CAPÍTULO 1

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Otra mañana de invierno se asoma por mi ventana, puedo oir el trinar de los pequeños e inocentes pájaros. En este día igual que cualquier otro cumpliría 14 años, y a pesar de ello, seguía cubierto por las cobijas de mi cama.

Mi nombre es Jackson Jekyll soy hijo único de un matrimonio y vivo en New Salem, mi pasatiempo favorito es dibujar y mirar el televisor, siempre y cuando sea algo caricaturesco, y sin más preámbulos te contaré cómo ha sido mi amor a ciegas.

La alarma del mi celular empezó a sonar indicando que ya eran las nueve de la mañana.

— ¡Apágate cochinada! ¡Rayos! No quiero más esta porquería. - Dije como si al decirlo fuera a aparecer alguno más sofisticado.

Me puse aquel pantalón azul brillante, una camisa negra y encima una sudadera blanca para celebrar mi día especial.

— Un pantalón con tenis no se verá mal. - Dije mientras me miraba por el reflejo del espejo.

Me dirigí al comedor el cual estaba totalmente vacío.

— Sabía que mi cumpleaños le daría lo mismo a mi padre, al igual que los anteriores. - Dije con tristeza, pues a parte mi madre se había ido de vacaciones.

Salí directo a la tienda, a comprar cualquier cosa para quitarme un poco el hambre.

Regresé a casa para ver la televisión, me distraía un poco, pero no por mucho tiempo.

— ¡Que aburrido! - Dije apagando la tele.

Más tarde salí nuevamente al Centro de Computo más cercano, para hacer mi tarea.

— ¡Ay! ¡Fíjate! - Dijo alguien enfrente de mi.

Choqué con una tipa que vestía de pans.

— ¡Tarado! - Dijo aquella chica.

— Ay, perdón. - Dije mientras acomodaba nuevamente mis impresiones.

— Eso no solucionará las hojas maltratadas, eran para una exposición, las has arruinado.

— Puedes volverlas a imprimir. - Proseguí. — Así que no te quejes.

— ¿Ya terminaste? - Una voz la interrumpió.

— Sí, ya voy. - Contesto cambiando su tono de voz.

Sin lugar a dudas sus ojos cafés y cabello oscuro me decían que yo ya lo conocía.

— ¿Cuánto te falta Tania? - agrego el chico.

Este tipo era muy simpático y la manera en que vestía dejaba ver que se preocupaba por su aspecto.

Sin decir otra palabra decidí dar media vuelta para irme.

— ¡Espera! ¡Aún no terminamos! - Reclamó Tania.

— ¿Por qué? ¿Qué pasó? - Preguntó el chico.

— Este tonto me dobló las hojas. - Dijo haciéndose la víctima.

— Fue sin querer, así que no exageres. - Dije irritado.

De pronto el chico se acerco a mi con una sonrisa en su rostro la cual se notaba que era falsa.

— Ten más cuidado para la otra. - Agregó. — Éste lugar es para gente inteligente, bobo.

— Así es, tienes razón. ¡Vámos! No pierdas el tiempo con éste tonto. - Dijo Tania en forma de burla.

— Sí, vámonos. - Afirmó el chico.

Salí del local con enojo, ese par realmente me habían sacado de mis casillas.

— ¡Idiotas! - Grité antes de regresar a casa.

Lo último que ví fue que esos dos se subieron a una motocicleta muy llamativa.

No tarde mucho en llegar a casa y al entrar me encontré de frente con mi padre.

— Valla, ya regresaste. - Dijo con dureza mi padre.

— Sí. - Volteé a otro lugar.

— ¡Métete rápido! - Ordenó mi padre.

Mientras se dirigía a la sala yo iba detrás de él. Al llegar nos sentamos en los sillones.

— Hoy tendremos una cena muy importante. - Dijo.

— Es por mi cumpleaños, ¿Verdad?

— Algo hay de eso, pero también tocaremos otro tema que es importante.

— Ya veo. Bueno, entonces voy a arreglar mis cosas para mañana la escuela.

Fui a mi recámara, y metí las materias que ocuparía el día de mañana.

— No puedo creer que por fin vamos a celebrar mi cumpleaños, estoy muy emocionado. - Dije cerrando mi mochila.

Amor a Ciegas (ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora