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Estuve intentando mucho tiempo, se los juro. Intentando de verdad. Era exactamente como si mi cuerpo estuviese muerto, pero a la vez mi mente no dejaba de funcionar. La sensación de querer gritar con todas tus fuerzas, pero no poder emitir sonido alguno... Frustrante, simplemente frustrante y aterrador. Mi cuerpo no se movía, era inútil. En ese momento empecé a ahogarme, la desesperación y el llanto ahogado consumían todo el oxígeno de la habitación de a pocos, lentamente, casi con tortura. Quería llorar, gritar, patalear, pero no importaba cuánto esfuerzo hiciera, no me movía ni un músculo. La sensación retumbante de mi pecho iba aumentando su velocidad e intensidad, lo sentía claramente... Lo último que recuerdo mis lectores de aquella parálisis es mi bocanada débil, buscando desesperadamente aire el cual tomar. Un sonido ahogado, y luego todo negro.

Me levanté bruscamente del sofá, eso lo recuerdo bien porque me hice un moretón en la pierna al golpearme con la mesa de al frente. Todo seguía como si nada hubiese pasado. Me podía mover, eso era un alivio, pero mi corazón seguía latiendo con fuerza. Una vez repuesta, me dirigí hacia la cocina, en busca de un vaso de agua. Aún así seguía asustada, quizá no terminaba de tragar el asunto. Tomé una bocanada de aire, apoyada al lavadero, y me salpiqué el rostro con agua. No recuerdo exactamente la hora que era, pero ya había amanecido. Decidí preparar algo de café y luego ir a por pan. No recuerdo muchos desayunos en donde el pan se haya ausentado, ahora me sorprende lo vital que ha sido al menos en mi vida alimenticia. Me hice una coleta y abrí la puerta de mi casa con la intención de salir a la calle. Fue tal mi sorpresa al encontrarme con un bosque al estilo japonés, con árboles más altos que cualquier edificio, y el sonido de un cercano riachuelo aplaudiendo impregnándose en mis oídos.

Estaba soñando.

Di unos pasos adelante y mi casa desapareció como si nada. ¿Por qué estaba soñando? ¿No había estado segundos antes en mi casa, despierta? Los sentimientos que vinieron hacia mí de repente son difíciles de explicar, estaban todos mezclados creando en mi rostro una mueca que lamento no haber podido ver a falta de un espejo. Por un lado, confusión, por otro, miedo, y finalmente, alegría. No sabía qué mierda me estaba sucediendo, estaba aterrorizada, pero a la vez feliz de volver a soñar. Lectores, recuerdo muy bien la fuerte sensación de querer volar en ese momento. Poder ver los árboles desde arriba y no desde abajo al menos una vez, codearme con los pájaros, ser uno con el aire. El sueño del ser humano, de hecho. Desde pequeña siempre he querido volar, y ahora mi deseo era tan fuerte que podía sentir cómo se salía de mi control. Recuerdo mirar al cielo aquella vez e imaginarme allá arriba, y también recuerdo bien cuando me empecé a elevar.

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⏰ Última actualización: Mar 24, 2017 ⏰

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