♡ Cuando el corazón late ♡

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El 7 de Enero, sucedió lo menos esperado en una pareja de amigos; la declaración de uno.

Francis siempre fue un hombre de enamorarse mucho más de lo que debería -y ni hablar de lo cursi que puede llegar a ser-, pero desde el momento en el que comenzó a sentirse atraído por uno de sus mejores amigos, Gilbert, un alemán de un ego increíble; se dijo así mismo que había cavado su propia tumba.
No recuerda con exactitud el momento en el que deseó tanto los labios finos del peli-blanco juntarase con los propios, o cuando tuvo esas ganas de decirle las palabras más dulces que tiene.

Sus bellos ojos azules se clavaron en uno de los edificios grandes; le sorprende la arquitectura descomunal y contemporánea mezclada en uno sólo. Sí que admiraba a tales productores que ponían su empeño en su trabajo.

Gilbert se cruzó de brazos tratando de llamar la atención del francés al menos de esa forma, pero ni así lo lograba.
-Francis, te estoy hablando -. dijo fastidiado por la distracción de hace unos minutos.
El rubio soltó una pequeña risa, eso de molestar al alemán era de su gusto de vez en cuando. -Désolé, mon chéri -. a pesar de haberse disculpado, su amigo le dirigió una mirada de enojo total.
-¿Qué ibas a decirme? -. esas palabras se habían clavado en la mente del franchute como una daga al corazón, matandolo poco a poco.

Trató de excusarse con oraciones inútiles, mas fue la peor idea que tuvo; Gilbert sabía que le mentía, no era idiota.

Sus manos temblaban por puros nervios por tanta adrenalina del momento, no podía creer que hoy se sacaría un gran peso de encima.
Pensó en las posibilidades de que el otro sienta lo mismo. Entonces se hizo una idea de la vida junto al alemán.

Noviazgo, compromiso, y una buena vida en família con unos hijos adoptados -aunque fuese imposible porque son países-, todo ello era simplemente maravilloso para él. Un sueño lejos de su alcance; era un futuro que dudaba que lo tendría.

El joven de cabello ondulado volvió a perderse en sus pensamientos -o imaginación- desbordantes. Su contrario, ya cansado del estado de su amigo, le jaló los mechones rubios suaves. -¡Auch!-. dió como respuesta el mayor de ambos por el tironeo que pudo recibir.
-Fran, te quiero un demasiado, pero no estaré aquí esperando media hora, ¿Sabes? -. su compañero se sintió avergonzado con tan sólo darse cuenta que había estado distraído, nuevamente, con su mente.
-Lo siento, no lo noté -. sus ojos se dirigieron a cualquier otra cosa que no fuese los rubíes que tenía el menor. Mientras que éste último esperaba la respuesta a la pregunta de qué iba a decirle. -Amo todo de ti. Delante de mis ojos eres lo más perfecto que nunca antes pude ver; tu sonrisa ilumina hasta la habitación más oscura, tu carísima puede hacer que una persona triste se divierta con tu compañía.

»Es muy esperado que yo no sea lo que tú quieres para la eternidad que por el momento aseguramos, pero quiero decirte lo mucho que te amo, por más que esto sea imposible.
Me gustaría despertarme en las mañanas con mis brazos rodeando tu delicado cuerpo, besar tus labios tentadores y escuchar tus hermosos gemidos por noches. No tienes ni en cuenta lo mucho que te deseo, tal vez puedas pensar que es un capricho de niño pequeño, mas yo sé que es amor.
Por ti soy capaz de dejar de beber vino, o ser "pervertido" -. hizo comillas con sus dedos. -Gilbert, yo te amo como nunca antes pensé que lo haría por algún país-. tomó las manos ajenas con delicadeza; mirando a ese chico que lo tenía de cabeza.

Gilbert no dijo nada, es más, el silencio era eterno entre ellos en cuanto terminó de hablar el francés.
No sabía que decir, nunca supo cómo contestar a las declaraciones de amor, sea de quién sea.
-Eres uno de los mejores amigos que tengo, Francia, hasta puedo decir que el primero. Pero no estoy a disposición de corresponder a tus sentimientos, lo siento -. alejó sus manos con rapidez, ahora él era el nervioso. -Yo tengo una relación con Austria-. no era mentira, el jueves pasado el castaño le dijo lo que sentía por él, y por suerte terminaron como novios en secreto.

Desde ese día, la ciudad del amor dejó de amar como lo hacía. Su sonrisa era falsa ante todos.
Es que él estaba roto por dentro y por fuera, ahora era un hombre depresivo muy apegado a la realidad por miedo al rechazo de todos, más por el prusiano que le había robado el corazón sin piedad.



Simplemente, FraPruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora