera de sus habitaciones sólo quedaban César, Lucía, Maria Luisa y Hugo.
-¿Así que uno de ellos tuvo que robarlo? - preguntó Javier.
-Yo no pude robarlo, porque Maria Luisa pasó toda la noche en mi habitación - añadió Lucía.
-Yo fui a la cafetería para cojer un poco de té... - comenzó Hugo - cuando me fui el cuchillo seguí ahí, pero cuando volví para fregar mi taza, ya no estaba.
-¿Pero no es extraño basarse en algo así? - preguntó Javier.
-¿Y por qué sucedió en la habitación de Cristian? ¿Acaso no es obvio que él es el culpable? - protestó César.
-Quizás, el asesino quiso atraer las sospechas hacia mí, para hacerle quedar de inocente. ¿No es cierto, César?
Se hizo el silencio.
-¿Me estás diciendo que yo soy el culpable? - preguntó.
-La forma en la que tapas tu brazo derecho lo demuestra. Jose se defendió y te hizo un corte en el brazo antes de que le apuñalaras en el hombro. Enseña tu brazo. - Dijo Cristian.
-¿Por qué debería hacerlo?
-Hazlo.
César miró a todos y tragó saliva.
-Yo no he asesinado a Jose - dijo.
-Entonces tenemos un culpable - añadió Javier.
-¡Yo no he asesinado a Jose! - gritó, con lágrimas en los ojos.
De repente, los altavoces volvieron a la vida:
-¡Se acabó el tiempo! ¡Voten quién es el culpable!
Tras diez segundos de absoluto silencio, una música muy animada comenzó a sonar y por los altavoces se oyó:
-¡Correcto! ¡César es el culpable! ¡Ahora recibirá su castigo! - cuando terminó de decir esto, se abrieron unas puertas, de la que salieron cuatro peluches, una especie de Teddy Bears con movimientos robóticos, que cogieron a César y se lo llevaron a de donde habían salido.
-Por favor, chicos... - fue lo último que alcanzó a decir éste, antes de desaparecer tras las puertas.
Cinco minutos después, César se encontraba atado a una portería, y un cañón de algún tipo apuntaba en su dirección. De repente, balones de fútbol comenzaron a salir de éste, a la velocidad de una bala, dirigidas hacia César. Tras cincuenta balonazos, el cuerpo de César cayó sobre el césped del campo, inerte.
Los adolescentes restantes pudieron ver todo el espectáculo tras una verja de tres metros de alto.

CONTINUARÁ...

Gorugo v.X: Wolf In Sheep's ClothingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora