Es absolutamente necesario suicidarse cada cierto tiempo.
Huir de uno mismo, perderse, levitar, ayunar, sentir el cuerpo vacío, agotado, dolorido, mudar la piel, beber, vomitar, tocar fondo, follar con desesperación y luego no recordar nada.
Estar ausente de todo.
Para después, aferrarse de nuevo a la vida. Reencontrarse. Vestir colores pastel, andar a paso ligero y sonreír a los vecinos cuando te saludan en la escalera.